HABLEMOS
Cambalaches previsibles
Carlos Domínguez
Una partitocracia que se deja llevar sin disimulo por sus intereses inmediatos, o sea, el cargo, la nómina y la poltrona junto al estatus de aparato, tiene la ventaja de mostrarse harto previsible. Ocurre dentro del panorama político nacional, donde las dos grandes fuerzas que ambicionaron hasta hace dos días monopolizar las instituciones a remolque de una alternancia consentida por el PSOE, igual que asumida por el PP con pastueña mansedumbre, dejan entrever sus tejemanejes a corto plazo.
Del PSOE, con un sanchismo políticamente amortizado al margen del tiempo que retenga el poder, bien podría esperarse una reacción interna de su estructura partidaria, buscando desmarcarse de las alianzas con un podemismo incapaz de afrontar realidades de parvulario, así como de una gestión catastrófica que ya a nadie engaña bajo el soniquete de su demagogia bananera. Es difícil imaginar que barones regionales de mucho predicamento estén dispuestos a inmolarse y ser barridos en sus feudos por solidaridad con el camarada Sánchez, personaje al que dieron en su momento cortina y puerta dentro del partido. Mas lo que también se anuncia es una probable maniobra desde tales instancias, orientada a que la opinión pública se convenza de que el desbarajuste sanchista en todos los órdenes, especialmente el económico, es hazaña exclusiva de Sánchez y su impresentable cohorte ministerial, mientras que el PSOE de los cien años de honradez nada tendría que ver con semejante experimento, fruto de un aventurerismo que ha acabado como ha acabado. Es más, posiblemente y conforme al cambalache habitual, el PSOE de aparato termine haciéndose la víctima para disimular su primerísima y directa responsabilidad, en lo que presentará como denostado paréntesis dentro de una larga e irreprochable trayectoria.
Cambalaches similares son de esperar de un PP que, bajo la presidencia del recién llegado Feijoo, ha hecho saber sus próximos derroteros. El principal problema para los populares es el ascenso de un Vox que no tardará en disputarle la hegemonía de la derecha, algo que, al hilo del discurso propio, supondría un verdadero terremoto, una crisis irreversible del que es todavía primer partido de la oposición, con ínfulas de un liderazgo que a no tardar se verá obligado a disputar. Situación difícil y comprometida, cuya previsible salida pasará por forzar, maniobra que anticipa el Feijoo plebiscitario del último congreso, una vuelta a la acomodaticia política rajoyesca, basada en una gestión pasable pero ignorando las cuestiones “culturales”, gracias al oportunismo que facilitaría su enésimo posicionamiento centrista, desde una calculada indefinición en lo fundamental. Todo para favorecer la vieja componenda del bipartidismo y la alternancia imperfecta, que supone el entendimiento con el PSOE de PER, ERES y UGT, en aras de la supervivencia a título de fuerza segundona aunque con posibilidad de llegar al poder, incluso merced a la avenencia si no apoyo parlamentario de una izquierda igualmente centrada, y vuelta en apariencia al redil socialdemócrata.
De hecho, esta misma semana el vecino monclovita reclama entrevista y presencia del Feijoo amigable para quien todos caben y suman, dispuesto a avalar, supondremos por responsabilidad, el catastrófico gobierno de Sánchez. Aunque acaso el nuevo líder popular esté pensando ya para comodidad propia en un apaño con el PSOE de toda la vida, bajo marchamo moderado y convenientemente liberado de su lastre podemita.
Una partitocracia que se deja llevar sin disimulo por sus intereses inmediatos, o sea, el cargo, la nómina y la poltrona junto al estatus de aparato, tiene la ventaja de mostrarse harto previsible. Ocurre dentro del panorama político nacional, donde las dos grandes fuerzas que ambicionaron hasta hace dos días monopolizar las instituciones a remolque de una alternancia consentida por el PSOE, igual que asumida por el PP con pastueña mansedumbre, dejan entrever sus tejemanejes a corto plazo.
Del PSOE, con un sanchismo políticamente amortizado al margen del tiempo que retenga el poder, bien podría esperarse una reacción interna de su estructura partidaria, buscando desmarcarse de las alianzas con un podemismo incapaz de afrontar realidades de parvulario, así como de una gestión catastrófica que ya a nadie engaña bajo el soniquete de su demagogia bananera. Es difícil imaginar que barones regionales de mucho predicamento estén dispuestos a inmolarse y ser barridos en sus feudos por solidaridad con el camarada Sánchez, personaje al que dieron en su momento cortina y puerta dentro del partido. Mas lo que también se anuncia es una probable maniobra desde tales instancias, orientada a que la opinión pública se convenza de que el desbarajuste sanchista en todos los órdenes, especialmente el económico, es hazaña exclusiva de Sánchez y su impresentable cohorte ministerial, mientras que el PSOE de los cien años de honradez nada tendría que ver con semejante experimento, fruto de un aventurerismo que ha acabado como ha acabado. Es más, posiblemente y conforme al cambalache habitual, el PSOE de aparato termine haciéndose la víctima para disimular su primerísima y directa responsabilidad, en lo que presentará como denostado paréntesis dentro de una larga e irreprochable trayectoria.
Cambalaches similares son de esperar de un PP que, bajo la presidencia del recién llegado Feijoo, ha hecho saber sus próximos derroteros. El principal problema para los populares es el ascenso de un Vox que no tardará en disputarle la hegemonía de la derecha, algo que, al hilo del discurso propio, supondría un verdadero terremoto, una crisis irreversible del que es todavía primer partido de la oposición, con ínfulas de un liderazgo que a no tardar se verá obligado a disputar. Situación difícil y comprometida, cuya previsible salida pasará por forzar, maniobra que anticipa el Feijoo plebiscitario del último congreso, una vuelta a la acomodaticia política rajoyesca, basada en una gestión pasable pero ignorando las cuestiones “culturales”, gracias al oportunismo que facilitaría su enésimo posicionamiento centrista, desde una calculada indefinición en lo fundamental. Todo para favorecer la vieja componenda del bipartidismo y la alternancia imperfecta, que supone el entendimiento con el PSOE de PER, ERES y UGT, en aras de la supervivencia a título de fuerza segundona aunque con posibilidad de llegar al poder, incluso merced a la avenencia si no apoyo parlamentario de una izquierda igualmente centrada, y vuelta en apariencia al redil socialdemócrata.
De hecho, esta misma semana el vecino monclovita reclama entrevista y presencia del Feijoo amigable para quien todos caben y suman, dispuesto a avalar, supondremos por responsabilidad, el catastrófico gobierno de Sánchez. Aunque acaso el nuevo líder popular esté pensando ya para comodidad propia en un apaño con el PSOE de toda la vida, bajo marchamo moderado y convenientemente liberado de su lastre podemita.






















Normas de participación
Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.
La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad
Normas de Participación
Política de privacidad
Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.116