ANÁLISIS DESDE LA IZQUIERDA
El bienestar social se presenta incierto con un posible Gobierno Feijóo
    
   
	    
	
    
        
    
    
        
          
		
    
        			        			        			        
    
    
    El Gobierno ha sabido capear el temporal con más aciertos que errores
	
	
        
        
        			        			        			        
        
                
        
        ![[Img #69040]](https://eldiadezamora.es/upload/images/08_2022/1518_marino.jpg) Decía mi abuelo que hay que tener cuidado con lo que se desea porque puede hacerse realidad y defraudarnos completamente. La sociedad española parece tener en mente, mayoritariamente, el deseo y certeza de que nos gobernará el recién advenedizo Feijoo.
Decía mi abuelo que hay que tener cuidado con lo que se desea porque puede hacerse realidad y defraudarnos completamente. La sociedad española parece tener en mente, mayoritariamente, el deseo y certeza de que nos gobernará el recién advenedizo Feijoo.
Un “salvador” cuya forma oportunista y nada democrática de llegar a la presidencia del PP, sólo tiene el dudoso mérito de liderar el levantamiento contra Casado. Un “apuñalamiento” por el “delito” de denunciar, parece que, con pruebas, las corruptelas de la todopoderosa Ayuso. Una “noche triste” de Génova en que las ratas corrieron a salvar sus culos junto al nuevo sheriff, con la casi única excepción de Montesinos.
Feijoo se dejó adular y proclamar nuevo emperador de oscura corona. Su estilo e intenciones en nada difieren de su antecesor. Quizás, como auguran las encuestas, llegue a la Moncloa, para desgracia de la mayoría y hacer bueno el dicho del inicio, y suframos, así, todos, sus políticas de recortes, privatizaciones y pérdida de derechos que caracterizan al PP. Ninguno de sus gobiernos anteriores soportaría, en el campo de derechos y conquistas sociales, comparativa alguna con lo conseguido por los socialistas de importantes avances: divorcio, dependencia, sanidad universal, aborto, matrimonio igualitario, eutanasia…
Pero el PP, a la contra, se ha vanagloriado, siempre, de tener como fuerte la gestión económica, una bandera de dudosa veracidad que ondea con escaso sentido. En primer lugar, “cuadrar las cuentas” no significa, necesariamente, una buena gestión económica. Aznar las cuadró a la perfección vendiendo a saldo las grandes empresas públicas rentables, evitando el déficit de sus políticas.
Por otra parte, en tiempos de crisis, conviene repasar las medidas que unos y otros toman según sus prioridades. El liberalismo económico del PP opta, como hizo en 2012, por recortar 30.000 mill. en lo público, amnistiar a grandes defraudadores, rescatar a la Banca con 65.000 mill., que nunca recuperaremos y abaratar el despido con su reforma laboral contra el trabajador. El resultado, cerrojazo a las líneas de crédito que hundieron empresas y una cifra de paro, jamás alcanzada en España, de 6.000.000 de personas. Su segunda consecuencia, miles de desahucios a familias que no pudieron hacer frente a aquellas hipotecas alegremente ofrecidas, años antes.
El Gobierno actual, con la concatenación de catástrofes inimaginables, que empezaron con la pandemia, ha sabido capear el temporal con más aciertos que errores. Estableció los ERTE que evitaron despidos y concedió todo tipo de ayudas a empresas y particulares, así como a los damnificados del volcán. Se acordaron moratorias para las hipotecas y se prohibieron los desahucios. Todo ello sin abandonar la política económico-social y laboral ordinaria. Se instauró un IMV y, en diversas subidas, el SMI ha alcanzado el listón de los 1.000€. También se recuperan las mejores cifras de empleo, en décadas, gracias a su Reforma Laboral.
No cabe duda de que atravesamos una época de serias dificultades, no debida precisamente, a la gestión del denostado gobierno progresista, sino a la situación general internacional que afecta a todos los países del entorno. Si se ve una cara de la moneda sin mirar la otra, se está más cerca de actuar con mala fe que con imparcialidad.
Ahora, que se están intentando controlar las consecuencias, humanitarias y energéticas, de la invasión de Ucrania, el Gobierno progresista ha conseguido una excepción energética que, aunque cara aún, rebaja la electricidad respecto a Europa en 200€/Mw. La inflación derivada de la situación, supera el 10 %, casi 2 puntos por encima del IPC europeo, como ha sido siempre lo habitual.
No obstante, a pesar de todos estos datos comprobables, es creciente el manifiesto odio popular a este gobierno, y más a su presidente, sin causas objetivas que lo justifiquen, pero todos ellos que “se agarren los machos” si la mayoría opta, en las urnas, por tropezar, de nuevo, con el liberalismo a la carta del PP.
Feijoo, elegido el “elefante blanco” salvador, es fotocopia total de Casado, como viene demostrando, aunque más a la gallega. Continúa calificando a ciertos partidos como antisistema, sin darse cuenta, o sí, de que quienes incumplen la Constitución son ellos, y cuando “la presicienta” afirma no acatar el Decreto Energético, y Bendodo añade, que “entiende que se incumpla la ley” se colocan como partido antisistema.
El PP carece de política social, cuando gobierna, y su gestión económica ha sido siempre nefasta para la mayoría, pero en la oposición se convierte en negacionista y una máquina implacable de poner trabas y el “no” persistente, ya se trate de memoria histórica, ahorro energético o renovación del CGPJ. Y es que “cuando el PP sigue la linde, la linde se acaba y el PP sigue”.
Marino Carazo Martín
 
        
        
    
       
            
    
        
        
	
    
                                                                                            	
                                        
                            
    
    
	
    
![[Img #69040]](https://eldiadezamora.es/upload/images/08_2022/1518_marino.jpg) Decía mi abuelo que hay que tener cuidado con lo que se desea porque puede hacerse realidad y defraudarnos completamente. La sociedad española parece tener en mente, mayoritariamente, el deseo y certeza de que nos gobernará el recién advenedizo Feijoo.
Decía mi abuelo que hay que tener cuidado con lo que se desea porque puede hacerse realidad y defraudarnos completamente. La sociedad española parece tener en mente, mayoritariamente, el deseo y certeza de que nos gobernará el recién advenedizo Feijoo.
Un “salvador” cuya forma oportunista y nada democrática de llegar a la presidencia del PP, sólo tiene el dudoso mérito de liderar el levantamiento contra Casado. Un “apuñalamiento” por el “delito” de denunciar, parece que, con pruebas, las corruptelas de la todopoderosa Ayuso. Una “noche triste” de Génova en que las ratas corrieron a salvar sus culos junto al nuevo sheriff, con la casi única excepción de Montesinos.
Feijoo se dejó adular y proclamar nuevo emperador de oscura corona. Su estilo e intenciones en nada difieren de su antecesor. Quizás, como auguran las encuestas, llegue a la Moncloa, para desgracia de la mayoría y hacer bueno el dicho del inicio, y suframos, así, todos, sus políticas de recortes, privatizaciones y pérdida de derechos que caracterizan al PP. Ninguno de sus gobiernos anteriores soportaría, en el campo de derechos y conquistas sociales, comparativa alguna con lo conseguido por los socialistas de importantes avances: divorcio, dependencia, sanidad universal, aborto, matrimonio igualitario, eutanasia…
Pero el PP, a la contra, se ha vanagloriado, siempre, de tener como fuerte la gestión económica, una bandera de dudosa veracidad que ondea con escaso sentido. En primer lugar, “cuadrar las cuentas” no significa, necesariamente, una buena gestión económica. Aznar las cuadró a la perfección vendiendo a saldo las grandes empresas públicas rentables, evitando el déficit de sus políticas.
Por otra parte, en tiempos de crisis, conviene repasar las medidas que unos y otros toman según sus prioridades. El liberalismo económico del PP opta, como hizo en 2012, por recortar 30.000 mill. en lo público, amnistiar a grandes defraudadores, rescatar a la Banca con 65.000 mill., que nunca recuperaremos y abaratar el despido con su reforma laboral contra el trabajador. El resultado, cerrojazo a las líneas de crédito que hundieron empresas y una cifra de paro, jamás alcanzada en España, de 6.000.000 de personas. Su segunda consecuencia, miles de desahucios a familias que no pudieron hacer frente a aquellas hipotecas alegremente ofrecidas, años antes.
El Gobierno actual, con la concatenación de catástrofes inimaginables, que empezaron con la pandemia, ha sabido capear el temporal con más aciertos que errores. Estableció los ERTE que evitaron despidos y concedió todo tipo de ayudas a empresas y particulares, así como a los damnificados del volcán. Se acordaron moratorias para las hipotecas y se prohibieron los desahucios. Todo ello sin abandonar la política económico-social y laboral ordinaria. Se instauró un IMV y, en diversas subidas, el SMI ha alcanzado el listón de los 1.000€. También se recuperan las mejores cifras de empleo, en décadas, gracias a su Reforma Laboral.
No cabe duda de que atravesamos una época de serias dificultades, no debida precisamente, a la gestión del denostado gobierno progresista, sino a la situación general internacional que afecta a todos los países del entorno. Si se ve una cara de la moneda sin mirar la otra, se está más cerca de actuar con mala fe que con imparcialidad.
Ahora, que se están intentando controlar las consecuencias, humanitarias y energéticas, de la invasión de Ucrania, el Gobierno progresista ha conseguido una excepción energética que, aunque cara aún, rebaja la electricidad respecto a Europa en 200€/Mw. La inflación derivada de la situación, supera el 10 %, casi 2 puntos por encima del IPC europeo, como ha sido siempre lo habitual.
No obstante, a pesar de todos estos datos comprobables, es creciente el manifiesto odio popular a este gobierno, y más a su presidente, sin causas objetivas que lo justifiquen, pero todos ellos que “se agarren los machos” si la mayoría opta, en las urnas, por tropezar, de nuevo, con el liberalismo a la carta del PP.
Feijoo, elegido el “elefante blanco” salvador, es fotocopia total de Casado, como viene demostrando, aunque más a la gallega. Continúa calificando a ciertos partidos como antisistema, sin darse cuenta, o sí, de que quienes incumplen la Constitución son ellos, y cuando “la presicienta” afirma no acatar el Decreto Energético, y Bendodo añade, que “entiende que se incumpla la ley” se colocan como partido antisistema.
El PP carece de política social, cuando gobierna, y su gestión económica ha sido siempre nefasta para la mayoría, pero en la oposición se convierte en negacionista y una máquina implacable de poner trabas y el “no” persistente, ya se trate de memoria histórica, ahorro energético o renovación del CGPJ. Y es que “cuando el PP sigue la linde, la linde se acaba y el PP sigue”.
Marino Carazo Martín
 




















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