RECUERDOS
Pliegos de cordel de antaño
Los llamados PLIEGOS DE CORDEL eran unos cuadernillos impresos que se exhibían para su venta en tendederos de cuerdas. Tuvieron su máxima difusión en los siglos XVIII y XIX, aunque ya se conocían desde el siglo XV. Narraban temas populares elementales tales como sucesos cotidianos, episodios históricos, legendarios y religiosos.Los PLIEGOS DE CORDEL podían considerarse hermanos de los romances y las coplas de ciegos; estaban escritos con rimas romanceadas e ilustrados con imágenes xilografiadas. Eran recitados o cantados por los vendedores en las plazas de las ferias, de pueblo en pueblo. Sus canciones o recitados solían acompañarlos de instrumentos como la zanfona, el violín, la vihuela o pequeños acordeones. Los intérpretes solían ser mendigos invidentes.Se llegó a decir que, en la historia de la literatura, se trataba de un género tan denostado como popular, refiriéndose a los pliegos de cordel, trovos amorosos, pasillos de comedias, matracas, libelos, canciones, romances de ciegos, etc.
En Zamora, para la Feria del Ajo y de la Cerámica Popular del año 1979, el insigne poeta Jesús Hilario Tundidor hizo público unos PLIEGOS DE CORDEL en homenaje a tres escritores que le precedieron y que titulaba: “Pliegos de Cordel Sayagueses, Justo Alejo (1959-1965); Pliegos de Cordel Alistanos, Ignacio Sardá (1915-1979), y Pliegos de Cordel Zamoranos, Alfonso de Peñalosa (1911-1979)”. En los tres cuadernillos hacía una selección de poemas, romances e historias de cada uno de los tres literatos zamoranos.
En el ámbito histórico de la lírica de la canción y del romancero de la época, así como las narraciones de aventuras, la literatura de cordel tuvo su origen en el romancero luso-español. El término “cordel” está ligado a la forma de comercialización de aquellos folletos que se exhibían colgados en cuerdas.
Don Miguel de Unamuno definía así la literatura de cordel: “Aquellos pliegos encerraban la flor de la fantasía popular y de la historia, los había de historia sagrada, de cuentos orientales, de epopeyas medievales del ciclo carolingio, de libros de caballería, de hazañas de bandidos y de la guerra civil de los siete años. Eran el sedimento poético de los siglos, que después de haber nutrido de cantos y relatos que han consolado la vida a tantas generaciones, rodando de boca en oído y de oído en boca, contados al amor de la lumbre, viven, por ministerio de ciegos callejeros, en la fantasía, siempre verde, del pueblo”.
Balbino Lozano
Los llamados PLIEGOS DE CORDEL eran unos cuadernillos impresos que se exhibían para su venta en tendederos de cuerdas. Tuvieron su máxima difusión en los siglos XVIII y XIX, aunque ya se conocían desde el siglo XV. Narraban temas populares elementales tales como sucesos cotidianos, episodios históricos, legendarios y religiosos.Los PLIEGOS DE CORDEL podían considerarse hermanos de los romances y las coplas de ciegos; estaban escritos con rimas romanceadas e ilustrados con imágenes xilografiadas. Eran recitados o cantados por los vendedores en las plazas de las ferias, de pueblo en pueblo. Sus canciones o recitados solían acompañarlos de instrumentos como la zanfona, el violín, la vihuela o pequeños acordeones. Los intérpretes solían ser mendigos invidentes.Se llegó a decir que, en la historia de la literatura, se trataba de un género tan denostado como popular, refiriéndose a los pliegos de cordel, trovos amorosos, pasillos de comedias, matracas, libelos, canciones, romances de ciegos, etc.
En Zamora, para la Feria del Ajo y de la Cerámica Popular del año 1979, el insigne poeta Jesús Hilario Tundidor hizo público unos PLIEGOS DE CORDEL en homenaje a tres escritores que le precedieron y que titulaba: “Pliegos de Cordel Sayagueses, Justo Alejo (1959-1965); Pliegos de Cordel Alistanos, Ignacio Sardá (1915-1979), y Pliegos de Cordel Zamoranos, Alfonso de Peñalosa (1911-1979)”. En los tres cuadernillos hacía una selección de poemas, romances e historias de cada uno de los tres literatos zamoranos.
En el ámbito histórico de la lírica de la canción y del romancero de la época, así como las narraciones de aventuras, la literatura de cordel tuvo su origen en el romancero luso-español. El término “cordel” está ligado a la forma de comercialización de aquellos folletos que se exhibían colgados en cuerdas.
Don Miguel de Unamuno definía así la literatura de cordel: “Aquellos pliegos encerraban la flor de la fantasía popular y de la historia, los había de historia sagrada, de cuentos orientales, de epopeyas medievales del ciclo carolingio, de libros de caballería, de hazañas de bandidos y de la guerra civil de los siete años. Eran el sedimento poético de los siglos, que después de haber nutrido de cantos y relatos que han consolado la vida a tantas generaciones, rodando de boca en oído y de oído en boca, contados al amor de la lumbre, viven, por ministerio de ciegos callejeros, en la fantasía, siempre verde, del pueblo”.
Balbino Lozano























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