Eugenio de Ávila
Domingo, 10 de Julio de 2022
PASIÓN POR ZAMORA

Valladolid-Burgos crecen y crecen, Zamora encoge y mengua

Esteban PedrosaAl inicio de esta semana que ahora fenece, viajé hasta Valladolid por asuntos privados, muy personales. Ha tiempo, un lustro diría, que no me desplazaba hasta la ciudad del Pisuerga. Y, cada vez que me acerco, mi desprecio por los políticos españoles y por los zamoranos que ocuparon cargos en el ejecutivo autonómico, con Lucas, con Herrera y estos pocos años con Mañueco, y sillón en las Cortes de Castilla y León, con excepción de los que representaron al PSOE, ha ido en aumento.

 

Y recuerdo el Valladolid de mi etapa en TVE, años 1989 y 1990, por no remontarme a mi etapa de juventud, y no tiene nada que ver con el actual. El desarrollo de Pucela ha sido gigantesco, brutal, inimaginable. Las decisiones políticas convirtieron a la capital castellana en una gran ciudad: lo tiene todo. Y todavía, como comprobé el pasado martes, sigue progresando.

 

Mientras, nuestra humilde Zamora, desde el génesis de esta democracia de cartón-piedra, se ha ido empequeñeciendo, menguando, difuminándose, encogiéndose. A nuestra tierra este sistema político la hundió. Desde la entrada en Europa, el dinero que venía de la Comunidad Europea para equilibrar la autonomía se quedó en las provincias que ya eran ricas, mientras con esta ciudad se practicó la caridad. Política.

 

No hubo nadie, ni prensa, en manos de empresarios foráneos, que solo editan el periódico como negocio, que tampoco lo es; ni políticos, tirios o troyanos, que dieran la cara por los zamoranos. Cada cual fue a la suyo. Si mandaba el PSOE, durante las legislaturas de Felipe González, senadores y diputados socialistas por Zamora callaron, guardaron silencio y apoyaron la desestatalización de nuestra provincia. Ni una sola protesta por el cierre de la Ruta de la Plata, del Cuartel Viriato, de la Prisión Provincial, de la Universidad Laboral. Cuando mandaba el PP, primero con Aznar y después con Rajoy, chitón. Los políticos zamoranos conservadores comulgaron con las ruedas de molino que dispusieron sus ejecutivos. Todo iba bien. Lo único importante consistía en cobrar excelentes salarios, que triplicaban los normales en sus respectivas profesiones y…a vivir. ¡Qué les den a los zamoranos, que son medio tontos!

 

Y, como el zamorano es un ser pusilánime y apático, incapaz de protestar, criticar, exigir al poder, como si todavía el franquismo mandase en España, Zamora entró en coma económico y social. Hay comarcas, las del oeste, que ya son, ha tiempo, desiertos demográficos. Lo anunció un catedrático de Geografía Humana de Salamanca, Valentín Cavero, cargo del PSOE en su momento. Algo científico. No ideológico.

 

Y mientras el eje Valladolid-Burgos, con el apéndice palentino, recibió enormes inyecciones económicas, inversiones extraordinarias, infraestructuras, polígonos tecnológicos descomunales. Todo para ellos. El resto de ciudades, como León y Salamanca también cambiaron, se transformaron, se desarrollaron; si bien no tanto como las castellanas. Ávila y Segovia viven del turismo de Madrid, y Soria, como son cuatro gatos, menos de cien mil habitantes en toda la provincia, va tirando. Acostumbrada a perder, ganar le ofendería.

 

Cuando sales de Zamora caes en la cuenta de nuestra pequeñez, de ese camino sin retorno a la nada, a la muerte social y económica. Nuestra falta de carácter y la felonía política nos condujo a la miseria intelectual, a este estar sin ser, a este nihilismo social y religioso. Como se dice en los funerales cuando no se sabe qué frase pronunciar, ya por falta de talento o sentimientos, “no somos nadie”. Sí, paisano, los zamoranos no somos nadie para el Estado, para sus partidos políticos; solo nos tienen en cuenta los caciques porque nos necesitan: somos sus lacayos, su rebaño.

Eugenio-Jesús de Ávila

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