Balbino Lozano
Sábado, 23 de Abril de 2022
VESTIMENTAS

Mantones y pellizas

[Img #65096]El mantón y la pelliza son prendas de abrigo que se utilizaban antaño, muy  principalmente entre la clase humilde y en el mundo rural. En los gélidos inviernos de  la Meseta castellana era usual ver a las mujeres ataviadas con aquellos mantones de lana negra con flecos, doblados en pico para echárselos sobre los hombros.  Recuerdo  haber visto  aquella peculiar estampa de  la anciana abrigándose con el grueso mantón, pañuelo negro anudado a la cabeza, y atizando el brasero  de cisco a la puerta de la casa.  Eran elementos  con los que combatir  las bajas temperaturas de la época.

Los hombres, solían utilizar,  como clásica prenda de abrigo la pelliza, una gruesa chaqueta con el cuello reforzado de piel o de la misma tela.

Ambas prendas han caído  en desuso, o más bien la moda las han modificado por otras vestimentas que, con los mismos fines de utilización, reciben otros nombres,  como trenkas, anoraks, etc.

Aunque el mantón, como vestido de abrigo de  uso popular, que siendo de componente más ligero se le denominaba toquilla,  podía llegar  a ser   una vestimenta de lujo cuando era de piel o de seda, como son los mantones de Manila.

La pelliza, con la categoría de indumentaria militar, se trataba de un chaquetón de paño, con el cuello y las bocamangas revestidos de astracán y ribeteados  de trencilla de estambre negro.

Allá por los años cuarenta, del pasado siglo XX, en la marquesina del mercado de abastos solía verse a las mujeres vendedoras de frutas y verduras arrebujadas en sus negros mantones.  En sus manos encallecidas por el rudo trabajo de la huerta aparecían  grietas como testimonio  de tenerlas siempre expuestas al frío y manejar con ellas las congeladas berzas y otros productos hortícolas.

Durante los días de la Semana Santa, en los soportales del viejo Consistorio, en la Plaza Mayor  han estado expuestos  grandes murales de fotografías conmemorativas de tiempos pasados.  Puede que  algunos de los niños que aparecen allí retratados, sean ahora ancianos  que se reconozcan en esas imágenes.  Pero indudablemente,  ya no existirán esas dos personas mayores  retratadas en actitud de esperar el paso de alguna procesión, en cuya fotografía  se ve a ella con su negro pañuelo a la cabeza y el mantón de lana para resguardarse del frío que, sin duda haría en aquel momento;  él  se protege con su pelliza y la gorra visera, y ambos están con expresivos rostros de feliz expectación.

Balbino Lozano

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