CATÁSTROFE EN LA SIERRA DE LA CULEBRA
Requejo: “¡Haced algo de una vez... se nos quema la provincia y estamos faltos de personal!”
“Los vecinos lo están dando todo, declarad ya el nivel 3”, exhorto dramático de Francisco J. Requejo desde Calzadilla de Tera, el sábado por la tarde
“Faltan efectivos. ¡Haced algo de una vez... se nos quema la provincia y estamos faltos de personal! Los vecinos lo están dando todo”. ¡Declarad nivel 3 de una vez...! si es posible”. Mensaje emitido por Francisco José Requejo a través de redes sociales, el día 18 de junio a las 9.26 p.m.
El presidente de la Diputación se encontraba a esa hora en Calzadilla de Tera. Adivinó que una lengua de fuego del apocalipsis se preparaba para convertir en cenizas, en pasado, en nada, la Sierra de la Culebra. Durante todo el día, a la chita callando, sin que su mano derecha conociese lo que hacía la izquierda, había hablado con bomberos, los del Consorcio, con técnicos, y, con lo más importante, con los vecinos de los pueblos que había
recorrido, en muchos casos tras- ladados en autobuses a pabellones de localidades más alejadas de la tragedia.
Francisco J. Requejo, de paso por la política, ha querido cumplir con esa sagrada palabra, como si fuera Pericles en la Atenas clásica. Sabe que él pasará por la Diputación, pero durante el tiempo que le toque administrar esa gran casa, se olvidará de su empresa, de su familia, de sus amigos para, en momentos gravísimos, como no recuerda esta provincia de elefantes o antílopes, sino con sencillez, chaleco amarillo o ropa de sport, el clásico polo de verano.
El presidente mostraba su enojo con la falta de dinamismo de la Junta de Castilla y León, institución que tardó en percibir que en la Sierra de la Culebra no se jugaba a las hogueras de la Noche de San Juan. Si bien Clara San
Damián, la delegada en la pro- vincia, ya se personó en el puesto de mando el jueves, 16 de junio.
Cuando llegaron Mañueco y su consejero de Medio Ambiente, Suárez-Quiñones, político que, para su desgracia, tiempo antes manifestó aquello de que “man- tener” un operativo de incendios todo el año “era absurdo y un despilfarro”. Este consejero no dimitirá. Quizá tendrá razón. Hay que ahorrar dinero público en estas cuestiones que apenas se suelen dar en la naturaleza, para destinarlo a otros usos y fundaciones.
Requejo trasportó comida, echó mano de una manguera, convivió con los vecinos y los bombe-ros... sudó y sufrió con el pueblo, sin exhibiciones, como uno más.
Mañueco apareció el viernes, por la tarde, en Sarracín. Dio una rueda de prensa en el puesto de mando. Miro mapas, charló con técnicos y miró en la distancia. El sábado, el día más salvaje, jorna- da de pánico, cuando se nos quemaba el alma de la Zamora más verde, en el frente de batalla, en primera línea de fuego, solo estuvo la Diputación y su presidente.
Esa madrugada, cierto es, o a última hora de la noche del sábado, Mañueco parecía coordinar acciones, vía telefónica, desde el despacho de la delegada territorial. Se supone que con aire acondicionado. A esa misma
hora, Requejo olía a humo, su- daba, ayudaba a los vecinos y se convertía en un verdadero representante del pueblo.
Días después, cuando el tiempo cambió y el fuego y su cómpli- ce Eolo se cansaron de devorarvida, la Junta anunció que dos líneas de crédito dirigidas, en primer lugar, a autónomos y microempresas con menos de 10
trabajadores. El objeto del préstamo o crédito está dirigido a inversiones y capital circulante con un tipo de interés fijo máximo de Euribor más el 3 %. Traducción: hay que devolver los préstamos y un tres por ciento más.
Requejo, por su parte, en representación de su institución registró el martes una petición para solicitar que el Consejo de Ministros proceda a la declaración de las localidades cuyos términos han sido afectados por el incen-dio como Zona Afectada Gravemente por una Emergencia de Protección Civil (ZAEPC).
El presidente de la Diputación solicita a la administración regional y nacional “la mayor ce-leridad a la hora de compensar y ayudar a la población afectada”.
Un zamorano, de momento en política, demuestra, con hechos, que él es pueblo, que no está por encima de nadie, que es uno más y que busca cómo paliar esta catástrofe ecológica, social y económica. Sin comparaciones.
“Faltan efectivos. ¡Haced algo de una vez... se nos quema la provincia y estamos faltos de personal! Los vecinos lo están dando todo”. ¡Declarad nivel 3 de una vez...! si es posible”. Mensaje emitido por Francisco José Requejo a través de redes sociales, el día 18 de junio a las 9.26 p.m.
El presidente de la Diputación se encontraba a esa hora en Calzadilla de Tera. Adivinó que una lengua de fuego del apocalipsis se preparaba para convertir en cenizas, en pasado, en nada, la Sierra de la Culebra. Durante todo el día, a la chita callando, sin que su mano derecha conociese lo que hacía la izquierda, había hablado con bomberos, los del Consorcio, con técnicos, y, con lo más importante, con los vecinos de los pueblos que había
recorrido, en muchos casos tras- ladados en autobuses a pabellones de localidades más alejadas de la tragedia.
Francisco J. Requejo, de paso por la política, ha querido cumplir con esa sagrada palabra, como si fuera Pericles en la Atenas clásica. Sabe que él pasará por la Diputación, pero durante el tiempo que le toque administrar esa gran casa, se olvidará de su empresa, de su familia, de sus amigos para, en momentos gravísimos, como no recuerda esta provincia de elefantes o antílopes, sino con sencillez, chaleco amarillo o ropa de sport, el clásico polo de verano.
El presidente mostraba su enojo con la falta de dinamismo de la Junta de Castilla y León, institución que tardó en percibir que en la Sierra de la Culebra no se jugaba a las hogueras de la Noche de San Juan. Si bien Clara San
Damián, la delegada en la pro- vincia, ya se personó en el puesto de mando el jueves, 16 de junio.
Cuando llegaron Mañueco y su consejero de Medio Ambiente, Suárez-Quiñones, político que, para su desgracia, tiempo antes manifestó aquello de que “man- tener” un operativo de incendios todo el año “era absurdo y un despilfarro”. Este consejero no dimitirá. Quizá tendrá razón. Hay que ahorrar dinero público en estas cuestiones que apenas se suelen dar en la naturaleza, para destinarlo a otros usos y fundaciones.
Requejo trasportó comida, echó mano de una manguera, convivió con los vecinos y los bombe-ros... sudó y sufrió con el pueblo, sin exhibiciones, como uno más.
Mañueco apareció el viernes, por la tarde, en Sarracín. Dio una rueda de prensa en el puesto de mando. Miro mapas, charló con técnicos y miró en la distancia. El sábado, el día más salvaje, jorna- da de pánico, cuando se nos quemaba el alma de la Zamora más verde, en el frente de batalla, en primera línea de fuego, solo estuvo la Diputación y su presidente.
Esa madrugada, cierto es, o a última hora de la noche del sábado, Mañueco parecía coordinar acciones, vía telefónica, desde el despacho de la delegada territorial. Se supone que con aire acondicionado. A esa misma
hora, Requejo olía a humo, su- daba, ayudaba a los vecinos y se convertía en un verdadero representante del pueblo.
Días después, cuando el tiempo cambió y el fuego y su cómpli- ce Eolo se cansaron de devorarvida, la Junta anunció que dos líneas de crédito dirigidas, en primer lugar, a autónomos y microempresas con menos de 10
trabajadores. El objeto del préstamo o crédito está dirigido a inversiones y capital circulante con un tipo de interés fijo máximo de Euribor más el 3 %. Traducción: hay que devolver los préstamos y un tres por ciento más.
Requejo, por su parte, en representación de su institución registró el martes una petición para solicitar que el Consejo de Ministros proceda a la declaración de las localidades cuyos términos han sido afectados por el incen-dio como Zona Afectada Gravemente por una Emergencia de Protección Civil (ZAEPC).
El presidente de la Diputación solicita a la administración regional y nacional “la mayor ce-leridad a la hora de compensar y ayudar a la población afectada”.
Un zamorano, de momento en política, demuestra, con hechos, que él es pueblo, que no está por encima de nadie, que es uno más y que busca cómo paliar esta catástrofe ecológica, social y económica. Sin comparaciones.

















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