Jueves, 04 de Diciembre de 2025

Redacción
Jueves, 14 de Abril de 2022
HABLEMOS

Elecciones ilustrativas

Carlos Domínguez

[Img #64766]   La primera vuelta de las presidenciales francesas ha resultado clarificadora, siendo el país vecino por lo común laboratorio de los grandes experimentos políticos dentro del espacio europeo. En Francia se ha hecho patente, en primer lugar, el hundimiento de un socialismo que durante décadas se camufló bajo el atrezo socialdemócrata, debido al fracaso de  su gran modelo, un Estado del Bienestar en ruina debido en gran parte a la demagogia buenista de una izquierda que, además de dividir peligrosamente a la sociedad francesa, ha generado con sus políticas la carga inasumible de una inmigración masiva, de difícil integración mas no por ello excluida del generoso dispendio de unas prestaciones públicas de imposible financiación.

 

   Sin embargo, y aun a la espera de la segunda vuelta, los comicios franceses acreditan la crisis irreversible de una partitocracia oficialista, aferrada a los privilegios del poder desde el monopolio de las instituciones. Que un arribista sin ideario, proyecto ni convicción salvo parasitar en lo personal el generosísimo mana de la vida pública, pase con cierta ventaja a la segunda vuelta, no significa otra cosa que el sistema tradicional de unos partidos y líderes cada vez más alejados del interés de la ciudadanía se encuentra agotado. Macron probablemente se alce con la presidencia, pero lo hará de hecho según se viene repitiendo como un mal menor, como solución de apaño frente a un lepenismo que padece el mal de la derecha continental, incapaz de articular desde posiciones conservadoras un programa e ideario consecuente con las realidades del mundo actual.

 

   La Francia jacobina es nación que lleva en sus genes el estatismo al servicio de una grandeur ridícula, como ridícula fue la visita al sátrapa del Kremlin, para sufrir un ninguneo de muy difícil aceptación para el orgullo nacional galo. Cuando en la línea de salida de la segunda vuelta el Macron supuestamente liberal hace pasar su renovación, en lo que toca al cargo y prebenda del Elíseo, por el aval centrista o comunista de simples facciones en un escenario político absolutamente dividido, se hace evidente la descomposición no ya de un sistema partitocrático ejemplar en lo peor de sus vicios, sino de la estructura misma de un Estado incapaz de enfrentarse a sus gravísimos problemas, así los de su modelo económico y social, junto a los derivados de un caduco afán de protagonismo en la esfera internacional.

 

   Macron es una nada política, pero la Francia que anuncia tampoco se le queda corta, incluso desde el improbable triunfo de Marine Le Pen, soñando con restaurar hegemonía y liderazgo de su país. Y ya se sabe, para ellos África comienza siempre en los Pirineos. Bien está, dado que por aquí con Sánchez ya tenemos lo nuestro. Pero no dejaremos de asistir con relativa delectación a lo que, a medio plazo, se convertirá en saludable cura de humildad para unos eternos supremacistas aspirando a señorear, en lo político y lo cultural, el resto del continente europeo.

Comentarios Comentar esta noticia
Comentar esta noticia

Normas de participación

Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.

Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.

La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad

Normas de Participación

Política de privacidad

Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.116

Todavía no hay comentarios

Quizás también te interese...

Con tu cuenta registrada

Escribe tu correo y te enviaremos un enlace para que escribas una nueva contraseña.