CON LOS CINCO SENTIDOS
El jardín de las delicias
Hoy me duele la cabeza y el costado izquierdo. El cambio de presión barométrica tiene estas cosas, que joden y mucho a los que padecemos de males pulmonares.
Suelo tener pensamientos de absoluta positividad, es más, hasta se me ha llegado a tachar de excesivamente optimista, teniendo en cuenta que mi cuerpo y sus males no acompañan a mi mente y mierda que les importa a los que, de manera gratuita, me juzgan. Pero es que soy de natural positiva, vital, amorosa (como una de las diez “Melodías Vascas” de Guridi, yo soy la “Amorosa”. A joderse). Pues eso, que me planteo cómo he de vivir o “sobrevivir” y la única forma en la que hallo cierta soltura en esto de llevar mi existencia de la manera menos doliente es escribiendo, soñando, pensando en cómo hacer cosas bonitas por los demás.
Soñando no me duele nada, me siento levitar como si no me pesara la vida y mi cuerpo fuera de acero reforzado y mis pensamientos e ideas fueran recibidos ante todos como algo mágico. En fin, que soñar es gratis. Me siento como García Márquez y su maravilloso realismo mágico a escala pequeñita, de estudiante de los grandes, de alumna, de aprendiz. Pero me siento, ¡qué coño! Ya no tengo abuelas...
Hay plantas y flores que, si no se riegan, mueren, otras, en cambio, encuentran la manera de seguir sobreviviendo sin gota de sudor. Increíble. Incluso si es salitre el que riega, florecen, no como los humanos, que si bebemos agua de mar, queremos más y más, y más, y acabamos muriendo ahítos de agua y de sal, pero morimos.
En tu cabeza, como en la mía o en la de cualquiera, hay cosas que se pueden plantar, regar y ver florecer, otras, es mejor arrancarlas de raíz por lo que pueda pasar.
Cuidado con lo que riegas, porque no siempre ha de crecer lo adecuado en tu cerebro, a veces, sólo a veces, merece secarse esa planta para siempre, sobre todo, si esa que riegas o alimentas te hace mal. Los pensamientos negativos no merecen riego alguno, son la mala hierba del cerebro que merece hacerse añicos y evaporarse.
Riega lo justo, pero riega bien, que lo bueno se fortalezca y dé frutos amables, aunque no sean vistosos, pero que sean de los que vengan con vocación de permanencia y perdurabilidad a la morada de tu mente. Hazme caso. Riega lo justo. Riega bien.
Nélida L. del Estal Sastre
Hoy me duele la cabeza y el costado izquierdo. El cambio de presión barométrica tiene estas cosas, que joden y mucho a los que padecemos de males pulmonares.
Suelo tener pensamientos de absoluta positividad, es más, hasta se me ha llegado a tachar de excesivamente optimista, teniendo en cuenta que mi cuerpo y sus males no acompañan a mi mente y mierda que les importa a los que, de manera gratuita, me juzgan. Pero es que soy de natural positiva, vital, amorosa (como una de las diez “Melodías Vascas” de Guridi, yo soy la “Amorosa”. A joderse). Pues eso, que me planteo cómo he de vivir o “sobrevivir” y la única forma en la que hallo cierta soltura en esto de llevar mi existencia de la manera menos doliente es escribiendo, soñando, pensando en cómo hacer cosas bonitas por los demás.
Soñando no me duele nada, me siento levitar como si no me pesara la vida y mi cuerpo fuera de acero reforzado y mis pensamientos e ideas fueran recibidos ante todos como algo mágico. En fin, que soñar es gratis. Me siento como García Márquez y su maravilloso realismo mágico a escala pequeñita, de estudiante de los grandes, de alumna, de aprendiz. Pero me siento, ¡qué coño! Ya no tengo abuelas...
Hay plantas y flores que, si no se riegan, mueren, otras, en cambio, encuentran la manera de seguir sobreviviendo sin gota de sudor. Increíble. Incluso si es salitre el que riega, florecen, no como los humanos, que si bebemos agua de mar, queremos más y más, y más, y acabamos muriendo ahítos de agua y de sal, pero morimos.
En tu cabeza, como en la mía o en la de cualquiera, hay cosas que se pueden plantar, regar y ver florecer, otras, es mejor arrancarlas de raíz por lo que pueda pasar.
Cuidado con lo que riegas, porque no siempre ha de crecer lo adecuado en tu cerebro, a veces, sólo a veces, merece secarse esa planta para siempre, sobre todo, si esa que riegas o alimentas te hace mal. Los pensamientos negativos no merecen riego alguno, son la mala hierba del cerebro que merece hacerse añicos y evaporarse.
Riega lo justo, pero riega bien, que lo bueno se fortalezca y dé frutos amables, aunque no sean vistosos, pero que sean de los que vengan con vocación de permanencia y perdurabilidad a la morada de tu mente. Hazme caso. Riega lo justo. Riega bien.
Nélida L. del Estal Sastre



















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