OBITUARIO
Antonio Viloria, un arquitecto ejemplar
En mi época de estudiante de arquitectura en Madrid cuando asomaba el nuevo rumbo del país el Colegio Mayor San Juan Evangelista “el Yoni” era el foco de la vanguardia universitaria al que acudíamos de un modo casi religioso buscando el camino que se avecinaba: su arquitectura sincera, austera y audaz materializó los movimientos que allí surgían. Era coautor de la obra Antonio Viloria, paisano y de saga de arquitectos de los que hacen ciudad.
Mi interés por su obra se afianzó con el grupo de viviendas sociales en el casco antiguo de Segovia que recuerdo al visitarlo como un encuentro de adhesión a ese modo de acometer la construcción del espacio urbano, sin más ataduras que la de responder con los medios disponibles al reto de renovar lo ya caduco con el respeto debido al pasado construido.
Lo conocí personalmente trabajando ya en Zamora intentando estar a su altura en un concurso; eso abrió el camino de una amistad de la que me culpo no haber aprovechado mas en lo profesional pero que ha continuado hasta hoy y con ella mi admiración por su obra, su manera de ser arquitecto y su interés por la patria chica en la que ha dejado buenos ejemplos como la iglesia de Castropepe en su juventud o la rehabilitación del palacio episcopal, el edificio contiguo al palacio de los Momos en su madurez y su intervención como arquitecto asesor en el plan de urbanismo del 92 o su Plan del entorno ambiental de la catedral, casi ignorado.
Ya una vez apartado de los proyectos, continuó trabajando por Zamora, escribiendo sobre nuestras carencias urbanísticas e ilustrándonos con publicaciones hasta casi el final de su vida.
Pedro Lucas del Teso, arquitecto
En mi época de estudiante de arquitectura en Madrid cuando asomaba el nuevo rumbo del país el Colegio Mayor San Juan Evangelista “el Yoni” era el foco de la vanguardia universitaria al que acudíamos de un modo casi religioso buscando el camino que se avecinaba: su arquitectura sincera, austera y audaz materializó los movimientos que allí surgían. Era coautor de la obra Antonio Viloria, paisano y de saga de arquitectos de los que hacen ciudad.
Mi interés por su obra se afianzó con el grupo de viviendas sociales en el casco antiguo de Segovia que recuerdo al visitarlo como un encuentro de adhesión a ese modo de acometer la construcción del espacio urbano, sin más ataduras que la de responder con los medios disponibles al reto de renovar lo ya caduco con el respeto debido al pasado construido.
Lo conocí personalmente trabajando ya en Zamora intentando estar a su altura en un concurso; eso abrió el camino de una amistad de la que me culpo no haber aprovechado mas en lo profesional pero que ha continuado hasta hoy y con ella mi admiración por su obra, su manera de ser arquitecto y su interés por la patria chica en la que ha dejado buenos ejemplos como la iglesia de Castropepe en su juventud o la rehabilitación del palacio episcopal, el edificio contiguo al palacio de los Momos en su madurez y su intervención como arquitecto asesor en el plan de urbanismo del 92 o su Plan del entorno ambiental de la catedral, casi ignorado.
Ya una vez apartado de los proyectos, continuó trabajando por Zamora, escribiendo sobre nuestras carencias urbanísticas e ilustrándonos con publicaciones hasta casi el final de su vida.
Pedro Lucas del Teso, arquitecto























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