Pintarse las partes

La primavera florece con noticias de apariencia alegre, juveniles, aunque puedan ser también locuras infantiles. ¿Era una rosa y morada flor?¡Nooo! Se abría, sí, pero con otra condición. Acuarelas, lápices de colores circulaban por una mesa donde las enmascaradas acometían aquella artística campaña. Tales damas -así llamadas antes- decían querer aprender lo que sucede en el encuentro con Eros hablando de sus intimidades. Extraña celebración de sábado santo pasó en Soria, cuando el gobierno socialista pagó con los dineros de sus vecinos un taller titulado "Píntate el toto", dibujando sus atributos reproductivos en bolsas que luego portan al supermercado o a los comercios llenándose tal vez con semillas -¿trigo limpio?- o lencería y otras prendas, ¿quién sabe? ¡Qué civilizaciones promueven tales florecimientos? Romanos decadentes portaban atributos masculinos fertilizadores en collares antes de caer de rodillas ante los bárbaros. Nos recordarán -si el mundo sigue- como disparatados: el pudor hace tiempo que no existe.

Con estas acciones llamativas consideraron dar pasos adelante en el tratamiento de las cuestiones sexuales centrados en las mujeres, para esto se han acumulado enormes presupuestos en un ministerio de igualdad que proclama sus trágicas desigualdades.

Siempre parecieron toscos y aun groseros los jovencitos que en su expansión hormonal se dedican a dibujar en baños o paredes el atributo de su masculinidad, amenazante... Pero parece que si ellas lo hacen, subvencionadas con los impuestos de los contribuyentes, amparados por las locales instituciones, se convierten los dibujitos en sagradas artes. ¿Esta "cultura" ayuda verdaderamente a la mujer? Más bien provoca rechazo. Si la derecha antigua era criticada por el excedente en la barriga de sus oligarcas, banqueros, burgueses o clérigos, la izquierda lo es por la prominencia de la parte más baja del abdomen que tanto resaltan, alaban, pintan y ensalzan.

Nadie sensato discute ahora la igualdad de derechos entre varones y mujeres, pero crecen las críticas ante extremosas exageraciones. Aprender sobre nuestra genitalidad me parece fenomenal, pero derrochar a cargo del erario público fomentando patéticas actuaciones ya no tanto, mas los socialistas son quienes estas propuestas engendran, generan, gestan y paren. Resulta algo desacertado cuando muchos están sin trabajo o a punto de perderlo, asfixiados por el fisco, con las empresas arruinadas, sin poder poner las calefacciones cuando el frío aprieta, apretándose el cinturón al ir a la compra, cuando nos burlan con los precios del combustible: lo que de un lado bajan, de otro suben... Recaudan y exprimen nuestros caudales, vaciando nuestras propiedades para nutrir a toda la pandilla de ministros -la mayor que nunca sostuvimos, nunca hubo tanta casta- y necios asesores. Hay que pagar con los impuestos estos talleres y otros, tal vez más alegres.

Somos una sociedad de mucha sexualidad y poca productividad, que para eso cayó en picado la natalidad, en una fosa común que nos ha de sepultar...

Ilia Galán