OBITUARIO
Falleció Nates, protagonista de la vida empresarial zamorana durante décadas
Esta madrugada, después de padecer durante un lustro la cruel enfermedad del ELA, nos dejó después de una extraordinaria vida intelectual y economíca
Se nos fue en la grupa de un cometa en la madrugada de las perseidas. Se me murió en el día de mi cumpleaños. Dejó la vida en silencio, con seriedad, sin aspavientos. José Isidro Nates Merodio, zamorano de adopción, fue una especie de conciencia del mundo empresarial de nuestra ciudad y provincia cuando Zamora se desperezaba de una forma de entender los negocios. Y mi amigo íntimo del último lustro, meses antes de que el ELA lo sedujese. Formó parte de un grupo de mujeres y hombres que nunca lo olvidarán: Upe Prieto Aguirre, Marga Ganado, Pedro Martínez Toribio, José Félix Méndez Canseco, Francisco Gustavo Cuesta de Reyna, Rosa Arias, extraordinaria cocinera, chef del afamado restaurante de Montamarta, donde José Isidro, con diferentes amigos, tantas veces restauró su elegante arquitectura. Supo vivir y nos ha dado una lección de cómo aprender a morir. Dignidad se llama a esa figura.
Llegó a nuestra tierra a dirigir la fábrica de San Jerónimo cuando Zamora iniciaba su decadencia, producto de las desinversiones del Estado. Después fue el cerebro de la patronal, cuando los empresarios zamoranos se encontraban más indefensos. Director administrativo de El Correo de Zamora en su etapa más complicada: la transición entre una forma decimonónica de hacer el periódico hasta modernizarlo técnicamente. Hubo lágrimas, luchas, combate. Quizá muchos trabajadores no lo entendieron. Su última labor consistió en dirigir Levira en Zamora, tarea en la que alcanzó grandes éxitos.
No quiero escribir ahora sobre su trayectoria económica, porque me interesa su personalidad, su vida, su forma de ser. Como mi padre, conoció a la mujer de su vida: Inés, una zamorana de la Tierra de Campos, que le dio amor en la salud, una hija delicada y femenina, Elisa, y más amor durante esta cruel enfermedad. En estos cinco años de decadencia, Inés fue esposa, enfermera, su profesión; madre…todo. Nunca presencié tanto amor. Nates murió enamorado. Se nace para amar. Él dio amor y lo recibió. ¡Qué más puede pedir un ser humano cuando vienen a buscarlo las parcas!
En este lustro de extraordinaria amistad degusté su sensibilidad, de su preclaro talento, de su fina ironía, de su inteligencia superior. Compartimos conversaciones profundas sobre la vida y la muerte, a la que vio tan cerca y se enfrentó sin dar un paso atrás. Hablamos de liberalismo y política, de la historia empresarial de Zamora. Le animé a escribir un libro de memorias, porque conoció en profundidad la vida política y económica de nuestra tierra. Quizá fue demasiado tarde.
El sábado anterior fui a saludarle a su casa, desde donde se veía el Duero charlando con el puente de Hierro. Ya no hablaba desde hace tiempo. Susurraba. Prefería que le contase cosas de mi vida y de la del grupo de amigos. Su cerebro seguía mostrando su esclarecida inteligencia. Cruel enfermedad que te destroza el cuerpo, pero te concede analizar la vida con lógica, talento y elegancia.
Me despedí de él, sin saber que iba a ser la última vez que lo vería, con un beso en la frente. Y se me ha muerto un 13 de agosto, el día de mi nacimiento ha mucho tiempo, demasiado. No creo que tardemos en vernos en otra dimensión. Él creía en Dios. Yo, para mi desgracia, no.
Nunca olvidaré a este cántabro de Castro-Urdiales, que apareció por Zamora para darnos lecciones de elegancia, sabiduría y talento. Incluso en su silla de ruedas mostró su distinción, su aristocracia. Ahora, ya habrá fundado otra Montañera, para escalar las cumbres del Paraíso, en singular desafío a San Pedro.
Esta madrugada, miraré al firmamento para ver si veo cruzar el cielo negro a José Isidro Nates con su alma blanca a lomos de una perseida. Y el cielo derramará lágrimas de San Lorenzo.
Corolario: Siento no haber conocido antes a una persona tanta excelencia, un poeta de las montañas, un caballero de la economía, un zamorano de adopción.
Mañana, mirarás tu mar, el Cantábrico, tan fuerte y tan bizarro como José Isidro Nates
Eugenio-Jesús de Ávila
Se nos fue en la grupa de un cometa en la madrugada de las perseidas. Se me murió en el día de mi cumpleaños. Dejó la vida en silencio, con seriedad, sin aspavientos. José Isidro Nates Merodio, zamorano de adopción, fue una especie de conciencia del mundo empresarial de nuestra ciudad y provincia cuando Zamora se desperezaba de una forma de entender los negocios. Y mi amigo íntimo del último lustro, meses antes de que el ELA lo sedujese. Formó parte de un grupo de mujeres y hombres que nunca lo olvidarán: Upe Prieto Aguirre, Marga Ganado, Pedro Martínez Toribio, José Félix Méndez Canseco, Francisco Gustavo Cuesta de Reyna, Rosa Arias, extraordinaria cocinera, chef del afamado restaurante de Montamarta, donde José Isidro, con diferentes amigos, tantas veces restauró su elegante arquitectura. Supo vivir y nos ha dado una lección de cómo aprender a morir. Dignidad se llama a esa figura.
Llegó a nuestra tierra a dirigir la fábrica de San Jerónimo cuando Zamora iniciaba su decadencia, producto de las desinversiones del Estado. Después fue el cerebro de la patronal, cuando los empresarios zamoranos se encontraban más indefensos. Director administrativo de El Correo de Zamora en su etapa más complicada: la transición entre una forma decimonónica de hacer el periódico hasta modernizarlo técnicamente. Hubo lágrimas, luchas, combate. Quizá muchos trabajadores no lo entendieron. Su última labor consistió en dirigir Levira en Zamora, tarea en la que alcanzó grandes éxitos.
No quiero escribir ahora sobre su trayectoria económica, porque me interesa su personalidad, su vida, su forma de ser. Como mi padre, conoció a la mujer de su vida: Inés, una zamorana de la Tierra de Campos, que le dio amor en la salud, una hija delicada y femenina, Elisa, y más amor durante esta cruel enfermedad. En estos cinco años de decadencia, Inés fue esposa, enfermera, su profesión; madre…todo. Nunca presencié tanto amor. Nates murió enamorado. Se nace para amar. Él dio amor y lo recibió. ¡Qué más puede pedir un ser humano cuando vienen a buscarlo las parcas!
En este lustro de extraordinaria amistad degusté su sensibilidad, de su preclaro talento, de su fina ironía, de su inteligencia superior. Compartimos conversaciones profundas sobre la vida y la muerte, a la que vio tan cerca y se enfrentó sin dar un paso atrás. Hablamos de liberalismo y política, de la historia empresarial de Zamora. Le animé a escribir un libro de memorias, porque conoció en profundidad la vida política y económica de nuestra tierra. Quizá fue demasiado tarde.
El sábado anterior fui a saludarle a su casa, desde donde se veía el Duero charlando con el puente de Hierro. Ya no hablaba desde hace tiempo. Susurraba. Prefería que le contase cosas de mi vida y de la del grupo de amigos. Su cerebro seguía mostrando su esclarecida inteligencia. Cruel enfermedad que te destroza el cuerpo, pero te concede analizar la vida con lógica, talento y elegancia.
Me despedí de él, sin saber que iba a ser la última vez que lo vería, con un beso en la frente. Y se me ha muerto un 13 de agosto, el día de mi nacimiento ha mucho tiempo, demasiado. No creo que tardemos en vernos en otra dimensión. Él creía en Dios. Yo, para mi desgracia, no.
Nunca olvidaré a este cántabro de Castro-Urdiales, que apareció por Zamora para darnos lecciones de elegancia, sabiduría y talento. Incluso en su silla de ruedas mostró su distinción, su aristocracia. Ahora, ya habrá fundado otra Montañera, para escalar las cumbres del Paraíso, en singular desafío a San Pedro.
Esta madrugada, miraré al firmamento para ver si veo cruzar el cielo negro a José Isidro Nates con su alma blanca a lomos de una perseida. Y el cielo derramará lágrimas de San Lorenzo.
Corolario: Siento no haber conocido antes a una persona tanta excelencia, un poeta de las montañas, un caballero de la economía, un zamorano de adopción.
Mañana, mirarás tu mar, el Cantábrico, tan fuerte y tan bizarro como José Isidro Nates
Eugenio-Jesús de Ávila























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