VIERNES SANTO
El Santo Entierro, el poder enlutado
Real Cofradía que vincula el poder temporal con el poder religioso y la estética
Hemos dejado a Zamora alucinada, cansada, dormida tras finalizar la procesión de los trabajadores, de la gente sencilla, de la hoz y el martillo, y, cuando la tarde apenas se reconoce en la siesta, el casco viejo de la ciudad contempla la hermandad, vínculo eterno, desde que el hombre se civilizó, entre el poder y la religión, entre la política y la Iglesia católica.
La Real Cofradía del Santo Entierro enluta a sus miles de hermanos con la túnica más costosa y preciosa de las cofradías zamoranas.
Terciopelo negro, que busca al sol como cómplice necesario de su esplendor. Si bien el hermano de fila, y el que se mortifica en la carga del grupo, prefieren que la luz no castigue más su penitencia.
Los representantes del pueblo, de la gente que calla, del silencio ante la injusticia, acompañan, luciendo elegancia sobre sus cuerpos, al cortejo mortuorio, que muestra algunos de los grupos escultóricos más personales, grandiosos e impactantes de la Semana Santa zamorana. La merienda en los alrededores de la Seo y el parque del Castillo nos demuestra que la tradición, si alguien lo duda, se ha impuesto en la Pasión de la ciudad del alma.
Lógico. Siglo XXI. Fe y razón. Imposible.
Eugenio-Jesús de Ávila
Hemos dejado a Zamora alucinada, cansada, dormida tras finalizar la procesión de los trabajadores, de la gente sencilla, de la hoz y el martillo, y, cuando la tarde apenas se reconoce en la siesta, el casco viejo de la ciudad contempla la hermandad, vínculo eterno, desde que el hombre se civilizó, entre el poder y la religión, entre la política y la Iglesia católica.
La Real Cofradía del Santo Entierro enluta a sus miles de hermanos con la túnica más costosa y preciosa de las cofradías zamoranas.
Terciopelo negro, que busca al sol como cómplice necesario de su esplendor. Si bien el hermano de fila, y el que se mortifica en la carga del grupo, prefieren que la luz no castigue más su penitencia.
Los representantes del pueblo, de la gente que calla, del silencio ante la injusticia, acompañan, luciendo elegancia sobre sus cuerpos, al cortejo mortuorio, que muestra algunos de los grupos escultóricos más personales, grandiosos e impactantes de la Semana Santa zamorana. La merienda en los alrededores de la Seo y el parque del Castillo nos demuestra que la tradición, si alguien lo duda, se ha impuesto en la Pasión de la ciudad del alma.
Lógico. Siglo XXI. Fe y razón. Imposible.
Eugenio-Jesús de Ávila




















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