HABLEMOS
La democracia ante su verdadero enemigo
Carlos Domínguez
Que un Sánchez oportunista cuyo único afán es mantenerse en el poder al precio que sea, incluso a costa del hundimiento del país en todos los campos, desde el económico al de la convivencia y la unidad nacional, afirme a propósito de una referencia torticera al resultado de las elecciones francesas que el peligro no es Putin sino que se halla entre nosotros, supondremos Vox de por medio, raya la indignidad sumada a la mentira. Como toda su clientela política, aquí un socialismo al que, por bien de nuestro país deseamos idéntico futuro que el presente de PSI, PASOK y PSF de madame Hidalgo, Sánchez pasa por alto lo fundamental.
Indudablemente el enemigo vive entre nosotros, pero lo hace no ahora ni en este momento, sino que lo hizo desde que la socialdemocracia decidió hace más de un siglo ejercer de siervo político e ideológico del totalitarismo soviético, cuyas atrocidades fueron lavadas, disimuladas y camufladas por un socialismo que jamás fue democrático, pues nunca renunció a lo esencial del proyecto comunista en cualquiera de sus versiones. La socialdemocracia, gran enemigo de la libertad y los derechos civiles, comenzando por la propiedad privada, jamás abjuró y siempre practicó el intervencionismo, el estatismo, el adoctrinamiento y la manipulación, bajo formas sólo en apariencia blandas, pero extremas cuando se evidencia el hundimiento de un proyecto: el tramposo Estado del bienestar, contaminado de idéntica irracionalidad que la de la abyección histórica y política en que hunde sus raíces.
El Sánchez cuya política amenaza con el desmantelamiento del Estado de derecho como garantía de nuestras libertades, está en lo cierto al afirmar que el enemigo habita dentro de nuestras sociedades, de nuestra organización política y nuestras instituciones. Pero ese enemigo es todo lo que el PSOE representó y representa, en su día al servicio de la Komintern y el estalinismo, hoy del poder personal de alguien cuya hipocresía no conoce límites. Sánchez seguramente no es “Herr Hitler”, pero, dentro de lo que su partido representa a lo largo de una dilatada historia y memoria, tanto por el lado del estalinismo y la Komintern como por el de lo socialdemócrata a modo de disfraz “constitucional”, tiene mucho que ver con el Putin heredero de Stalin, Kruchov, Breznev, Andropov y demás jerarcas del antiguo (¿o no tanto?), imperio soviético. ¿Acaso Sánchez prefiere ignorar a conveniencia, dentro del más puro estilo socialdemócrata, que gobierna gracias a su alianza con comunistas declarados, admiradores expresos del sistema soviético, el castrismo el gulag, la dictadura y la opresión? En fin, ¿dónde está, dónde encontrar al verdadero y único enemigo de la democracia? Fuera, aquí y ahora Putin… Maduro, Canel, Castillo, Obrador y demás patulea. Mas, y adviértalo la derecha partitocrática de una vez, especialmente dentro con el PSOE zapaterista/sanchista reivindicando merced a sus políticas la eterna herencia comunista, volcada en acabar por cualquier medio, incluida una fiscalidad abusiva, con la propiedad privada como condición necesaria para la supresión del resto de libertades civiles.
Que un Sánchez oportunista cuyo único afán es mantenerse en el poder al precio que sea, incluso a costa del hundimiento del país en todos los campos, desde el económico al de la convivencia y la unidad nacional, afirme a propósito de una referencia torticera al resultado de las elecciones francesas que el peligro no es Putin sino que se halla entre nosotros, supondremos Vox de por medio, raya la indignidad sumada a la mentira. Como toda su clientela política, aquí un socialismo al que, por bien de nuestro país deseamos idéntico futuro que el presente de PSI, PASOK y PSF de madame Hidalgo, Sánchez pasa por alto lo fundamental.
Indudablemente el enemigo vive entre nosotros, pero lo hace no ahora ni en este momento, sino que lo hizo desde que la socialdemocracia decidió hace más de un siglo ejercer de siervo político e ideológico del totalitarismo soviético, cuyas atrocidades fueron lavadas, disimuladas y camufladas por un socialismo que jamás fue democrático, pues nunca renunció a lo esencial del proyecto comunista en cualquiera de sus versiones. La socialdemocracia, gran enemigo de la libertad y los derechos civiles, comenzando por la propiedad privada, jamás abjuró y siempre practicó el intervencionismo, el estatismo, el adoctrinamiento y la manipulación, bajo formas sólo en apariencia blandas, pero extremas cuando se evidencia el hundimiento de un proyecto: el tramposo Estado del bienestar, contaminado de idéntica irracionalidad que la de la abyección histórica y política en que hunde sus raíces.
El Sánchez cuya política amenaza con el desmantelamiento del Estado de derecho como garantía de nuestras libertades, está en lo cierto al afirmar que el enemigo habita dentro de nuestras sociedades, de nuestra organización política y nuestras instituciones. Pero ese enemigo es todo lo que el PSOE representó y representa, en su día al servicio de la Komintern y el estalinismo, hoy del poder personal de alguien cuya hipocresía no conoce límites. Sánchez seguramente no es “Herr Hitler”, pero, dentro de lo que su partido representa a lo largo de una dilatada historia y memoria, tanto por el lado del estalinismo y la Komintern como por el de lo socialdemócrata a modo de disfraz “constitucional”, tiene mucho que ver con el Putin heredero de Stalin, Kruchov, Breznev, Andropov y demás jerarcas del antiguo (¿o no tanto?), imperio soviético. ¿Acaso Sánchez prefiere ignorar a conveniencia, dentro del más puro estilo socialdemócrata, que gobierna gracias a su alianza con comunistas declarados, admiradores expresos del sistema soviético, el castrismo el gulag, la dictadura y la opresión? En fin, ¿dónde está, dónde encontrar al verdadero y único enemigo de la democracia? Fuera, aquí y ahora Putin… Maduro, Canel, Castillo, Obrador y demás patulea. Mas, y adviértalo la derecha partitocrática de una vez, especialmente dentro con el PSOE zapaterista/sanchista reivindicando merced a sus políticas la eterna herencia comunista, volcada en acabar por cualquier medio, incluida una fiscalidad abusiva, con la propiedad privada como condición necesaria para la supresión del resto de libertades civiles.






















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