Camino de Trascastillo, peatones a tiro de piedra, de tantas que se desprenden

Se han arreglado, se están arreglando y se arreglaran, los muros de trascasillo, no las murallas. Los continuos desprendimientos de parte de las piedras, hacían peligroso el paso de los peatones por las inmediaciones, el riesgo es el riesgo, y cualquier pedrusco, por pequeño que sea, que se desprenda de una altura considerable, pudiera ocasionar algún que otro disgusto, y es evitable. La solución, afianzamiento y argamasa en las juntas para una perfecta consolidación. Durará lo que dure.

Ahora, mejor cuando concluyan los trabajos, los paseantes de la zona nos sentiremos más seguros desde el puente de Piedra hasta Olivares, y más allá. No confiarse, porque acabando la cuesta de la Puerta del Obispo, para seguir en el mismo sentido, hay dos opciones. Continuar por la acera adelante contigua a la calzada, o seguir por el camino algo más elevado de nivel que hay  justo al lado. Nada aconsejable.

Una hilera de arbolillos ocultan, lo intentan no lo consiguen, un talud de tierra con gran desnivel sin muro alguno que lo sujete e impida, que como ocurre ahora se desmorone progresivamente, llegando tierra y algún trozo de piedra al camino de al lado. Solo las raíces de las plantas, arbustos maleza y sobre todo chumberas, hacen lo posible por sostener tanta acumulación de tierra. En verano, cuando mucho de lo verde se convierta en seco, algo ya lo está, habrá un peligro de incendio que puede evitarse. La parte superior está medianamente ajardinada con césped, que se corresponde con la parte visible desde los miradores sur del Castillo, que con sus necesarios riegos, complican aún más la sostenibilidad de la masa de relleno.

Los desprendimiento, dado que no se retiran, se acumulan a ambos lados del camino, tanto en la zona de arboleda, como en los setos que sobre muro limitan con la acera, en algún tramo la zona para caminar se estrecha por esta causa. Pudiera ser una zona bucólica, de agradable paseo, incluso turístico por su emplazamiento  que ampliaría la oferta actualmente restringida a contemplar monumentos antiguos situados a ambos lados de una misma calle, pero no facilitan que así sea.

Tiene peligro solo pasar, sentarse en alguno de los pocos bancos que quedan útiles lo aumenta. Y, antes de que alguno de los baratos defensores de lo indefendible, mantenga que pueden caminar por otro lado, que no lo intenten por la acera contigua, alguna piedra de las que vienen de arriba ha llegado hasta allí también, como demuestran las que siguen en los setos del muro que separa camino de acera. 

Manuel Herrero Alonso