Revolucionarios heroicos

   Resulta chocante ver a socialistas, comunistas y demás vanguardia de una izquierda política extrema y fanática a día de hoy, recular con aparente desánimo de su grandilocuencia farisea contra el capital, la  desigualdad o la explotación universal. A golpe de soflama y propaganda, semejante legión había jurado y perjurado que para ellos, revolucionarios de compromiso irredento, contarían siempre los oprimidos, los desheredados, los desahuciados injustamente por la casta, la banca, las oligarquías del privilegio y una riqueza mal adquirida.

   Pero no; los cuentistas de aquello de la revolución, el socialismo y la ocurrencia de asaltar los cielos, a lo que parece están cansados, y ya les vale, de luchar cual incomprendidos contra la injusticia universal. Ciertamente, algunos se aferran al cargo, la nómina y la prebenda pública, a falta de modus vivendi más allá de chollo y momio del erario. Aun así, lo que causa verdadera estupefacción es la desgana, la apatía, la claudicación de leninistas de pacotilla, intelectualillos de tesis para titularidad con tribunal ad hoc de unos cuantos folios, nunca páginas y aun así generosamente becadas, que de pronto y después de colmar la faltriquera democrática sin renunciar ni a medio euro para obra social, dicen (y practican sin pudor) sentirse cansados, exhaustos al punto de dejar la política plantando a su querido pueblo, a la ingente masa social de explotados, desahuciados, parados, desheredados y resto de barriada proletaria, víctimas de la inquina y maldad capitalistas.

     La duda, casi metódica que nunca retórica, estriba en aclarar si tales personajes ejercen la vagancia o la mangancia, cualidades hoy de demagogos atentos a lo suyo y propio, que en su caso jamás pasará por dar el callo a diario como todo hijo de vecino, incluido el obrero de pisito de 60 m2 y protección oficial en barriada de lo mismo, mientras los listillos de la lucha social, la huelga general y la revolución siempre pendiente, gozan de finca y casoplón de varios millones de euros, fruto sin duda de un honestísimo trabajo en favor de quienes nunca serán llamados a habitar los cielos, sino que a lo más, vistos parcelita y casoplón, tendrán reservada para habitáculo y disfrute la caseta del perro, esto, y no se malinterprete, sólo por la labor de cancerbero revolucionario, que no por la sempiterna condición de marioneta de usar y tirar.