Domingo, 02 de Noviembre de 2025

Kebedo
Jueves, 24 de Marzo de 2022
MI VECINA MARISOL

Un mes de guerra

[Img #63985]Llevamos ya un mes de guerra en Ucrania, mejor dicho, llevamos ya un mes de invasión de Putin a Ucrania; porque esto no es una guerra, es la invasión de uno,  que es el atacante, a otros, que son los que se defienden. Y no es el pueblo ruso el que lo hace sino su jefezuelo, dictador y totalitarista, Vladimir Putin, que obliga a sus súbditos a entablar una confrontación, que ellos no quieren, con los vecinos ucranianos, que no les han hecho nada.

-Tienes razón-,  me anima mi vecina Marisol, -porque la pena es que el malnacido de Putin está mandando al matadero a sus propios jóvenes rusos, que no se enteran de por qué están ahí ni por qué tiene que disparar contra los ucranianos. No se les ha informado de nada, pensaban que iban de maniobras y se han encontrado haciendo fuego real contra civiles y militares, contra hospitales y centros cívicos, contra edificios y bloques de viviendas, es decir, un genocidio en toda regla-, continúa mi vecina.

Y ya hemos entrado en la vorágine de la desinformación, que es de primer curso de  dictador, controlar los medios de comunicación, filtrar las noticias, hacer propaganda de lo contrario de lo que estás haciendo y tratando de engañar a los propios diciéndoles que el vecino es el malo. Pero solo engaña a los propios porque ahora mismo, para bien y para mal, las redes sociales actúan al momento y cualquier cosa que ocurra da la vuelta al mundo en cuestión de segundos. Claro hay que controlar las plataformas para que esa información, tanto de aficionados como de profesionales, no llegue al resto del mundo y se sepan las atrocidades que está cometiendo éste salvaje. 

-Es un verdadero hijo de puta-, dice Marisol.

-Pues en este caso no voy a reprenderte, porque tienes toda la razón-, le dice su amiga Concepción, ya sabéis, la eficiente funcionaria que nunca dice palabrotas peo que, en éste caso, se suma a la calificación que hace mi vecina, y que hacemos muchos más, al personajillo Vladimir.

No se puede consentir que, en pleno siglo XXI, alguien esté actuando como un señor feudal que abusa de sus súbditos y que se apropia de los terrenos del vecino. En la Edad Media invocaban a Dios -ya ven vuesas mercedes qué tripa se le habría roto al Sumo Hacedor para meterse en la cocina del vecino-, y ahora invocan a la OTAN. Aquí, el hijo de Putin, dice que sospecha que Ucrania iba a querer entrar en la OTAN y, claro, eso es un pecado gordísimo para una mente tan abyecta como la de don Vladimir.

Es verdad que Ucrania es el segundo país más grande Europa, está pegandito a Rusia y si entrase en la OTAN, como pretenden desde 1991, que se hicieron independientes, serían unos vecinos muy molestos para el “cararratón” y, por lo tanto, no se le ocurrió otra cosa que invadir la península de Crimea en 2014, alegando que, en un pasado muy pasado, ya había sido de su propiedad aunque, en 1954, durante el “reinado” de la URSS, la península fue devuelta a Ucrania sin acritud y los ucranianos dijeron aquello de “Santa Rita, Rita, lo que se da, no se quita”.  Pero no, el criminal de guerra éste se anexionó Donbas y Crimea y Europa y los Estados Unidos, mientras tanto, entonando el “pío, pío, que yo no he sido” y mirando a otro lado. Así que Vladimir pensó que eso iba a ser un paseo y se animó, hace un mes, a meterse en el dormitorio de la damisela Ucrania.

-Y, la jodimos, tía Paca-, dice mi vecina.-

-Bueno, Marisol, eso ya no, palabrotas malsonantes, no-, le replicó Concepción.

Pues jodiendo o no jodiendo a la damisela, el caso es que éste asesino lleva un montón de muertos a sus espaldas, propios rusos y ucranianos, militares y civiles, muchos, muchísimos civiles, sanitarios, niños y mayores. Y no se avergüenza de los destrozos que está produciendo en objetivos no militares. Es un asesino, genocida al que habrá que juzgar por crímenes de guerra y al que habrá que condenar a prisión para los restos.

-Bueno, si no hay alguien que le da matarile antes-, dijo mi vecina, mientras agarraba del brazo a su amiga y fueron a tomarse un café y un pastel. Que son las dos muy golosas.

Kebedo.  

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