Sábado, 22 de Noviembre de 2025

Eugenio de Ávila 1
Miércoles, 16 de Marzo de 2022
COSAS MÍAS

Me duele Zamora como a Unamuno España

[Img #63610]Cuatro décadas escribiendo artículos en diferentes medios. Nunca redacté ex cátedra. Sospecho de mí mismo cuando todo quisque mantiene acuerdos con mis hipótesis políticas, sociales y antropológicas. Escribo como siento y lo que pienso, lo digo. Hubo tiempo para que la censura castigara mis opiniones. Todo pasa. Soy un escribidor libérrimo. Me encanta que haya gente, como un joven empresario, que, según propia confesión, le gustaba cómo escribía…pero no me entendía. Genial.

 

Aquí, en Zamora, donde los medios de comunicación se mantienen merced al capital público, al dinero de las instituciones, ni se puede, ni se sabe, criticar al poder. Solo El Día de Zamora cumple con su misión periodística. Gustará o no.  A mí me han criticado desde altos cargos del PP, como la ínclita Mayte Martín Pozo hasta Podemos, formación a la que le regalé una página en papel durante tres años o más. Ya no lo recuerdo. La verdad  nunca es triste, lo que no tiene remedio. El problema de nuestra democracia es que no hay demócratas. Yo lo soy. Tolero que me critiquen, incluso que me insulten, que se mofen, que me falten. Esa forma de proceder me provoca sonrisas. Nunca rabia. Vivo en una ciudad pretérita, donde la mediocridad abunda, tanto como la falta de cultura, orfandad que desnuda almas, vulgariza espíritus y jibariza cerebros.  Porque, si no se piensa, se critica sin argumentos, sin talento, sin fuerza, sin base. No reflexionar conduce, inexorablemente, al ridículo argumental, al cachondeo histórico y la miseria ideológica.

 

Como a Unamuno le dolía España, esa misma sensación, pena, pesadumbre, tristeza, aflicción, me produce Zamora. A mi tierra la quiero como a una madre que se va desmoronando, adelgazando, perdiendo la cabeza. He intentado comprender las razones de la decadencia de nuestra provincia, tan estrechamente ligada a la de la capital. He encontrado en las decisiones políticas una razón fundamental para esta deriva económica y social que aflige a esta geografía. Todo se inició con el felipismo y su vaciamiento del Estado en Zamora. Ya lo he contado en numerosas ocasiones. El PP tampoco rectificó los criterios socialistas, si bien aportó una miaja más de ayudas gubernamentales. Pero ni la Junta, ni, la Diputación, apartaron a nuestra tierra del camino a ninguna parte. Cada cual iba a lo suyo: aumentar patrimonios personales, nepotismo descarado e inversiones, por lo que se refiere al ejecutivo autonómico, allá donde les interesaba a sus gerifaltes: Burgos y Valladolid, más el apéndice palentino.

 

Ahora bien, no voy a ocultar que, además de a las decisiones  políticas ya mentadas, habría que achacar nuestro retraso, el desvío hacia la nada económica y el desierto demográfico que padecemos desde ha tiempo a una forma de ser  y estar zamorana.

 

 El alma de nuestra gente padece eso que he denominado apatía antropológica. Le da igual todo. Solo se apasiona el personal cuando se trata de hablar de la Semana Santa, quizá la Virgen de la Concha y pocas cosas más. Diríase, desde fuera, los que no nos conocen, que existe un vínculo religioso que mantiene viva  nuestra sociedad. Mentira. No es fe. Quizá superstición. Pudiera ser que tradición. Una herencia que se intenta perpetuar para creernos que somos algo, que existimos, que todo va bien y que nos envidian por doquier.

 

Añadiría a lo anterior, como causa de nuestra cuesta abajo en la rodada,  el caciquismo, que carece de la clase del decimonónico. Ahora, el cacique se ha transformado en político. No existe democracia interna. El que discrepa, desaparece. Solo perdura el cobista. Hay una unión singular entre político con mando en plaza y empresario, que suele enriquecerse con los favores institucionales del amigo, colega o socio. Zamora se muere, pero estas gentes viven como oligarcas. La democracia, o lo que sea este sistema, ya un régimen, ha fortalecido esta novedosa forma de caciquismo, menos sutil, pero más dañina.

 

Y, por último, la mediocridad política, periodística y profesional se afana en la destrucción de  toda persona que demuestre un talento superior, capacidad de trabajo extraordinaria e ideas singulares. El búnker mediático, político y económico difama, calumnia y persigue al diferente, al librepensador, al que no se rinde, al gallardo y bizarro.

 

Murió Franco, nos dieron esta democracia, ahora enquistada en un régimen del que forman parte todos los partidos, los sindicatos sin clase, la cultura, la universidad de la endogamia, los medios de comunicación al servicio del poder, la Justicia, al decir del ejecutivo. A Zamora le fue peor económica y socialmente. No pasa nada. Nos llueve barro desde el cielo, los automóviles se manchan, el Duero se embrutece y los caballitos se instalan en el Campo de la Verdad en una nación de mentira, en una ciudad pretérita, que prefiere no pensar, porque duele, mientras en España, si exceptuamos a los sindicatos y a los políticos, todos están hartos: transportistas, agricultores, ganaderos, autónomos, jubilados, que perciben pensiones vergonzosas, y mediocres, entre los que me encuentro.

Eugenio-Jesús de Ávila

 

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  • angel herrero

    angel herrero | Jueves, 17 de Marzo de 2022 a las 10:50:40 horas

    descripción clara y generosa de la sociedad zamorana y su idiosincrasia, completamente de acuerdo con la visión. Como duele...nos forramos a analgésicos pero aun así a algunos todavía se nos sobreviene una pena que no tiene parangón. Feliz dia.

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