DENUNCIAS
Llegan los "caballitos" y con ellos las esperadas lluvias y sus consecuencias
Sin otra actuación en el solar, más que el corte de las hierbas, los problemas volverán a repetirse
Como se fueron volvieron, atrás queda esa despedida inesperada, nunca deseada por motivo de fuerza mayor, sucedida hace ya un par de años, cuando por causa del confinamiento, tuvieron que desmontar las atracciones en soledad, en espera de que las cosas cambiaran y pudieron regresar con toda normalidad ,como cada cuaresma.
Pasó un año, pasaron dos, y ahí están de nuevo. En el mismo sitio, olvidando ya los problemas que planteaba el establecerse en ese lugar. Que no son la ubicación, al estar más o menos cerca del casco urbano; tampoco el estacionamiento porque alguna plaza puede encontrarse sin ir muy lejos; ni se esperan protestas de vecinos, al no haberlos muy cercanos a la zona y ser pocos en número, lo cual impide que eleven sus protestas demasiado. Pocos recordaran, las inundaciones de los caminos tras días de lluvia, como parece que se avecinan, de cumplirse los pronósticos. Menos se darán cuenta, que para llegar a pie por el camino de Gijón, cruzando el puente de Garrote sobre el arroyo Valderrey encontraran además de oscuridad, salvo la que pueda proporcionar las atracciones cercanas, bache tras bache, charco tras charco. En caso de pretender llegar por el parque de Olivares, la diferencia será escasa, salvo el alumbrado, las nueva LED proporcionan Luz suficiente, los caminos cualquiera de ellos, están de pena.
No todo es malo, también se puede llegar, por la acera que lleva hasta el puente desde trascastillo. Todo hay que decirlo está en buen estado, lo que no quita para que llegando al lugar donde se ubican las casetas, se tenga que tener especial cuidado. Ya no por los charcos, sino por los desniveles del suelo, compuesto de trozos de escombros esparcidos por todas partes, procedentes del derribo de las naves que albergaron en su día, una industria cárnica que todos recordamos, y que son pequeños fragmentos de cemento y ladrillo, y por los que no queda otra que pisar. Soportamos todo, esto también, que merece la pena antes que perderse la diversión que ofrecen los caballitos. No queda otra, porque sigue sin haber un espacio municipal, convenientemente acondicionado destinado, para esta feria y otros espectáculos.

Manuel Herrero Alonso
Como se fueron volvieron, atrás queda esa despedida inesperada, nunca deseada por motivo de fuerza mayor, sucedida hace ya un par de años, cuando por causa del confinamiento, tuvieron que desmontar las atracciones en soledad, en espera de que las cosas cambiaran y pudieron regresar con toda normalidad ,como cada cuaresma.
Pasó un año, pasaron dos, y ahí están de nuevo. En el mismo sitio, olvidando ya los problemas que planteaba el establecerse en ese lugar. Que no son la ubicación, al estar más o menos cerca del casco urbano; tampoco el estacionamiento porque alguna plaza puede encontrarse sin ir muy lejos; ni se esperan protestas de vecinos, al no haberlos muy cercanos a la zona y ser pocos en número, lo cual impide que eleven sus protestas demasiado. Pocos recordaran, las inundaciones de los caminos tras días de lluvia, como parece que se avecinan, de cumplirse los pronósticos. Menos se darán cuenta, que para llegar a pie por el camino de Gijón, cruzando el puente de Garrote sobre el arroyo Valderrey encontraran además de oscuridad, salvo la que pueda proporcionar las atracciones cercanas, bache tras bache, charco tras charco. En caso de pretender llegar por el parque de Olivares, la diferencia será escasa, salvo el alumbrado, las nueva LED proporcionan Luz suficiente, los caminos cualquiera de ellos, están de pena.
No todo es malo, también se puede llegar, por la acera que lleva hasta el puente desde trascastillo. Todo hay que decirlo está en buen estado, lo que no quita para que llegando al lugar donde se ubican las casetas, se tenga que tener especial cuidado. Ya no por los charcos, sino por los desniveles del suelo, compuesto de trozos de escombros esparcidos por todas partes, procedentes del derribo de las naves que albergaron en su día, una industria cárnica que todos recordamos, y que son pequeños fragmentos de cemento y ladrillo, y por los que no queda otra que pisar. Soportamos todo, esto también, que merece la pena antes que perderse la diversión que ofrecen los caballitos. No queda otra, porque sigue sin haber un espacio municipal, convenientemente acondicionado destinado, para esta feria y otros espectáculos.

Manuel Herrero Alonso




















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