Domingo, 14 de Septiembre de 2025

Eugenio de Ávila
Domingo, 22 de Mayo de 2022
RES PÚBLICA

Las cortinas de humo políticas

[Img #66206]Mientras España duplica el paro de Europa, mientras una gran mayoría de la juventud española no trabaja porque no puede, mientras la inflación se come nóminas de funcionarios, pensionistas y trabajadores, las televisiones y medios del poder distraen al rebaño con lo de rey Juan Carlos I, un anciano, monarca rijoso, con querencia por la plata; y lo de la ¿felonía? de Mbappé a Florentino, el gran capitalista, el dueño de un club en cuyo palco se ejecutan los enormes negocios de esta desgraciada nación. La prensa del movimiento blanco define ahora a Manchester City, Chelsea, PSG como clubes estado. ¡Y qué ha sido el Real Madrid desde el ecuador de los cincuenta más que un club estado español, herramienta necesaria, como la televisión, para apacentar al pueblo llano! El Barca no es otra cosa que el cómplice necesario para mantener el engaño, como el PP para las izquierdas, para el PSOE en su día y ahora para los enemigos de la Constitución de 1978.

 

Se trata de distraer e ir colocando medidas que restringen la libertad de las mujeres, para que se vistan de una determinada manera y no muestren su cuerpo, para que se hable como se exige, niña, niño, niñe, aunque se vaya demoliendo el edificio de un idioma riquísimo. Se busca que comamos conejo en Nochebuena, como nos comentaba ese cáncer político llamado Zapatero, el de la fuerza y el honor; que mastiquemos menos carne roja, que consumamos menos lácteos, que los niños piensen lo que desea el poder, que reflexionar no es cosa de las masas, sino de la nomenclatura política; que unos son muy malos y otros muy buenos, que hay que apartar del lado del dios políticos a los que reflexionen en libertad…

 

Prohibir y prohibir. Un verbo que encanta conjugar a este poder omnímodo. Extender cortinas de humo para que el personal no piense en lo importante, en lo esencial para vivir. La gente tiene que seguir votando, pero según una Ley Electoral injusta, que prima a españoles privilegiados, a los que no se sienten tales. Los partidos nos dan el voto hecho. El españolito rubrica la elección de los jerarcas. Y la noria de la historia sigue del fondo del pozo, hasta el brocal. Perpetuar este sistema como si fuera el néctar de la democracia. Hay gente de izquierdas, poco instruida, de escasa lectura, que ignora su enorme filosofía conservadora.

 

Un servidor, en la fase final de mi carrera, confiesa que nunca me gustaron los calamares en su tinta.  Tampoco evito la entrada de los rayos del sol en mi alcoba con cortinas de humo. Y sé que pensar no duele, pero enoja cuando se intenta transformar al pueblo en rebaño.

Eugenio-Jesús de Ávila

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