Si me pierdo dentro de mí misma, no me busques

Que no te molesten mis silencios, ni mis malos modos, ni mi constante deseo de que todo sea perfecto siempre. A veces me pierdo en mí misma y sólo has de esperar mi regreso…No me busques, porque si me encuentras antes de que quiera ser hallada, no te gustará lo que veas.  

Dame tiempo, deja que reordene lo que se ha roto dentro de mi cabeza y luego vuelvo, para tí, por entero, reparada aunque sólo sea temporalmente. Pero no me busques, deja que me pierda en la inmensidad del vacío que ocupan mis pensamientos. Porque tengo la necesidad de compartimentar mi vida para reconocerla y no perder el norte.  

Hay cosas que se me escapan, personas cuyo comportamiento no alcanzo a comprender y he de hallar la manera de entenderlo, aunque me cueste horas robadas al sueño, para poder perdonar y seguir adelante. Pero deja que me pierda, porque sé que busco algo que organice mi desastroso mundo. Y necesito silencio para poder llevarlo a cabo.  

Tengo que construir celdillas en mi cerebro donde guardar los recuerdos buenos y los malos, las personas que me hirieron y las que me sanaron, con sus caras y sus nombres y apellidos. He de guardarlo bien, bajo la llave de mi materia gris. No puedo cometer los mismos errores una y otra vez. Por eso, déjame que me pierda dentro de mí misma de vez en cuando porque es la línea que separa la locura de la cordura, ese espacio sólo es mío. 

Nélida L.  del Estal Sastre 

P.D.  La acuarela que ilustra mi relato de hoy es de la genial artista italiana Erica Dal Maso