PASIÓN POR ZAMORA
Zamora: la mediocracia, razón de nuestra decadencia
Corría el año 1985. En una cafetería cercana a mi casa tomaba un café en compañía del poeta y maestro Waldo Santos. En el transcurso de la conversación, el vate zamorano me aconsejó que me fuera de Zamora, porque aquí no se puede destacar. Me fui a TVE. Dos años. Pero regresé.
Cuento esta anécdota porque esta ciudad no ha cambiado en décadas. Aquí nació Caín. No hay institución ni zamorano que triunfen sin que aparezcan badulaques y malandrines dispuestos a calumniarles, ni hundirles, ni destruirles. El vecino de esta ciudad alcanza el orgasmo más por el fracaso del prójimo que por la gloria propia. Empírico.
En esta ciudad y provincia pensar se castiga, triunfar se pena. Hay que ser sombra para que nadie se fije en ti y te dejen vivir en paz. Si eres un don nadie, un pobre hombre, un tipo vulgar, tendrás una vida sin emociones, no dejarás huella, morirás sin haber dejado nada importante.
Pero si se te ocurre trabajar porque te duele la deriva de Zamora hacia la nada social y económica; si das la cara, dedicas tu tiempo a buscar soluciones a los problemas de nuestra tierra, si propones ideas y proyectos, surgirán personajes, gente mediocre, que intentará, y a veces lo logran, que dedican todo su tiempo a denostarte, criticarte, calumniarte y difamarte.
Y, como el mal no se toma descanso, llegará un momento en el que las instituciones y personas laboriosas, hartas de tantos obstáculos, cacicadas e intrigas, se marcharán, lo dejarán todo, desaparecerán de la primera línea social y económica.
Pongamos ejemplos de esta animadversión hacia toda institución y organismo que destacan, que triunfan, que hacen bien las cosas, que deslumbran: Caja Rural de Zamora. Durante la dirección general de Cipriano García Rodríguez, hombre sencillo, humilde, pero serio y recto, la única entidad financiera de nuestra tierra ha alcanzado logros económicos y sociales extraordinarios. Abrió oficinas en León, Valladolid, Orense y Madrid; sus balances anuales presentan números extraordinarios, no hay un club deportivo, asociaciones culturales, vecinales, medios de comunicación, ya sea prensa escrita, emisoras, la televisión y digitales. Si Caja Rural de Zamora retirase ayudas y publicidad cultura, deporte y prensa recibirían un duro golpe.
Y la Caja también ha sido determinante en la creación de Zamora10, organismo que despertó gran ilusión, tanta como envidia desde el principio. A la ex presidenta de la Diputación y ahora senadora, Mayte Martín Pozo, nunca le gustó que los empresarios, hartos de la inacción de la Cámara de Comercio y CEOE-Cepyme. Hizo lo imposible por entorpecer las acciones de Francisco Prieto Toranzo, otro hombre, zamorano, providencial, que también despierta envidia.
Ni García Rodríguez, ni Prieto Martín, director de Comunicación, son personas conformistas. Ante la decadencia de Zamora, presentaron ideas, proyectos, se movieron, llamaron, preguntaron, buscaron la unión empresarial y de los intelectuales y profesionales liberales de nuestra tierra. Pero los inmovilistas, reaccionarios y, por qué no definirlos así, envidiosos decidieron boicotear, minimizar, esconder y criticar las acciones que pretendían el renacimiento de Zamora, una especie de revolución pacífica y tranquila, una revolución de ideas, de costumbres, de mentalidad.
Y pensar les duele más a los que carecen de talento que a los que conjugan ese verbo. Y, como no tienen ideas para el bien, preparan estrategias para el mal, para el derribo, la deconstrucción, la inmersión. Y quisieron, quieren, pretenderán, que Caja Rural de Zamora y el organismo que gerencia Francisco Prieto fracasen en el caso de la entidad financiera y se cierre, por lo que se refiere a Zamora10.
Y después hay zamoranos que buscan las razones para explicar por qué esta provincia avanza hacia el desierto demográfico irreversible, la capital pierda y pierda habitantes, los jóvenes se vayan lejos en busca de trabajo, se cobren las pensiones más bajas de España, cierren comercios, no se alquilen locales y seamos la provincia española con menos actividad. Somos los últimos en todo…menos en la envidia. El problema de Cipriano García Rodríguez y Narciso Prieto Martín estriba en que triunfaron por su talento, capacidad de trabajo e inteligencia. En Zamora parecen virtudes intolerables para nuestra mediocracia y sus ejecutores.
Eugenio-Jesús de Ávila
Corría el año 1985. En una cafetería cercana a mi casa tomaba un café en compañía del poeta y maestro Waldo Santos. En el transcurso de la conversación, el vate zamorano me aconsejó que me fuera de Zamora, porque aquí no se puede destacar. Me fui a TVE. Dos años. Pero regresé.
Cuento esta anécdota porque esta ciudad no ha cambiado en décadas. Aquí nació Caín. No hay institución ni zamorano que triunfen sin que aparezcan badulaques y malandrines dispuestos a calumniarles, ni hundirles, ni destruirles. El vecino de esta ciudad alcanza el orgasmo más por el fracaso del prójimo que por la gloria propia. Empírico.
En esta ciudad y provincia pensar se castiga, triunfar se pena. Hay que ser sombra para que nadie se fije en ti y te dejen vivir en paz. Si eres un don nadie, un pobre hombre, un tipo vulgar, tendrás una vida sin emociones, no dejarás huella, morirás sin haber dejado nada importante.
Pero si se te ocurre trabajar porque te duele la deriva de Zamora hacia la nada social y económica; si das la cara, dedicas tu tiempo a buscar soluciones a los problemas de nuestra tierra, si propones ideas y proyectos, surgirán personajes, gente mediocre, que intentará, y a veces lo logran, que dedican todo su tiempo a denostarte, criticarte, calumniarte y difamarte.
Y, como el mal no se toma descanso, llegará un momento en el que las instituciones y personas laboriosas, hartas de tantos obstáculos, cacicadas e intrigas, se marcharán, lo dejarán todo, desaparecerán de la primera línea social y económica.
Pongamos ejemplos de esta animadversión hacia toda institución y organismo que destacan, que triunfan, que hacen bien las cosas, que deslumbran: Caja Rural de Zamora. Durante la dirección general de Cipriano García Rodríguez, hombre sencillo, humilde, pero serio y recto, la única entidad financiera de nuestra tierra ha alcanzado logros económicos y sociales extraordinarios. Abrió oficinas en León, Valladolid, Orense y Madrid; sus balances anuales presentan números extraordinarios, no hay un club deportivo, asociaciones culturales, vecinales, medios de comunicación, ya sea prensa escrita, emisoras, la televisión y digitales. Si Caja Rural de Zamora retirase ayudas y publicidad cultura, deporte y prensa recibirían un duro golpe.
Y la Caja también ha sido determinante en la creación de Zamora10, organismo que despertó gran ilusión, tanta como envidia desde el principio. A la ex presidenta de la Diputación y ahora senadora, Mayte Martín Pozo, nunca le gustó que los empresarios, hartos de la inacción de la Cámara de Comercio y CEOE-Cepyme. Hizo lo imposible por entorpecer las acciones de Francisco Prieto Toranzo, otro hombre, zamorano, providencial, que también despierta envidia.
Ni García Rodríguez, ni Prieto Martín, director de Comunicación, son personas conformistas. Ante la decadencia de Zamora, presentaron ideas, proyectos, se movieron, llamaron, preguntaron, buscaron la unión empresarial y de los intelectuales y profesionales liberales de nuestra tierra. Pero los inmovilistas, reaccionarios y, por qué no definirlos así, envidiosos decidieron boicotear, minimizar, esconder y criticar las acciones que pretendían el renacimiento de Zamora, una especie de revolución pacífica y tranquila, una revolución de ideas, de costumbres, de mentalidad.
Y pensar les duele más a los que carecen de talento que a los que conjugan ese verbo. Y, como no tienen ideas para el bien, preparan estrategias para el mal, para el derribo, la deconstrucción, la inmersión. Y quisieron, quieren, pretenderán, que Caja Rural de Zamora y el organismo que gerencia Francisco Prieto fracasen en el caso de la entidad financiera y se cierre, por lo que se refiere a Zamora10.
Y después hay zamoranos que buscan las razones para explicar por qué esta provincia avanza hacia el desierto demográfico irreversible, la capital pierda y pierda habitantes, los jóvenes se vayan lejos en busca de trabajo, se cobren las pensiones más bajas de España, cierren comercios, no se alquilen locales y seamos la provincia española con menos actividad. Somos los últimos en todo…menos en la envidia. El problema de Cipriano García Rodríguez y Narciso Prieto Martín estriba en que triunfaron por su talento, capacidad de trabajo e inteligencia. En Zamora parecen virtudes intolerables para nuestra mediocracia y sus ejecutores.
Eugenio-Jesús de Ávila






























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