CRÍTICAS
Es urgente recuperar el pensamiento crítico ciudadano
La cultura del enfrentamiento político se ha instalado en la sociedad
Nadie tiene siempre la razón, del mismo modo que nadie está equivocado en todo. Una máxima que parece inapelable y que podríamos suscribir cualquiera de nosotros. No obstante, si semejante aseveración, ideológicamente neutra, se sometiera a debate, produciría, al instante, dos opiniones encontradas, unos a favor y los otros, totalmente en contra.
El ambiente político actual ha sido un caldo de cultivo idóneo que está convirtiendo a este país en bipolar. La cultura del enfrentamiento, iniciado en la política, se ha instalado también en la gente, con idénticos resultados, “o estás conmigo, o contra mí”. Un clima que aprovecha y sabe utilizar la derecha, electoralmente, a la perfección hasta conseguir que gran parte de la población, otrora sensata y de votantes ilusionados, abandone la propia opinión y la convierta en mero “eco” de la que nos llega, “ya cocinada”, a través de los medios de comunicación más potentes y con mayor audiencia, descaradamente, a su servicio.
Salvo un puñado de buenos periodistas, a nivel nacional, que los hay, una gran mayoría de medios se limita a echar por tierra los aciertos de la izquierda y a justificar y aplaudir, hasta con las orejas, cualquier acción o manifestación, por absurda que sea, de la derecha. Estos medios, convertidos en “La Voz de su Amo”, utilizan, a menudo, bulos y grandes titulares manipulados, alejados de la realidad, con el fin de obtener, para los suyos, réditos electorales, supongo que, a la espera de alguna recompensa futura.
Pero en el terreno electoral, como en todo, cuando se parte de premisas falsas, se llega, indefectiblemente, a resultados no deseados. En Madrid, el PP arrasó enarbolando un falso concepto de libertad, más bien libertario, y con un programa en blanco. En CyL, Mañueco, se abrazó raudo a la ultraderecha para gobernar y, ahora, calla y consiente que su vicepresidente se muestre indigno, en sede parlamentaria, humillando a una diputada discapacitada, acuse a la izquierda de “triturar niños en las barrigas de las madres” y “de enseñar posturas sexuales a niños de 6 años” para rematar desprestigiando la especialidad médica del Sr. Igea y ridiculizando alguna de sus pruebas diagnósticas. Un Gallardo crecido que “chupa del bote” 80.000€/año, sin ninguna tarea, mientras afirma que “no nos podemos permitir el Estado de las Autonomías”. ¿Qué ha hecho mal esta región para merecer semejante energúmeno en su gobierno? ¡Que tomen nota los andaluces!
Pero, hayas votado a quien hayas votado y votes a quien votes en el futuro, hay una verdad indiscutible, unos ladran y otros guardan la casa. Este Gobierno de coalición, tan denostado por los medios como criticado por la oposición, ha mantenido a flote el país, tras esta inimaginable sucesión de catástrofes sanitarias, naturales, bélicas y, por ello, todas, también, económicas, como jamás había sucedido. Con sus errores y aciertos, ha capeado, de forma razonablemente buena, muchos de los efectos negativos de todo ello.
Decretó unos ERTEs que han dado cobertura a empresarios y trabajadores; ha evitado desahucios y conseguido moratorias para hipotecas y alquileres. Apostó por el IMV y situó el SMI en los 1000€. Su Reforma Laboral, ha conseguido, en tan difíciles circunstancias económicas, batir todos los récords de empleo y contratos indefinidos. Ha conseguido, en Europa, una excepción energética que supondrá un 30% menos en nuestro recibo eléctrico. Medidas, todas, sacadas adelante con el voto en contra de PP y VOX, que las rechazaron todas.
Una derecha rancia que no cambia por cambiar al jefe. El amiguismo en la gestión sigue siendo norma y permanecen sus tics de corrupción en contratos y comisiones. Son capaces de decir una cosa y la contraria en el mismo discurso. Defiende, su nuevo líder, la urgente necesidad de bajar impuestos para “dejar el dinero en el bolsillo del ciudadano”, pero, contradictoriamente, vota en contra de mejorar sus ingresos, oponiéndose a subidas de sueldos o actualización de pensiones.
Acepto como demócrata, y aceptaré siempre, cualquier resultado electoral, lo cual no quiere decir que entienda algunos de ellos, ni las tendencias que parecen avecinarse según las encuestas. Es realmente asombroso y me resulta complicado comprender cómo pueden, las ovejas, elegir al lobo para que las proteja, abandonando la opción, más lógica y real, del mastín leal que siempre las ha cuidado y se ha ocupado, siempre, de su bienestar. Urge, al respecto, recuperar un cierto pensamiento crítico ciudadano y no votar por inercia, ni en contra de nadie, sino después de analizar lo que cada partido nos ofrece en campaña y lo que han hecho allí donde han gobernado. Solo así se puede reflexionar y apostar, en las urnas, de un modo inteligente, por la opción que consideremos mejor para la mayoría o, al menos, para uno mismo.
Marino Carazo Martín
Nadie tiene siempre la razón, del mismo modo que nadie está equivocado en todo. Una máxima que parece inapelable y que podríamos suscribir cualquiera de nosotros. No obstante, si semejante aseveración, ideológicamente neutra, se sometiera a debate, produciría, al instante, dos opiniones encontradas, unos a favor y los otros, totalmente en contra.
El ambiente político actual ha sido un caldo de cultivo idóneo que está convirtiendo a este país en bipolar. La cultura del enfrentamiento, iniciado en la política, se ha instalado también en la gente, con idénticos resultados, “o estás conmigo, o contra mí”. Un clima que aprovecha y sabe utilizar la derecha, electoralmente, a la perfección hasta conseguir que gran parte de la población, otrora sensata y de votantes ilusionados, abandone la propia opinión y la convierta en mero “eco” de la que nos llega, “ya cocinada”, a través de los medios de comunicación más potentes y con mayor audiencia, descaradamente, a su servicio.
Salvo un puñado de buenos periodistas, a nivel nacional, que los hay, una gran mayoría de medios se limita a echar por tierra los aciertos de la izquierda y a justificar y aplaudir, hasta con las orejas, cualquier acción o manifestación, por absurda que sea, de la derecha. Estos medios, convertidos en “La Voz de su Amo”, utilizan, a menudo, bulos y grandes titulares manipulados, alejados de la realidad, con el fin de obtener, para los suyos, réditos electorales, supongo que, a la espera de alguna recompensa futura.
Pero en el terreno electoral, como en todo, cuando se parte de premisas falsas, se llega, indefectiblemente, a resultados no deseados. En Madrid, el PP arrasó enarbolando un falso concepto de libertad, más bien libertario, y con un programa en blanco. En CyL, Mañueco, se abrazó raudo a la ultraderecha para gobernar y, ahora, calla y consiente que su vicepresidente se muestre indigno, en sede parlamentaria, humillando a una diputada discapacitada, acuse a la izquierda de “triturar niños en las barrigas de las madres” y “de enseñar posturas sexuales a niños de 6 años” para rematar desprestigiando la especialidad médica del Sr. Igea y ridiculizando alguna de sus pruebas diagnósticas. Un Gallardo crecido que “chupa del bote” 80.000€/año, sin ninguna tarea, mientras afirma que “no nos podemos permitir el Estado de las Autonomías”. ¿Qué ha hecho mal esta región para merecer semejante energúmeno en su gobierno? ¡Que tomen nota los andaluces!
Pero, hayas votado a quien hayas votado y votes a quien votes en el futuro, hay una verdad indiscutible, unos ladran y otros guardan la casa. Este Gobierno de coalición, tan denostado por los medios como criticado por la oposición, ha mantenido a flote el país, tras esta inimaginable sucesión de catástrofes sanitarias, naturales, bélicas y, por ello, todas, también, económicas, como jamás había sucedido. Con sus errores y aciertos, ha capeado, de forma razonablemente buena, muchos de los efectos negativos de todo ello.
Decretó unos ERTEs que han dado cobertura a empresarios y trabajadores; ha evitado desahucios y conseguido moratorias para hipotecas y alquileres. Apostó por el IMV y situó el SMI en los 1000€. Su Reforma Laboral, ha conseguido, en tan difíciles circunstancias económicas, batir todos los récords de empleo y contratos indefinidos. Ha conseguido, en Europa, una excepción energética que supondrá un 30% menos en nuestro recibo eléctrico. Medidas, todas, sacadas adelante con el voto en contra de PP y VOX, que las rechazaron todas.
Una derecha rancia que no cambia por cambiar al jefe. El amiguismo en la gestión sigue siendo norma y permanecen sus tics de corrupción en contratos y comisiones. Son capaces de decir una cosa y la contraria en el mismo discurso. Defiende, su nuevo líder, la urgente necesidad de bajar impuestos para “dejar el dinero en el bolsillo del ciudadano”, pero, contradictoriamente, vota en contra de mejorar sus ingresos, oponiéndose a subidas de sueldos o actualización de pensiones.
Acepto como demócrata, y aceptaré siempre, cualquier resultado electoral, lo cual no quiere decir que entienda algunos de ellos, ni las tendencias que parecen avecinarse según las encuestas. Es realmente asombroso y me resulta complicado comprender cómo pueden, las ovejas, elegir al lobo para que las proteja, abandonando la opción, más lógica y real, del mastín leal que siempre las ha cuidado y se ha ocupado, siempre, de su bienestar. Urge, al respecto, recuperar un cierto pensamiento crítico ciudadano y no votar por inercia, ni en contra de nadie, sino después de analizar lo que cada partido nos ofrece en campaña y lo que han hecho allí donde han gobernado. Solo así se puede reflexionar y apostar, en las urnas, de un modo inteligente, por la opción que consideremos mejor para la mayoría o, al menos, para uno mismo.
Marino Carazo Martín
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