PASIÓN POR ZAMORA
Ya no nos quedan lágrimas que llorar
Escribía en la última edición de “El Día de Zamora” a que a esta maltratada provincia le habían borrado sus preciosos paisajes, su patrimonio natural. El fuego desatado por el cambio climático y agrandado por la falta de prevención y cuidado nos secó las lágrimas. La semana anterior, se nos ha comido mucho de lo que quedaba tras el primer incendio de la Sierra de la Culebra.
Como somos tierra sin gente, por lo tanto, sin importancia, los políticos de aquí y los de allá pasan de nuestras cuitas. Si Zamora se despuebla, mejor, más espacio para la fauna salvaje y los ecologistas urbanos. El fuego, amigo de Eolo y enemigo de la lluvia, nos aparta del progreso.
Ya no hay apenas jóvenes en los pueblos, porque acciones políticas los echaron. No somos tierra pobre. Somos una provincia con muchas energías, un gran potencial, pero directrices políticas nos vaciaron, nos sacaron del medio rural, nos apartaron de un medio de vida secular.
El campo es muy hermoso para pasar una jornada, respirar a pleno pulmón, inspirar el perfume de los árboles y de las flores; pero durísimo para levantarse con el canto de la alondra y dejar la labor cuando Helio busca bañarse en el Atlántico.
Nuestra provincia, además de su patrimonio cultural, debería apostar por su sector primario y la transformación industrial, in situ, de las riquísimas materias primas que produce. Nos hemos hecho muy mayores para reflexionar sobre la política y la vida.
E. J. de Ávila.
Escribía en la última edición de “El Día de Zamora” a que a esta maltratada provincia le habían borrado sus preciosos paisajes, su patrimonio natural. El fuego desatado por el cambio climático y agrandado por la falta de prevención y cuidado nos secó las lágrimas. La semana anterior, se nos ha comido mucho de lo que quedaba tras el primer incendio de la Sierra de la Culebra.
Como somos tierra sin gente, por lo tanto, sin importancia, los políticos de aquí y los de allá pasan de nuestras cuitas. Si Zamora se despuebla, mejor, más espacio para la fauna salvaje y los ecologistas urbanos. El fuego, amigo de Eolo y enemigo de la lluvia, nos aparta del progreso.
Ya no hay apenas jóvenes en los pueblos, porque acciones políticas los echaron. No somos tierra pobre. Somos una provincia con muchas energías, un gran potencial, pero directrices políticas nos vaciaron, nos sacaron del medio rural, nos apartaron de un medio de vida secular.
El campo es muy hermoso para pasar una jornada, respirar a pleno pulmón, inspirar el perfume de los árboles y de las flores; pero durísimo para levantarse con el canto de la alondra y dejar la labor cuando Helio busca bañarse en el Atlántico.
Nuestra provincia, además de su patrimonio cultural, debería apostar por su sector primario y la transformación industrial, in situ, de las riquísimas materias primas que produce. Nos hemos hecho muy mayores para reflexionar sobre la política y la vida.
E. J. de Ávila.



















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