ZAMORANA
Otro ocho de marzo
En otras circunstancias, mi relato sobre el día 8 de marzo, en que se conmemora el Día de la Mujer Trabajadora, aludiría más que a una reivindicación, a un recuerdo y homenaje hacia aquellas mujeres que a lo largo de la historia fueron invisibles para la sociedad: escritoras, pintoras… cuya obra firmaban sus maridos dejándolas en la más absoluta oscuridad. Hubo entonces un sinfín de féminas no obstante que, sobreponiéndose a una sociedad patriarcal, salieron adelante no sin grandes problemas para acceder a la universidad, ejercer una profesión, entrar en la política etc.
Dicho esto, la conmemoración de este día aún no puede obviarse porque son muchos los colectivos de mujeres que en pleno siglo XXI siguen siendo invisibles para la sociedad: desde el trabajo de la mujer rural, la gran labor de las cuidadoras en el seno de las familias que dedican su vida a padres enfermos sin que obtengan ayuda alguna de las instituciones, lo difícil que todavía resulta conciliar la vida profesional con la familiar, la desigualdad en el salario que perciben en relación con los hombres ejerciendo el mismo trabajo, la escasa representación femenina en puestos de relevancia, el número creciente de mujeres muertas por violencia machista, las mujeres esclavizadas por mafias que las utilizan para prostituirse, la violencia femenina usada como arma de guerra, las niñas que aún hoy siguen siendo víctimas de matrimonios forzosos, los rituales perversos como la mutilación genital femenina, la invisibilidad de quienes son obligadas a esconder su identidad tras un burka, la falta de oportunidades para acceder a la educación que es la llave de la libertad, y un largo etc.
Ojalá este día dejara de conmemorarse, ojalá se hubieran resulto muchos de los problemas que aún persisten y hombres y mujeres formaran parte de una sociedad justa, equilibrada y equitativa, pero mientras esto no ocurra, seguiremos denunciando las injusticias sociales y los atropellos que se cometen contra las mujeres en todo el mundo, aunque simbólicamente y de forma especial sea en este día ocho de marzo.
Dice un proverbio etíope que “cuando las arañas tejen juntas, pueden atar a un león”; por eso, juntos hombres y mujeres hemos de defender los derechos que se vulneran para que las niñas de hoy vivan en libertad y sin miedo, al tiempo que se otorgue visibilidad a las mujeres que sufren en la actualidad actos deleznables y no permanezcan ocultos ante la sociedad.
Por último, quisiera también dejar constancia que, aun siendo reales las nefastas situaciones que padecen muchas féminas, esto no va de una guerra de sexos; muy al contrario, quisiera tener presente también a todos los hombres que se esfuerzan por construir un mundo en la creencia de que sus compañeras forman una parte esencial en condiciones de igualdad con ellos.
Mª Soledad Martín Turiño
En otras circunstancias, mi relato sobre el día 8 de marzo, en que se conmemora el Día de la Mujer Trabajadora, aludiría más que a una reivindicación, a un recuerdo y homenaje hacia aquellas mujeres que a lo largo de la historia fueron invisibles para la sociedad: escritoras, pintoras… cuya obra firmaban sus maridos dejándolas en la más absoluta oscuridad. Hubo entonces un sinfín de féminas no obstante que, sobreponiéndose a una sociedad patriarcal, salieron adelante no sin grandes problemas para acceder a la universidad, ejercer una profesión, entrar en la política etc.
Dicho esto, la conmemoración de este día aún no puede obviarse porque son muchos los colectivos de mujeres que en pleno siglo XXI siguen siendo invisibles para la sociedad: desde el trabajo de la mujer rural, la gran labor de las cuidadoras en el seno de las familias que dedican su vida a padres enfermos sin que obtengan ayuda alguna de las instituciones, lo difícil que todavía resulta conciliar la vida profesional con la familiar, la desigualdad en el salario que perciben en relación con los hombres ejerciendo el mismo trabajo, la escasa representación femenina en puestos de relevancia, el número creciente de mujeres muertas por violencia machista, las mujeres esclavizadas por mafias que las utilizan para prostituirse, la violencia femenina usada como arma de guerra, las niñas que aún hoy siguen siendo víctimas de matrimonios forzosos, los rituales perversos como la mutilación genital femenina, la invisibilidad de quienes son obligadas a esconder su identidad tras un burka, la falta de oportunidades para acceder a la educación que es la llave de la libertad, y un largo etc.
Ojalá este día dejara de conmemorarse, ojalá se hubieran resulto muchos de los problemas que aún persisten y hombres y mujeres formaran parte de una sociedad justa, equilibrada y equitativa, pero mientras esto no ocurra, seguiremos denunciando las injusticias sociales y los atropellos que se cometen contra las mujeres en todo el mundo, aunque simbólicamente y de forma especial sea en este día ocho de marzo.
Dice un proverbio etíope que “cuando las arañas tejen juntas, pueden atar a un león”; por eso, juntos hombres y mujeres hemos de defender los derechos que se vulneran para que las niñas de hoy vivan en libertad y sin miedo, al tiempo que se otorgue visibilidad a las mujeres que sufren en la actualidad actos deleznables y no permanezcan ocultos ante la sociedad.
Por último, quisiera también dejar constancia que, aun siendo reales las nefastas situaciones que padecen muchas féminas, esto no va de una guerra de sexos; muy al contrario, quisiera tener presente también a todos los hombres que se esfuerzan por construir un mundo en la creencia de que sus compañeras forman una parte esencial en condiciones de igualdad con ellos.
Mª Soledad Martín Turiño




















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