CON LOS CINCO SENTIDOS
Las trincheras inventadas
Nélida del Estal
Si me preguntas hace veinte o veinticinco años por mi ideología, quizá te hubiera respondido abiertamente, con orgullo y hasta cierta petulancia, que era militante de unos que no diré ahora, porque a nadie le interesa, como dice la canción. El caso es que asisto como espectadora a un circo que no viene a cuento, ni por los tiempos que corren, importantes, ni por las personas que se arrogan el discurso que, supuestamente, quiere el pueblo llano. Pues bien, todos y cada uno de los “mangantes” (literal) que nos gobiernan y la oposición que oposita a oponer, no parecen haber dado palo al agua en su puñetera vida. Siempre habrá honrosas excepciones que no me hacen perder la fe en el ser humano y en que su inteligencia debe de andar por algún sitio…
La mayor parte de los que acusan, difaman, gritan y escupen en el Congreso y en el Senado, en los congresos y en las cámaras autonómicas, no saben realmente lo que significa ostentar el honor de ser el representante de la voluntad y los anhelos de quienes depositaron su voto por ellos, con ilusión y unas ganas infinitas de mejorar todo. Se insultan, broncamente, como si estuvieran en mitad de un parque del extrarradio ciudadano, como si representaran una obra de teatro virtual, a mayor gloria de su secta, sin que sus sectarios seguidores adviertan que se están riendo de ellos; que cuando sus, nuestros, mandamases llegan a casa, se descalzan, se quitan la mierda de los zapatos, y se duchan para quitarse el olor a ti.
Y a reír.
Si me preguntas hace veinte o veinticinco años por mi ideología, quizá te hubiera respondido abiertamente, con orgullo y hasta cierta petulancia, que era militante de unos que no diré ahora, porque a nadie le interesa, como dice la canción. El caso es que asisto como espectadora a un circo que no viene a cuento, ni por los tiempos que corren, importantes, ni por las personas que se arrogan el discurso que, supuestamente, quiere el pueblo llano. Pues bien, todos y cada uno de los “mangantes” (literal) que nos gobiernan y la oposición que oposita a oponer, no parecen haber dado palo al agua en su puñetera vida. Siempre habrá honrosas excepciones que no me hacen perder la fe en el ser humano y en que su inteligencia debe de andar por algún sitio…
La mayor parte de los que acusan, difaman, gritan y escupen en el Congreso y en el Senado, en los congresos y en las cámaras autonómicas, no saben realmente lo que significa ostentar el honor de ser el representante de la voluntad y los anhelos de quienes depositaron su voto por ellos, con ilusión y unas ganas infinitas de mejorar todo. Se insultan, broncamente, como si estuvieran en mitad de un parque del extrarradio ciudadano, como si representaran una obra de teatro virtual, a mayor gloria de su secta, sin que sus sectarios seguidores adviertan que se están riendo de ellos; que cuando sus, nuestros, mandamases llegan a casa, se descalzan, se quitan la mierda de los zapatos, y se duchan para quitarse el olor a ti.
Y a reír.
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