Eugenio de Ávila
Lunes, 23 de Mayo de 2022
PASIÓN POR ZAMORA

Trabajar contra el progreso de Zamora

Esteban PedrosaSi eres hombre o mujer en nuestra tierra y destacas por tu talento, porte, belleza, elegancia, te conviertes en objetivo esencial para las diatribas, las calumnias y maledicencias de los tipos vulgares, hijos del odio y la envidia. Sostengo que los acomplejados en vez de asumir sus defectos y carencias, extrapolan  ese asco hacia sí mismos hacia el prójimo que triunfa por sus cualidades, laboriosidad y magisterio.

 

Sucede también con las instituciones zamoranas. Si alguna demuestra, con hechos, de forma empírica,  capacidad, liderazgo, éxito económico y social, se le busca las vueltas, se la difama, se la desacredita. Ahora bien, la mediocracia a quién verdaderamente aborrece no es al organismo, sino a su director  y hombres de confianza.

 

Al mediano, al tipo sin brillo y al insulso les duele más el triunfo ajeno que el éxito propio. Demostrable. Al seguidor del Barça, celebraba más las derrotas del Madrid, que los trofeos recogidos, y viceversa.

 

Escribiré con nombres propios ya, tras la introducción: Caja Rural de Zamora no era nadie hace 20 años. Tras periodos convulsos que dieron lugar incluso a la intervención del Banco de España, allá a principios de los 90, la entidad parecía condenada a ser un banco mediocre. Pero hete aquí que Cipriano García Rodríguez, un joven sencillo y prudente, se hizo con la Dirección General de la marca de la espiga, rodeándose de un equipo profesional y de confianza. Y dos décadas después, exhibe balances económicos y sociales extraordinarios e inconcebibles en el génesis de esta centuria. No ha habido milagro, sino trabajo y talento, dos virtudes que fundidas encuentran el camino más abierto para llegar al éxito.

 

Año tras año, he asistido a la presentación del balance anual de la entidad cajera. Y, como un infante, no deja de crecer. No hay mentira, ni embuste, ni medias verdades. La verdad de los números. Las matemáticas no suelen mentir. Y año tras año, García Rodríguez, con el mismo rictus en su rostro, como si se tratase de un  jugador profesional de póker, le cuenta a la prensa cómo va el organismo que dirige. Y después responde a todas las preguntas que se le formulan, algunas estúpidas, otras inteligentes, las menos esenciales. Y nos dibuja la realidad económica de esta provincia. No miente. Acaricia la verdad, que nunca es triste, lo que no tiene remedio.

 

Ahora bien, tanto éxito causa náuseas, vómitos matutinos, a sus enemigos, que los tiene, porque destacar en esta provincia levanta sarpullidos en el alma de los que alcanzaron cargos muy superiores a sus categorías. En esta provincia, hay que ser vulgar para llegar muy alto en el mundo del periodismo, en el económico y en el social.

 

A la Caja Rural de Zamora se la está tratando muy mal por sembrar y recoger excelentes cosechas. Se la denuesta en la Patronal, se la aparta en la Cámara de Comercio. Hay empresarios, una minoría, que la denigran, que acusan a Cipriano García, director general, y Narciso Prieto, director de Comunicación, se meterse en ámbitos impropios de bancarios.

 

A una gran mayoría de la secta política zamorana, a derecha e izquierda, y a una minoría empresarial, que Caja Rural enhebrase emprendedores, intelectuales, profesionales liberales para crear Zamora 10 les provocó serios disgustos, máxime cuando se eligió, con todo mérito, a Francisco Prieto Toranzo, un zamorano que regresó a su patria chica, persona seria, preparada, honrada y sencilla.

 

Desde el principio, ni el PP de Martín Pozo, ni CEOE, ni la Cámara de Comercio de Vidal, apoyaron el proyecto. Voy a ser más claro: intentaron dinamitarlo. Solo este escribidor habló de una quinta columna en el seno del nuevo organismo. El resto de medios, como siempre, servían a varios señores a la vez, porque hay que comer. Un servidor, por si alguna duda, no mastica aire

 

Dolía que Zamora 10 sacara proyectos adelante, porque detrás andaba Caja Rural. Esta nuestra tierra debe ser siempre geografía de emigración de jóvenes, patria de las residencias de mayores y cortijo de unos cuantos mediocres, que van por la vida enarbolando el estandarte de la felonía. Y aquí no se puede pensar, ni ir por libre, ni tener opinión propia. Se quiere una Zamora pequeña, chica, dormida, envejecida. Se anhela una Zamora humilde y silente, que no prospere, que se desangre económica y socialmente. Y Caja Rural se empeñó en buscar una solución al problema. Y eso no se consiente en la provincia donde se piensa en pequeño, como el ama de casa humilde que ahorra solo para barnizar el salón y  la habitación de los niños, comprar otro frigorífico y seguir lavando la loza a mano, con estropajo, y fregar los suelos de rodillas. Pero jamás imaginó cambiarse de barrio e irse al centro de la ciudad.

 

Y esa es la Zamora que estamos haciendo. Una Zamora para andar por casa. Una Zamora que no queremos crezca, porque carecemos de imaginación para pensar en ganar la Liga o la Copa del Rey. Nos produce vómitos pensar en grande. Mediocres para pedir. Vulgares para vivir.

 

Y a Cipriano Garcia y Narciso Prieto se los ocurrió romper con una filosofía reaccionaria, buscar nuevos horizontes, sacar a esta provincia del miedo a ser más, del temor al progreso, de querer ser mucho más que menos.

 

Hay gente que trabaja para el progreso de los zamoranos. Y existe otra gente que labora para que Zamora no conozca el futuro, sino que sea siempre la historia de una infamia.

Eugenio-Jesús de Ávila

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