CATÁSTROFE EN LA SIERRA DE LA CULEBRA
Nos pretenden comprar la desgracia... y son malos pagadores
El Presidente del Gobierno, tras una visita a la Sierra de la Culebra, aderezada, orquestada y puesta en escena al efecto: bajada desde el cielo en un helicóptero, vestido con camisa de manga larga , de color oscuro; ni un sólo coche ante las cámaras, (esto es importante, por lo que se verá). Presentes los mandos de la UME, de la Guardia Civil, superiores de las Unidades de Extinción, Fuerzas Vivas (¡y muy vivas!) de Zamora y las fuerzas agotadas, moribundas, de Aliste… ante todo este escenario, actores, figurantes y “coro ensombrecido” situado tras el escenario en el que actuaban los que tenían algo que representar… En el climax de la obra, el actor principal representa su personaje más ensayado cuando, –tras un abrazo enternecido, enternecedor a una ciudadana, además afectada–, ofrece la salvación de toda la sierra calcinada, abrasada, quemada… ennegrecida cual entrada a los infiernos… y que valora y cuantifica en “dosmillonesde€uros”.
Tras este magnánimo acto de benevolencia, volvió a subir a los cielos dejando un áurea tras de sí que en nada pudo ayudar a nuestras gentes en su bajada a los infiernos, de los que ahora sí que ya están –estamos– más cerca.
Unas horas antes la representación correspondió al Presidente de la Junta… ¡y qué diferencia!…
La llegada de la comitiva salvadora lo hizo de “forma terrestre”, con una decena de coches, todos altos de gama, negros, con chóferes, importados… ¡Craso error! La escena pareciera desafiante… como alardeando de su poder supuestamente salvador. Las cámaras, en este caso, lo filmaron todo, y todo fue mostrado a las audiencias. También el enfado de la población… y la huida de la comitiva motorizada, levantando tras de ella el polvo ennegrecido del ánimo quemado de las personas que no se sintieron visitadas.
Había que arreglar esto. Había que subir la oferta de compra de la desgracia. ¡Y la multiplicaron por 17,5!… hasta llegar a los “treintaycincomillonesde€uros”.
De llegar algún día el precio ofertado por nuestra desgracia, ya tendríamos asegurado un buen funeral.
Gonzalo Julián
El Presidente del Gobierno, tras una visita a la Sierra de la Culebra, aderezada, orquestada y puesta en escena al efecto: bajada desde el cielo en un helicóptero, vestido con camisa de manga larga , de color oscuro; ni un sólo coche ante las cámaras, (esto es importante, por lo que se verá). Presentes los mandos de la UME, de la Guardia Civil, superiores de las Unidades de Extinción, Fuerzas Vivas (¡y muy vivas!) de Zamora y las fuerzas agotadas, moribundas, de Aliste… ante todo este escenario, actores, figurantes y “coro ensombrecido” situado tras el escenario en el que actuaban los que tenían algo que representar… En el climax de la obra, el actor principal representa su personaje más ensayado cuando, –tras un abrazo enternecido, enternecedor a una ciudadana, además afectada–, ofrece la salvación de toda la sierra calcinada, abrasada, quemada… ennegrecida cual entrada a los infiernos… y que valora y cuantifica en “dosmillonesde€uros”.
Tras este magnánimo acto de benevolencia, volvió a subir a los cielos dejando un áurea tras de sí que en nada pudo ayudar a nuestras gentes en su bajada a los infiernos, de los que ahora sí que ya están –estamos– más cerca.
Unas horas antes la representación correspondió al Presidente de la Junta… ¡y qué diferencia!…
La llegada de la comitiva salvadora lo hizo de “forma terrestre”, con una decena de coches, todos altos de gama, negros, con chóferes, importados… ¡Craso error! La escena pareciera desafiante… como alardeando de su poder supuestamente salvador. Las cámaras, en este caso, lo filmaron todo, y todo fue mostrado a las audiencias. También el enfado de la población… y la huida de la comitiva motorizada, levantando tras de ella el polvo ennegrecido del ánimo quemado de las personas que no se sintieron visitadas.
Había que arreglar esto. Había que subir la oferta de compra de la desgracia. ¡Y la multiplicaron por 17,5!… hasta llegar a los “treintaycincomillonesde€uros”.
De llegar algún día el precio ofertado por nuestra desgracia, ya tendríamos asegurado un buen funeral.
Gonzalo Julián





















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