Sábado, 22 de Noviembre de 2025

Eugenio de Ávila
Viernes, 22 de Abril de 2022
PASIÓN POR ZAMORA

Potenciar el turismo zamorano

Esteban PedrosaNi soy un optimista antropológico, como se confesó Zapatero, el presidente que inició la quiebra de la unidad de España, ni, como el alma zamorana peco de apatía antropológica. Soy tan solo realista, sé sobre el suelo que piso y no me masturbo la mente soñando viajar un día hasta los anillos de Saturno. En absoluto. Pero afirmo que esta provincia posee un enorme potencial turístico, también industrial, si las extraordinarias materias primas que produce nuestra tierra se transformasen en aquí, no que se exportaran, en bruto, a otros lares, donde quedan los beneficios. Me olvido del sector primario y del terciario, para dedicarme al de los servicios.

 

Me temo que no hemos sabido vender nuestro turismo. No soy técnico en el asunto, pero sí sé lo que demanda cierto tipo de viajero, de turista, aquel que busca arte, cultura, gastronomía, paisajes y disfrutar, a la vez, de actividad física. Zamora, ciudad y provincia, lo tienen todo. Voy con la capital: merced a la labor impagable que realizó Rosa Vadeón, se recuperaron más de una veintena iglesias románicas, abandonadas durante décadas. Recuerdo que, siendo director de La Voz de Zamora, mi primera demanda-denuncia consistió en el deplorable estado que mostraba uno de los templos más bellos del románico zamorano, el de Santiago del Burgo. La regidora recogió el testigo. Pidió dinero a Herrera y la Junta de Castilla y León descargo una cifra millonaria para recobrar la belleza de esas iglesias.

 

Zamora, sus responsables turísticos, no ha sabido vender su historia. El Cerco de Zamora, argumento al que Shakespeare habría sacado partido teatral, tanto como a Macbeth, el Rey Leal, Ricardo III o Hamlet, apenas se explotó culturalmente, ahora se ha tomado en serio por parte del Ayuntamiento. Solo la Asociación Ocellum Durii supo que ahí había un filón. Se necesitaría escribir una obra de teatro que se representara en nuestra ciudad, en el teatro Principal, al menos, una semana al año. Por supuesto, habría que celebrar culturalmente ese año 1072 todos los años. La muerte del rey Sancho en nuestra ciudad, cambió la historia medieval de España. Aquí nace la figura de El Cid, que después venden otras provincias de Castilla, cuando el génesis es una ciudad leonesa, la nuestra.

 

Somos también la Ciudad del Romancero. Pero se ignora. Hay 41 romances de El Cerco de Zamora. Cinco de Bernardo El Carpio. Casi 50 leyendas. Y, además, el Romancero de Toro, con la Batalla y “Después de la Batalla”. Yo no voy a escribir esa cursilería, aunque, de hecho, lo haga, de que hay que poner en valor el Romancero, sino que exigiré que se dé a conocer ese rico legado literario e histórico.

 

Sigo con el turismo. Las murallas de Zamora, famosas, renombradas en tiempos medievales, claman una restauración. No ha mucho tiempo, ¡por fin!, el diputado del PSOE por Zamora, Fagúndez, recibió del ministro de Cultura la buena nueva de que las obras de emergencia se iniciarán durante este año 2022, si bien lo que se necesita es algo más grande, que abarca a todo el recinto defensivo de la vieja ciudad. Cuando se recuperen, el turista conocerá mejor nuestra historia y se recreará en lo que pudo ser Zamora en el medioevo. Hágase una maqueta al respecto. Yo no la conozco. Además, reclamo la reconstrucción de las dos torres del puente románico. Ya existe un proyecto, el de Francisco Somoza, arquitecto zamorano, que se presentó durante el último mandato de Rosa Valdeón. Ese viaducto, con sus dos torres, se convertiría en el más hermoso de España.

 

Voy con los solares en el casco antiguo, tema que los políticos de todos los colores sacan a la palestra en las campañas electorales, para después no hacer nada de nada. También hay edificios en semirruina, algunos conservan solo la fachada, como uno sito en la Rúa de los Notarios, con balcones. Hay que hablar con los propietarios y llegar a acuerdos para acabar con esa imagen grotesca del casco antiguo.

 

Los cantos y las piedras que protagonizan las calles, las rúas y las plazuelas desde la Plaza Mayor a la de la Catedral, producen una enorme incomodidad en los viandantes. ¿Por qué no se arrancan y se colocan baldosas de granito sayagués?

 

Deseo que los restos de la iglesia de San Gil salgan a la luz, se cubran con materiales adecuados y puedan ser admirados por zamoranos y visitantes; no como ahora, con pequeños mosaicos blancos que dibujan el perímetro del templo y una pila bautismal.

 

Y no me olvido de la Torre de la Catedral. ¿Cuándo el Obispado da su brazo a torcer y permite, tras las correspondientes adaptaciones, su accesibilidad? Se lograrían dos efectos: que mucha gente, también zamorana, conozco la ciudad desde esa privilegiada atalaya, y, además, con los fondos recaudados, la Iglesia podría dedicarlos a obras de caridad. Cáritas, mejor que nadie, sabría cómo emplear ese dinero.

 

Y ya que he escrito sobre la Iglesia, me encantaría saber qué piensa hacer con el convento de las concepcionistas, en plena Rúa de los Notarios, ya sin monjitas, libre.

 

Por hoy, 21 de abril, con una primavera que combate con ese invierno que no se resigna a marcharse, apoyado en Eolo y sus vientos del Septentrión,  y la lluvia, poco más que añadir a lo escrito.

 

He brindado nuevas ideas para que nuestro turismo se potencie, que nuestras empresas de hostelería se aprovechen y que los zamoranos nos sintamos orgullosos de nuestro patrimonio. No obstante, solo soy un periodista, veterano, provinciano, y estos asuntos son menester de los políticos.

 

Solo, como colofón, añadir que, además de este potencial de la capital, habría que reunir en torno a ese turismo cultural, conocer Toro, con un patrimonio descomunal; los Arribes del Duero, impresionante cañón; las Lagunas de Villafáfila, cuando más aves pasen allí sus vacaciones, y las bellísimas comarcas de Sayago, Aliste y Sanabria y todos sus encantos paisajísticos, a los que añadir magníficas viandas. Tampoco me olvido de los Valles de Benavente, ni del Monasterio de Moreruela, ni de la belleza de la Tierra de Campos.

 

Zamora posee un enorme potencial turístico, paisajístico, cultural e industrial, amén de energía. Lo tenemos todo y no somos nada. El zamorano, “envuelto en sus harapos”, -como diría Machado- “desprecia cuanto ignora”.

 

De turismo, una de las personas más erudita es una zamorana, es la actual directora general de la cosa, Estrella Torrecilla. No soy quién para descalzarla. Solo intento dar algunas ideas sobre lo que considero que engrandecería nuestra tierra. Perdón.

Eugenio-Jesús de Ávila

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