CON LOS CINCO SENTIDOS
Quizá
No sé si escribirte unos versos desacompasados, con rima asonante o consonante, un soneto quizá, no sé, no es mi fuerte. No nací para medir a la perfección ni rimar contando sílabas adrede, si escribo me ha de salir del alma esa prosa poética que dicen que adorna mi escritura. Tengo mis limitaciones, lo reconozco, pero mis mejores palabras salen cuando las envuelve el candor que emana del corazón y el cerebro unidos en una eterna lucha de tú a tú, en igualdad de condiciones.
Nunca he comprendido (ya ni lo intento) mi carácter antagónico; soy humilde hasta el extremo, pero muy orgullosa cuando defiendo algo en lo que creo a fe ciega. El que conoce de mi persona, lo sabe. No soy de medias tintas. Pero si he de decir algo en mi favor, es que estando en mis peores momentos, jamás perdí la sonrisa, ni la educación exquisita que me enseñaron en casa, ni esa manera de ser que me caracteriza, como si te conociera de toda la vida, aunque aún no haya tenido el privilegio de ver tu rostro.
Soy generosa, a veces, me han dicho que en demasía, hasta tildarme de estúpida; no me importa, doy lo que tengo, comparto lo que la vida me ofrece y no pido nada a cambio, nunca lo he hecho. El altruismo me ha hecho mejor persona de lo que era, si es que en algún momento de mi tormentosa vida fui débil, que no mala. La maldad no cabe en mí, ya tengo el corazón y el cerebro lleno de otras cosas, virtudes y defectos, pero la maldad no está por ninguna parte. Y si la buscas, no la encontrarás en mí.
Quizá espabile, o no. Ya es tarde para mí, ya no viene a cuento. Mi persona está completada, ya no me afectan las críticas ni los sin sentidos. Me dan igual. Hay tanta brevedad en esta vida, todo es tan rápido, que se olvida mañana, o pasado mañana. No merece el esfuerzo de un desmentido. No lo merece.
Quizá espabile, o no. Quizá mi vida esté predestinada a algo grande, o a algo ínfimo e inútil, me da igual. Hice un buen trabajo con las rudimentarias herramientas que me proporcionaron el espacio y el tiempo. Si dejé huella en alguien, supongo que será para bien, por mi afección hacia la bondad. Si hice mal, que no lo creo, fue accidental, sin intención ni conocimiento de tal circunstancia. Aun así, si herí, pido perdón.
Quizá el destino, si es que eso existe y domina nuestro devenir, me premie algún día, aunque sólo sea porque me debe mucho, y lo sabe. Sólo me ha dado las migajas que le sobraban, mientras aguantaba toda la maldad humana en mis puños cerrados a cal y canto. Nunca se abrieron, quedaron tranquilos, inertes, como esperando un mejor porvenir para abrirse como una rosa. Quizá no esté preparada para este mundo incierto y extraño.
Nélida L. del Estal Sastre
No sé si escribirte unos versos desacompasados, con rima asonante o consonante, un soneto quizá, no sé, no es mi fuerte. No nací para medir a la perfección ni rimar contando sílabas adrede, si escribo me ha de salir del alma esa prosa poética que dicen que adorna mi escritura. Tengo mis limitaciones, lo reconozco, pero mis mejores palabras salen cuando las envuelve el candor que emana del corazón y el cerebro unidos en una eterna lucha de tú a tú, en igualdad de condiciones.
Nunca he comprendido (ya ni lo intento) mi carácter antagónico; soy humilde hasta el extremo, pero muy orgullosa cuando defiendo algo en lo que creo a fe ciega. El que conoce de mi persona, lo sabe. No soy de medias tintas. Pero si he de decir algo en mi favor, es que estando en mis peores momentos, jamás perdí la sonrisa, ni la educación exquisita que me enseñaron en casa, ni esa manera de ser que me caracteriza, como si te conociera de toda la vida, aunque aún no haya tenido el privilegio de ver tu rostro.
Soy generosa, a veces, me han dicho que en demasía, hasta tildarme de estúpida; no me importa, doy lo que tengo, comparto lo que la vida me ofrece y no pido nada a cambio, nunca lo he hecho. El altruismo me ha hecho mejor persona de lo que era, si es que en algún momento de mi tormentosa vida fui débil, que no mala. La maldad no cabe en mí, ya tengo el corazón y el cerebro lleno de otras cosas, virtudes y defectos, pero la maldad no está por ninguna parte. Y si la buscas, no la encontrarás en mí.
Quizá espabile, o no. Ya es tarde para mí, ya no viene a cuento. Mi persona está completada, ya no me afectan las críticas ni los sin sentidos. Me dan igual. Hay tanta brevedad en esta vida, todo es tan rápido, que se olvida mañana, o pasado mañana. No merece el esfuerzo de un desmentido. No lo merece.
Quizá espabile, o no. Quizá mi vida esté predestinada a algo grande, o a algo ínfimo e inútil, me da igual. Hice un buen trabajo con las rudimentarias herramientas que me proporcionaron el espacio y el tiempo. Si dejé huella en alguien, supongo que será para bien, por mi afección hacia la bondad. Si hice mal, que no lo creo, fue accidental, sin intención ni conocimiento de tal circunstancia. Aun así, si herí, pido perdón.
Quizá el destino, si es que eso existe y domina nuestro devenir, me premie algún día, aunque sólo sea porque me debe mucho, y lo sabe. Sólo me ha dado las migajas que le sobraban, mientras aguantaba toda la maldad humana en mis puños cerrados a cal y canto. Nunca se abrieron, quedaron tranquilos, inertes, como esperando un mejor porvenir para abrirse como una rosa. Quizá no esté preparada para este mundo incierto y extraño.
Nélida L. del Estal Sastre
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