IEZ FLORIÁN D'OCAMPO
Una vez que pasa el llanto…
Una vez que pasa el llanto, cayendo en la resbalina facial la última lágrima, solo queda la estupefacción impregnada, cual mácula óptica, en el fondo de la retina y, a la vez unida, la congoja atenazante, con ese sabor a cobre en la garganta, que nos espeluzna y enerva, ¡cual trallazo!, del impacto escalofriante del real presente que ante nuestra observación, ya no incrédula, se presenta.
Esa negruzca tiznada nada, rasera de un territorio yermo y exhausto, dibujada hasta el límite del horizonte, en medio de salpiqueantes otroras evolutas humeantes y chasquidos de los abrasados geijos que, empujandonos irremisiblemente, cual clavados de pie, a su contemplación, dan emocional paso, tras aguantar la respiración, a la vacuidad de la trágica escenografía.
Que decir ya, en el ahora y en el aquí, por lo gravemente ya visto, ante la calamidad enseñoreada, que argumentar constructivamente, ante tan graves sufrimientos y quebrantos, que silencios guardar, hasta qué acaso, y D. m., amaine todo, qué porvenir esperar, donde ya supervivir era un éxito, qué lecciones aprender ante lo acontecido, …
Somos pobladores de una saga ancestral, ya milenaria y conformadora del hacer hispánico, entre nuestra gente y en nuestra tierra, donde casi todos, repasense nuestras respectivas familias, se marchaban impelidos a la emigración, ¡la salida próspera del pasado!, el ahora clásico aquel de `liar las maletas de siempre´, el obvio y evidente no futuro aquí, que intuimos imperativamente programado, el ir a otear algunas alternativas que aquí nunca se tenían,..
Seguimos, así se observa, con lo de siempre, volvemos a la manida y tópica costumbre de acelerar la sin hueso, en la barra del mostrador, casi bramando, más que razonando, con las `rebrotadas recetas cantinelas´ que ofrecemos, ¡y gratis!, a todos los que nos escuchan o así parece que lo hacen, después de `poner a caldo´ a todo lo que se menea.
Mientras largamos la retahíla de improperios, entre maldiciones, tacos y vanos juramentos, ante las tremendas imágenes, servidas secuencialmente de y por `la caja loca´, observando sitios donde sí hemos estado, que están siendo devorados por las llamas, también estamos viendo convecinos, en pleno titánico esfuerzo, intentando atajar el avance la voraz avalancha de fuego.
A veces, ante la distancia de las imágenes televisadas, no nos damos cuenta, pudiera ser, de que el sol, dentro de esa maquinaria sideral, sigue saliendo, ¡aún sale!, todos los días y además de las caras compungidas que pongamos, a nuestros conciudadanos, de esta, aquella o la otra comarca, ese sol que antes les iluminaba su vida diaria, les está dando un repaso mental completo de su ahora vacía existencia que, ¡de sopetón!, ha cambiado.
Vivimos, es un decir coloquial, en una tierra sometida y sojuzgada, instrumentada como un enclave de una demarcación pre-establecida, en la (in)transición, desde la madrileñalidad conciliabuladora, que nos dibujó un artificial perímetro por donde le vino en gana (¿?), por posible mor de sus intereses/ componendas/tinglados (¿?). Para algunos, que parecen que son muchos en la tri provincial regionalidad leonesa, acontece que: “de tales modos, surgieron aquellos lodos que devinieron en estos lloros”.
Estas comarcas afectadas por los incendios, necesitan de un tiempo nuevo, de un progresivo ponerse al día en todo.
Tenemos una copla regional leonesa que dice: “El tiempo y el desengaño, son dos amigos leales, que despiertan al que duerme y enseñan al que no sabe”
Ante cada vecino, de estas comarcas nuestras arrasadas en los incendios continuados que están teniendo lugar, de este negro ambiente, calcinado paisaje y lunar imagen, se presenta el “muy grave presente” de asumir, desde la más que visible impotencia oficializada [no hace falta insistir en su inefectividad], el como apechugar, ¡y por si mismo!, para poder seguir ahora, en lo extremo del aleatorio vivir, aún existiendo.
El `día a día´ de antes, en estas nuestras comarcas naturales que han crujido pasto de las llamas, por muchas tonalidades cromáticas que pongamos en los antiguos cuadros, parece más que seguro que no va a ser el mismo, que en muchas maneras y formas tanto nuestro paisanaje como nuestro paisaje va a ser, caso de que pueda subsistir, ¡ que está por ver!, seguramente muy otro.
Estas comarcas, hoy destrozadas, necesitan volver a sus orígenes y hacerlo, sin excluir a nadie, de forma fraternal y convivencial. con toda su gente
VALORIO 24-7-2022
Francisco Iglesias Carreño
Del Instituto de Estudios Zamoranos Florián D´Ocampo
Una vez que pasa el llanto, cayendo en la resbalina facial la última lágrima, solo queda la estupefacción impregnada, cual mácula óptica, en el fondo de la retina y, a la vez unida, la congoja atenazante, con ese sabor a cobre en la garganta, que nos espeluzna y enerva, ¡cual trallazo!, del impacto escalofriante del real presente que ante nuestra observación, ya no incrédula, se presenta.
Esa negruzca tiznada nada, rasera de un territorio yermo y exhausto, dibujada hasta el límite del horizonte, en medio de salpiqueantes otroras evolutas humeantes y chasquidos de los abrasados geijos que, empujandonos irremisiblemente, cual clavados de pie, a su contemplación, dan emocional paso, tras aguantar la respiración, a la vacuidad de la trágica escenografía.
Que decir ya, en el ahora y en el aquí, por lo gravemente ya visto, ante la calamidad enseñoreada, que argumentar constructivamente, ante tan graves sufrimientos y quebrantos, que silencios guardar, hasta qué acaso, y D. m., amaine todo, qué porvenir esperar, donde ya supervivir era un éxito, qué lecciones aprender ante lo acontecido, …
Somos pobladores de una saga ancestral, ya milenaria y conformadora del hacer hispánico, entre nuestra gente y en nuestra tierra, donde casi todos, repasense nuestras respectivas familias, se marchaban impelidos a la emigración, ¡la salida próspera del pasado!, el ahora clásico aquel de `liar las maletas de siempre´, el obvio y evidente no futuro aquí, que intuimos imperativamente programado, el ir a otear algunas alternativas que aquí nunca se tenían,..
Seguimos, así se observa, con lo de siempre, volvemos a la manida y tópica costumbre de acelerar la sin hueso, en la barra del mostrador, casi bramando, más que razonando, con las `rebrotadas recetas cantinelas´ que ofrecemos, ¡y gratis!, a todos los que nos escuchan o así parece que lo hacen, después de `poner a caldo´ a todo lo que se menea.
Mientras largamos la retahíla de improperios, entre maldiciones, tacos y vanos juramentos, ante las tremendas imágenes, servidas secuencialmente de y por `la caja loca´, observando sitios donde sí hemos estado, que están siendo devorados por las llamas, también estamos viendo convecinos, en pleno titánico esfuerzo, intentando atajar el avance la voraz avalancha de fuego.
A veces, ante la distancia de las imágenes televisadas, no nos damos cuenta, pudiera ser, de que el sol, dentro de esa maquinaria sideral, sigue saliendo, ¡aún sale!, todos los días y además de las caras compungidas que pongamos, a nuestros conciudadanos, de esta, aquella o la otra comarca, ese sol que antes les iluminaba su vida diaria, les está dando un repaso mental completo de su ahora vacía existencia que, ¡de sopetón!, ha cambiado.
Vivimos, es un decir coloquial, en una tierra sometida y sojuzgada, instrumentada como un enclave de una demarcación pre-establecida, en la (in)transición, desde la madrileñalidad conciliabuladora, que nos dibujó un artificial perímetro por donde le vino en gana (¿?), por posible mor de sus intereses/ componendas/tinglados (¿?). Para algunos, que parecen que son muchos en la tri provincial regionalidad leonesa, acontece que: “de tales modos, surgieron aquellos lodos que devinieron en estos lloros”.
Estas comarcas afectadas por los incendios, necesitan de un tiempo nuevo, de un progresivo ponerse al día en todo.
Tenemos una copla regional leonesa que dice: “El tiempo y el desengaño, son dos amigos leales, que despiertan al que duerme y enseñan al que no sabe”
Ante cada vecino, de estas comarcas nuestras arrasadas en los incendios continuados que están teniendo lugar, de este negro ambiente, calcinado paisaje y lunar imagen, se presenta el “muy grave presente” de asumir, desde la más que visible impotencia oficializada [no hace falta insistir en su inefectividad], el como apechugar, ¡y por si mismo!, para poder seguir ahora, en lo extremo del aleatorio vivir, aún existiendo.
El `día a día´ de antes, en estas nuestras comarcas naturales que han crujido pasto de las llamas, por muchas tonalidades cromáticas que pongamos en los antiguos cuadros, parece más que seguro que no va a ser el mismo, que en muchas maneras y formas tanto nuestro paisanaje como nuestro paisaje va a ser, caso de que pueda subsistir, ¡ que está por ver!, seguramente muy otro.
Estas comarcas, hoy destrozadas, necesitan volver a sus orígenes y hacerlo, sin excluir a nadie, de forma fraternal y convivencial. con toda su gente
VALORIO 24-7-2022
Francisco Iglesias Carreño
Del Instituto de Estudios Zamoranos Florián D´Ocampo


















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