OBITUARIO
Murió Clara Miranda, la mujer de Claudio Rodríguez
El poeta y Clara Miranda se casaron el 23 de julio de 1959
Clara Miranda, la eterna enamorada y eterno amor del poeta zamorano, falleció ayer, 5 de marzo, en Madrid, como consecuencia de una operación de cadera.

Ha muerto Clara Miranda, la mujer del poeta Claudio Rodríguez, una de las grandes voces y mñas coherentes de la posguerra española, al que conoció en una excursión universitaria a Granada, cuando estaba en la Facultad de Filosofía y Letras, y desde entonces estuvieron unidos hasta que la muerte quiso hablar con el autor de El don de la ebriedad (1953).
En una entrevista que mantuvo con Poesía Digital, Clara confesó que no le gustaba nada que la conocieran como la viuda de Claudio: “Porque yo no soy viuda de Claudio; soy su mujer: es lo que me considero. Además, la palabra viuda no me gusta nada. Por eso siempre digo "la mujer de Claudio", nada más. Quizá sea una forma de tenerlo más presente”.
Ahora, este inolvidable matrimonio se habrá vuelto a encontrar en otra dimensión, donde la poesía seguirá existiendo como la esencia de la ebriedad.
Sabe que en cada flujo, en cada ola
hay un impulso mío hacia ti. Sabe
que tú me resucitas, como el ave
resucita a la rama en que se inmola.
Si tú supieras cómo no estás sola
cómo te abrazo, lejos, cuanto cabe.
Pon el oído para que se lave,
mi corazón como una caracola.
Y oirás, no el mar, sino la tierra mía
hecha con el espacio más abierto.
Y oirás su voz, mi voz que yo quisiera
meterte por el alma cada día,
clara como tu nombre, al descubierto
como este mar de amor mío que espera.


Ha muerto Clara Miranda, la mujer del poeta Claudio Rodríguez, una de las grandes voces y mñas coherentes de la posguerra española, al que conoció en una excursión universitaria a Granada, cuando estaba en la Facultad de Filosofía y Letras, y desde entonces estuvieron unidos hasta que la muerte quiso hablar con el autor de El don de la ebriedad (1953).
En una entrevista que mantuvo con Poesía Digital, Clara confesó que no le gustaba nada que la conocieran como la viuda de Claudio: “Porque yo no soy viuda de Claudio; soy su mujer: es lo que me considero. Además, la palabra viuda no me gusta nada. Por eso siempre digo "la mujer de Claudio", nada más. Quizá sea una forma de tenerlo más presente”.
Ahora, este inolvidable matrimonio se habrá vuelto a encontrar en otra dimensión, donde la poesía seguirá existiendo como la esencia de la ebriedad.
Sabe que en cada flujo, en cada ola
hay un impulso mío hacia ti. Sabe
que tú me resucitas, como el ave
resucita a la rama en que se inmola.
Si tú supieras cómo no estás sola
cómo te abrazo, lejos, cuanto cabe.
Pon el oído para que se lave,
mi corazón como una caracola.
Y oirás, no el mar, sino la tierra mía
hecha con el espacio más abierto.
Y oirás su voz, mi voz que yo quisiera
meterte por el alma cada día,
clara como tu nombre, al descubierto
como este mar de amor mío que espera.


















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