Con lo que no se juega

La policía alemana impidió la semana pasada la entrada en su país a Isabel Peralta. Para quien no la conozca, esta chica autodeclarada una enamorada del fascismo, pasó de ser una persona a un personaje público el pasado mes de febrero de 2021, cuando participó en el homenaje a los caídos de la División Azul durante la Segunda Guerra Mundial. En este encuentro hizo declaraciones como : “El enemigo, que siempre va a ser el mismo, aunque con distintas máscaras. El judío es el culpable y la División Azul luchó por ello”. Tras su salto a la fama, el partido neonazi Der III Wegle le ofreció trasladarse durante diez meses a Dusseldorf (Alemania), una de las zonas más afines a ellos. Allí, Peralta se marchó en septiembre del pasado año para aprender sus técnicas de propaganda y combate, tras lo que regresaría a España.

Esta expulsión se ha producido en el aeropuerto de Frankfurt, donde se encontraba  para participar en varios eventos de la extrema derecha, ya que Isabel portaba varios elementos de simbología nazi para su viaje, como una bandera y un llavero con la esvástica, además de una edición del 'Mein Kampf' ('Mi lucha')  y  un  libro de propaganda de Bund  Deutscher  Mädel  (Rama femenina de las juventudes Hitlerianas). Peralta fue devuelta para España y evitó su detención ya que portar esos objetos en Alemania es castigado con una pena de hasta cinco años de prisión.

Parece que Alemania no tiene sentido del humor para ciertas cosas y tampoco sentido del ridículo para otras. Recuerdo que en España el ascenso público de Isabel Peralta degeneró en una especie de meme muy  celebrado que tuvo como consecuencia su conversión, para unos, en esa persona que de la que decía tu madre cuando eras pequeño que no te rieras “porque no está bien” y, para otros, en una especie de musa andrógina. Este tipo de personajes en nuestro país suelen producir una curiosidad morbosa; en otros países como Alemania simplemente se  vé en ellos a un peligro público que ha de ser expulsado o controlado en cuanto se acerque a sus fronteras.

En España no gobernó el nazismo pero sí un fascismo cómplice del que nacen ahora esta clase de individuos a quienes les hemos permitido creer que si dicen que el judío es culpable, lo más que vamos a hacer es mofarnos de ellos. Al menos, en este caso, la justicia ha abierto querella contra ella por varios causas. Lo que me da miedo que termine por suceder con esta clase de discursos es que acaben adornándolo y rebajándolo con ajuares muy democráticos  y puedan pronunciarse en el Congreso… o espera, ¿esto ya ha sucedido?.

Lucas Enríquez