VIERNES SANTO
Nuestra Madre, una soledad acompañada
La entonación de la Salve por ángeles femeninos, momento emotivo de la Pasión
Nuestra Madre es como una Soledad acompañada. Cofradía mixta, pero con sabor a feminidad, a mujer, a tres generaciones, abuelas, madres y jóvenes que algún día traerán nueva vida a este mundo de muerte. Los varones se convierten en coro, nunca en protagonistas del desfile. Mejor.
Las damas otorgan un toque de distinción en aquellas hermandades en las que las vírgenes son las protagonistas. El regreso de las religiones paganas cuando la mujer era diosa, cuando el hombre no era nadie. Después vendrían los semitas: judaísmo, cristianismo e islam. El Dios macho, el dictador.
El cortejo lo organizan congregantes con caperuz. Vale. Pero la sensibilidad, la poesía, la clase vienen dadas por la mujer. Sé que el hombre es, esencialmente, hedonista. Solo le mueve el placer.
La mujer es tan superior que crea vida sufriendo, que ama hasta el paroxismo. Nuestra madre transforma el dolor en arte, las lágrimas en estrofas, la muerte en vida. Si Dios existiese, sería un ser femenino.
La cofradía de Nuestra Madre ha alcanzado seriedad, prestigio y carisma durante estos últimos años. Isabel García Prieto, su presidenta, y su junta directiva son culpables de esta punto de inflexión en una hermandad especial de la Pasión zamorana.
Nuestra Madre alcanza el paroxismo cuando camina hacia la Plaza Mayor, donde el coro de ángeles femeninos, de ángeles mortales, entonan la Salve, uno de los momentos más emocionantes de la Semana Santa de Zamora. Donde hay mujeres, hay vida.
Eugenio-Jesús de Ávila
Nuestra Madre es como una Soledad acompañada. Cofradía mixta, pero con sabor a feminidad, a mujer, a tres generaciones, abuelas, madres y jóvenes que algún día traerán nueva vida a este mundo de muerte. Los varones se convierten en coro, nunca en protagonistas del desfile. Mejor.
Las damas otorgan un toque de distinción en aquellas hermandades en las que las vírgenes son las protagonistas. El regreso de las religiones paganas cuando la mujer era diosa, cuando el hombre no era nadie. Después vendrían los semitas: judaísmo, cristianismo e islam. El Dios macho, el dictador.
El cortejo lo organizan congregantes con caperuz. Vale. Pero la sensibilidad, la poesía, la clase vienen dadas por la mujer. Sé que el hombre es, esencialmente, hedonista. Solo le mueve el placer.
La mujer es tan superior que crea vida sufriendo, que ama hasta el paroxismo. Nuestra madre transforma el dolor en arte, las lágrimas en estrofas, la muerte en vida. Si Dios existiese, sería un ser femenino.
La cofradía de Nuestra Madre ha alcanzado seriedad, prestigio y carisma durante estos últimos años. Isabel García Prieto, su presidenta, y su junta directiva son culpables de esta punto de inflexión en una hermandad especial de la Pasión zamorana.
Nuestra Madre alcanza el paroxismo cuando camina hacia la Plaza Mayor, donde el coro de ángeles femeninos, de ángeles mortales, entonan la Salve, uno de los momentos más emocionantes de la Semana Santa de Zamora. Donde hay mujeres, hay vida.
Eugenio-Jesús de Ávila























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