DENUNCIAS
El jueves, una caída; el viernes, una reparación
La actuación municipal fue muy rápida, pero este accidente nos recordó necesidades de nuestras calles y que se pueden evitar muchos percances con soluciones previas
Un jueves cualquiera, concretamente de la semana pasada, seria mediodía, cuando unas personas asistían a una señora que, tras dar un trompicón con un registro hundido con respecto al resto del nivel de la acera, acababa en el suelo, justo en el paso peatonal. Otras viandantes, posteriormente, acompañaron a la accidentada, en espera de que el personal sanitario solicitado para la ocasión llegara.
Los minutos pasaban, parece que en estos momentos lo hacen muy lentamente, y nada con pinta de ambulancia se acercaba al lugar requerido. Aunque las lesiones, visibles, herida en rodilla, que se apreciaba incluso a través del roto provocado en el pantalón, no parecía importante, sí que precisaba ser curada y más cuando se lamentaba de que ciertos dolores iban apareciendo y aumentando.
Ni corta ni perezosa, una de los personas que hizo una parada en su camino por si se necesitaba de su ayuda, comunicaba con la Policía Municipal, que informaba, tras escuchar lo acontecido, que, obviamente, poco tenían que ver con los retrasos del personal sanitario, pero que el registro peligroso sí que era cosa suya. Otra llamada a Emergencias dio cuenta de que, al fin, una ambulancia había quedado libre y que se ponía en camino. Tras su llegada y evaluación, decidieron llevar a un centro médico a la señora, para su atención.
Había pasado solo un día y un cono rojiblanco señalaba el lugar del suceso. Pero no, no advertía solo del peligro, indicaba que se había reparado. Era tan sencillo como retirar de la arqueta el marco de la tapa y colocarlo nuevamente al mimo nivel que las losas de la acera. Otro pirulo, unos metros más allá, hacía ver que se había practicado la misma operación con otra tapa que también lo requería.
Algo más alejado y en la mima acera, daba a entender que los operarios habían decidido colocar bien el resto de registros de alumbrado público de la acera de Obispo Acuña, justo enfrente de la residencia de personas mayores. Estupendo. Ahora, queda pendiente que se reparen las baldosas rotas, las otras tapas eléctricas, los registros de llaves de agua, de alcantarillados y de compañías telefónicas. De esta y de otras calles, que están en la misma situación.
Celebrando que, con una inusitada rapidez, se procediera a realizar la reparación de una necesidad que mostró la caída de una persona. Censurado, asimismo, que tenga que producirse cualquier percance para que se tomen medidas. Cuando este y otros muchos accidentes se pueden evitar solo teniendo las cosas en debidas condiciones.
Manuel Herrero Alonso
Un jueves cualquiera, concretamente de la semana pasada, seria mediodía, cuando unas personas asistían a una señora que, tras dar un trompicón con un registro hundido con respecto al resto del nivel de la acera, acababa en el suelo, justo en el paso peatonal. Otras viandantes, posteriormente, acompañaron a la accidentada, en espera de que el personal sanitario solicitado para la ocasión llegara.
Los minutos pasaban, parece que en estos momentos lo hacen muy lentamente, y nada con pinta de ambulancia se acercaba al lugar requerido. Aunque las lesiones, visibles, herida en rodilla, que se apreciaba incluso a través del roto provocado en el pantalón, no parecía importante, sí que precisaba ser curada y más cuando se lamentaba de que ciertos dolores iban apareciendo y aumentando.
Ni corta ni perezosa, una de los personas que hizo una parada en su camino por si se necesitaba de su ayuda, comunicaba con la Policía Municipal, que informaba, tras escuchar lo acontecido, que, obviamente, poco tenían que ver con los retrasos del personal sanitario, pero que el registro peligroso sí que era cosa suya. Otra llamada a Emergencias dio cuenta de que, al fin, una ambulancia había quedado libre y que se ponía en camino. Tras su llegada y evaluación, decidieron llevar a un centro médico a la señora, para su atención.
Había pasado solo un día y un cono rojiblanco señalaba el lugar del suceso. Pero no, no advertía solo del peligro, indicaba que se había reparado. Era tan sencillo como retirar de la arqueta el marco de la tapa y colocarlo nuevamente al mimo nivel que las losas de la acera. Otro pirulo, unos metros más allá, hacía ver que se había practicado la misma operación con otra tapa que también lo requería.
Algo más alejado y en la mima acera, daba a entender que los operarios habían decidido colocar bien el resto de registros de alumbrado público de la acera de Obispo Acuña, justo enfrente de la residencia de personas mayores. Estupendo. Ahora, queda pendiente que se reparen las baldosas rotas, las otras tapas eléctricas, los registros de llaves de agua, de alcantarillados y de compañías telefónicas. De esta y de otras calles, que están en la misma situación.
Celebrando que, con una inusitada rapidez, se procediera a realizar la reparación de una necesidad que mostró la caída de una persona. Censurado, asimismo, que tenga que producirse cualquier percance para que se tomen medidas. Cuando este y otros muchos accidentes se pueden evitar solo teniendo las cosas en debidas condiciones.
Manuel Herrero Alonso
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