HABLEMOS
La izquierda y su gran incógnita
Carlos Domínguez
La situación política española, posiblemente la más enredada de nuestro entorno, se halla plagada de incertidumbres, comenzando por la del posicionamiento de sus principales actores, con miras a trazar las líneas maestras de un futuro de relativa normalidad y convivencia. Más allá de una demagogia encaminada a desvirtuar la realidad, la estrategia de la izquierda española a lo largo de la transición ha sido la de una desafección soterrada hacia la democracia parlamentaria, basada en el Estado de derecho. Con independencia de ciertas figuras, santificadas hoy cual momias éticas por conversos buscando justificar sus propias vergüenzas en forma de antiguas y sonrojantes militancias, la izquierda española que a través del PCE protagonizó la poca oposición al franquismo aceptó la transición y la monarquía constitucional no por convicción, sino desde la conciencia del rotundo fracaso histórico del modelo soviético, en nada opuesto a un estalinismo y una Komintern que fueron los auténticos valedores de nuestra mitificada II República. El esperpento ideológico y político del eurocomunismo como opción de alguien con la historia y memoria de Carrillo, no fue más que burda maniobra encaminada a garantizar una precaria y a la larga inviable supervivencia.
El PSOE, gran derrotado de la Guerra civil, contó en ese mismo escenario con mayor margen de maniobra, pues momentáneamente pudo camuflarse bajo disfraz socialdemócrata, permitiéndose incluso el coqueteo con prácticas príistas, en esencia bananeras y corruptas, útiles para alcanzar y monopolizar el poder, no menos que como medio de vergonzoso lucro personal. El felipismo y el socialismo andaluz de PER y ERE constituyen un excelente ejemplo. Pero, al margen de tales virajes y componendas, lo cierto es que el PSOE, verdadero protagonista de la izquierda en nuestro país dentro del régimen constitucional, jamás descartó una revisión o revancha siquiera en términos ideológicos. Es un error considerar que Zapatero y lo que supuso a raíz de un 11-M cuyos muchos enigmas están por desvelar, ha sido anécdota o desviación respecto a un contexto de normalidad democrática. Y nada diferente ocurre con el sanchismo.
El planteamiento del PSOE y la izquierda es el que siempre fue. La gran cuestión, sin embargo, es aclarar hasta qué punto su estrategia camaleónica encaminada a monopolizar el poder admite hoy, dado el fracaso y crisis del Estado del Bienestar como su gran experimento colectivista e intervencionista, retomar con garantías de cara a su futuro político la senda socialdemócrata, moderada sólo en apariencia, aunque compatible con una relativa normalidad constitucional y democrática. Si el porvenir del PSOE, más allá de su oportunismo y prácticas clientelares, fuera el del PASOK, el PSI o el PSF, fuerzas de un socialismo desaparecido o en franca descomposición, ¿le sería dado renunciar por cálculo y supervivencia a un giro bananero, chavista, priísta o incluso castrista, es decir, a fórmulas abiertamente antidemocráticas, pero que gracias al bajo nivel cívico de una población manipulada le permitirían como le han permitido detentar el poder, por vía de un gasto público desaforado y una inagotable prebenda social?
La situación política española, posiblemente la más enredada de nuestro entorno, se halla plagada de incertidumbres, comenzando por la del posicionamiento de sus principales actores, con miras a trazar las líneas maestras de un futuro de relativa normalidad y convivencia. Más allá de una demagogia encaminada a desvirtuar la realidad, la estrategia de la izquierda española a lo largo de la transición ha sido la de una desafección soterrada hacia la democracia parlamentaria, basada en el Estado de derecho. Con independencia de ciertas figuras, santificadas hoy cual momias éticas por conversos buscando justificar sus propias vergüenzas en forma de antiguas y sonrojantes militancias, la izquierda española que a través del PCE protagonizó la poca oposición al franquismo aceptó la transición y la monarquía constitucional no por convicción, sino desde la conciencia del rotundo fracaso histórico del modelo soviético, en nada opuesto a un estalinismo y una Komintern que fueron los auténticos valedores de nuestra mitificada II República. El esperpento ideológico y político del eurocomunismo como opción de alguien con la historia y memoria de Carrillo, no fue más que burda maniobra encaminada a garantizar una precaria y a la larga inviable supervivencia.
El PSOE, gran derrotado de la Guerra civil, contó en ese mismo escenario con mayor margen de maniobra, pues momentáneamente pudo camuflarse bajo disfraz socialdemócrata, permitiéndose incluso el coqueteo con prácticas príistas, en esencia bananeras y corruptas, útiles para alcanzar y monopolizar el poder, no menos que como medio de vergonzoso lucro personal. El felipismo y el socialismo andaluz de PER y ERE constituyen un excelente ejemplo. Pero, al margen de tales virajes y componendas, lo cierto es que el PSOE, verdadero protagonista de la izquierda en nuestro país dentro del régimen constitucional, jamás descartó una revisión o revancha siquiera en términos ideológicos. Es un error considerar que Zapatero y lo que supuso a raíz de un 11-M cuyos muchos enigmas están por desvelar, ha sido anécdota o desviación respecto a un contexto de normalidad democrática. Y nada diferente ocurre con el sanchismo.
El planteamiento del PSOE y la izquierda es el que siempre fue. La gran cuestión, sin embargo, es aclarar hasta qué punto su estrategia camaleónica encaminada a monopolizar el poder admite hoy, dado el fracaso y crisis del Estado del Bienestar como su gran experimento colectivista e intervencionista, retomar con garantías de cara a su futuro político la senda socialdemócrata, moderada sólo en apariencia, aunque compatible con una relativa normalidad constitucional y democrática. Si el porvenir del PSOE, más allá de su oportunismo y prácticas clientelares, fuera el del PASOK, el PSI o el PSF, fuerzas de un socialismo desaparecido o en franca descomposición, ¿le sería dado renunciar por cálculo y supervivencia a un giro bananero, chavista, priísta o incluso castrista, es decir, a fórmulas abiertamente antidemocráticas, pero que gracias al bajo nivel cívico de una población manipulada le permitirían como le han permitido detentar el poder, por vía de un gasto público desaforado y una inagotable prebenda social?




















Normas de participación
Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.
La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad
Normas de Participación
Política de privacidad
Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.116