HABLEMOS
Totalitarismo bajo disfraz de esperpento
Carlos Domínguez
Lo acontecido estos días en Chile podría tomarse por parodia, fantasmada o esperpento, en la línea de un presidente y un movimiento que naturalmente están a la altura y mucho más. Aunque sería error creer que las ocurrencias indigenistas, plurinacionales, feministas trans, ecologistas y resto de basura ideológica contra la que se ha manifestado la ciudadanía chilena rechazando un verdadero engendro seudopolítico, se quedan en comedia y charlotada. Tras ellas se oculta un designio totalitario similar al de la más rancia tradición marxista comunista, cuyo objetivo es acabar con la libertad y el Estado de derecho. También con la democracia, más allá de su concepto asambleario y plebiscitario, tan querido para cualquier fantoche “revolucionario” capaz de justificar las más abyectas atrocidades, bajo bandera de una izquierda cuyo fanatismo corre parejo a su manifiesto analfabetismo.
El objetivo de ingenieras y experimentos aberrantes, contrarios no ya a la doctrina política sino al puro sentido común, es claro y palmario. En Chile, hoy en Iberoamérica y todavía de pasada en una Europa profundamente contaminada durante décadas por el híbrido socialdemócrata, se pretende hacer realidad una sociedad desvertebrada, una masa amorfa sin cohesión, privada de propiedad, recursos y libertades, e inerme ante los abusos del poder. Todo dentro de una situación de miseria planificada, con un objetivo clientelar de sumisión. Poder político sin escrúpulos, en manos no ya de partidos legítimos avenidos a un pacto constitucional, sino de auténticas mafias, facciones y patotas de vocación ladrona no menos que criminal, cuya supervivencia en beneficio propio es imposible sin una dictadura perpetua, combinando amenaza, terror y represión callejeros, con una farsa, un esperpento parlamentario y democrático, que elimina en la práctica cualquier signo de libertades civiles. Haciendo cábalas, piénsese en Argentina, el país menos español de Iberoamérica, con un peronismo amañando durante más de medio siglo un régimen de partido único. Y por aquí, dado lo cercano, háganse las pertinentes de cara al futuro, vista trayectoria y demagogia del régimen hoy en gestación.
Lo acontecido estos días en Chile podría tomarse por parodia, fantasmada o esperpento, en la línea de un presidente y un movimiento que naturalmente están a la altura y mucho más. Aunque sería error creer que las ocurrencias indigenistas, plurinacionales, feministas trans, ecologistas y resto de basura ideológica contra la que se ha manifestado la ciudadanía chilena rechazando un verdadero engendro seudopolítico, se quedan en comedia y charlotada. Tras ellas se oculta un designio totalitario similar al de la más rancia tradición marxista comunista, cuyo objetivo es acabar con la libertad y el Estado de derecho. También con la democracia, más allá de su concepto asambleario y plebiscitario, tan querido para cualquier fantoche “revolucionario” capaz de justificar las más abyectas atrocidades, bajo bandera de una izquierda cuyo fanatismo corre parejo a su manifiesto analfabetismo.
El objetivo de ingenieras y experimentos aberrantes, contrarios no ya a la doctrina política sino al puro sentido común, es claro y palmario. En Chile, hoy en Iberoamérica y todavía de pasada en una Europa profundamente contaminada durante décadas por el híbrido socialdemócrata, se pretende hacer realidad una sociedad desvertebrada, una masa amorfa sin cohesión, privada de propiedad, recursos y libertades, e inerme ante los abusos del poder. Todo dentro de una situación de miseria planificada, con un objetivo clientelar de sumisión. Poder político sin escrúpulos, en manos no ya de partidos legítimos avenidos a un pacto constitucional, sino de auténticas mafias, facciones y patotas de vocación ladrona no menos que criminal, cuya supervivencia en beneficio propio es imposible sin una dictadura perpetua, combinando amenaza, terror y represión callejeros, con una farsa, un esperpento parlamentario y democrático, que elimina en la práctica cualquier signo de libertades civiles. Haciendo cábalas, piénsese en Argentina, el país menos español de Iberoamérica, con un peronismo amañando durante más de medio siglo un régimen de partido único. Y por aquí, dado lo cercano, háganse las pertinentes de cara al futuro, vista trayectoria y demagogia del régimen hoy en gestación.






















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