El amor y la amistad verdaderos no se oxidan

Hoy leí con interés una publicación en el muro de Facebook de un amigo. Podría tratarse de una frase del maravilloso libro “El Principito” de Antoine de Saint-Exupéry, pero no me atrevo a aseverarlo porque circulan muchas citas y frases que se parecen, pero no son, que dicen “pertenecer a” y luego son citas de otros, pero a esta en particular se le puede sacar cierta enjundia… Decía algo así como que, si el oro se oxida, no era oro, si el amor se termina, no era amor y, si la amistad se va, no era amistad. Parece sencillo el planteamiento. Parece. 

        Efectivamente, el oro no se oxida, todos lo sabemos, al menos el oro con una aleación importante de este metal precioso. Eso no admite más trámite. El amor, si es de verdad, no es que sea eterno, nada lo es, dura lo que duremos nosotros con él y en él. Queremos sentir la eternidad en el amor, pero no hay nada inagotable que dure para siempre. No hay un “siempre”, hay un ayer, un ahora y un mañana. 

       Vivimos en un tiempo incierto, de relaciones de cartón piedra o de cristal. Parecen reales y no lo son. Cuando lo son, se sabe, se nota, se deja sentir como un pellizco en las entrañas que te quita hasta el hambre, solamente te quedas con hambre del “otro”. Y qué decir de la amistad, que, si es real, no cuestiona, se mantiene toda la vida. Un amigo de verdad, como un amante o una pareja que te ama de veras, puede criticarte, sugerirte cambios y adaptaciones complementarias en ambas direcciones para mejorar una relación, perfeccionarla, hacerla liviana y sublimarla.  Así como un amigo puede estar meses sin verte, pero cuando te mira a los ojos sientes que fue ayer cuando te tomaste el último café, disfrutando de su escogida compañía. En el amor y en la amistad, si eres correspondido, no se va nadie. No se oxida nada, porque su aleación es fuerte. Permanecen

Nélida L. del Estal Sastre