LEYES
Granizo y derrumbes
El cielo parecía enfurecido. Vomitaba piedras sobre aquellas tierras catalanas, en la provincia de Gerona al final de nuestro atroz verano, un verdadero infierno de calores... Eran feroces bolas de hielo, de diez centímetros, golpeando coches, personas, animales y techos, dejando más de sesenta heridos con fracturas de huesos y otros males... Una niña muerta. El cambio climático, gritaron muchos... Tal vez así sea, como parecen confirmarnos con tenebrosas predicciones quienes más saben, los científicos, al menos sí en cuanto a las temperaturas, cada vez más severas.
La Vida escrita por el gran escultor y orfebre del Renacimiento, el criminal y genial Benvenuto Cellini, describe una tempestad en que fue herido con bolas de granizo del tamaño de limones, refugiándose bajo los árboles. Cerca había no pocas reses y pastores muertos por la violencia del tiempo. En 1888 se registró en India una tempestad que mató a 246 personas con bolas de hielo del tamaño de un melón y casi un kilo de peso.
Ahora nos espera una granizada política con el inicio del otoño y es que el gobierno ha descuidado lo esencial y se ha dedicado a leyes de supuesta bondad feminista o trans que por su torpe diseño enfrenta a unos y otros. Que una persona pueda abortar sin el apoyo de sus progenitores y no votar es llamativo: ¿qué es más importante? Que podamos decidir cambiar el sexo con solo nuestra voluntad o capricho y a partir de los dieciséis años sin consentimiento parental puede provocar enormes problemas a quienes lo hacen o cuando en las duchas femeninas aparezcan portadores de falos amenazantes diciendo que son también mujeres o quién sabe...
Que se destinen grandes cantidades del presupuesto a estos menesteres cuando hay tantos que padecen problemas para cubrir los gastos familiares, cuando la alimentación empieza a ser un problema y no digamos ya las calefacciones, cuando el invierno se acerque, resulta, cuando menos, inquietante. Y con los precios de los combustibles el estado no cesa de recaudar, cayendo el peso sobre los hombros de las clases más desfavorecidas de la sociedad. La izquierda, reducida al sexo de los ángeles o los demonios, en medio de sutiles disputas que apenas interesan a unos pocos, ha abandonado un proyecto social común y equilibrado, concentrándose en un ideal de sociedad plural que no es fácil de gestionar: inmigración que habría que saber organizar y controlar, mientras se persigue a la policía y libera a delincuentes... La libertad dejó de ser su ideal: cada vez hay más normas que regulan nuestra vida cotidiana. Que se lo digan a las farmacias, pues quieren obligarlas a repartir la píldora del día después que en algunos casos podría considerarse abortiva, sin atender a la objeción de conciencia. El gobierno decide; nosotros, no.
Granizo de leyes y revueltas nos espera.
Ilia Galán
El cielo parecía enfurecido. Vomitaba piedras sobre aquellas tierras catalanas, en la provincia de Gerona al final de nuestro atroz verano, un verdadero infierno de calores... Eran feroces bolas de hielo, de diez centímetros, golpeando coches, personas, animales y techos, dejando más de sesenta heridos con fracturas de huesos y otros males... Una niña muerta. El cambio climático, gritaron muchos... Tal vez así sea, como parecen confirmarnos con tenebrosas predicciones quienes más saben, los científicos, al menos sí en cuanto a las temperaturas, cada vez más severas.
La Vida escrita por el gran escultor y orfebre del Renacimiento, el criminal y genial Benvenuto Cellini, describe una tempestad en que fue herido con bolas de granizo del tamaño de limones, refugiándose bajo los árboles. Cerca había no pocas reses y pastores muertos por la violencia del tiempo. En 1888 se registró en India una tempestad que mató a 246 personas con bolas de hielo del tamaño de un melón y casi un kilo de peso.
Ahora nos espera una granizada política con el inicio del otoño y es que el gobierno ha descuidado lo esencial y se ha dedicado a leyes de supuesta bondad feminista o trans que por su torpe diseño enfrenta a unos y otros. Que una persona pueda abortar sin el apoyo de sus progenitores y no votar es llamativo: ¿qué es más importante? Que podamos decidir cambiar el sexo con solo nuestra voluntad o capricho y a partir de los dieciséis años sin consentimiento parental puede provocar enormes problemas a quienes lo hacen o cuando en las duchas femeninas aparezcan portadores de falos amenazantes diciendo que son también mujeres o quién sabe...
Que se destinen grandes cantidades del presupuesto a estos menesteres cuando hay tantos que padecen problemas para cubrir los gastos familiares, cuando la alimentación empieza a ser un problema y no digamos ya las calefacciones, cuando el invierno se acerque, resulta, cuando menos, inquietante. Y con los precios de los combustibles el estado no cesa de recaudar, cayendo el peso sobre los hombros de las clases más desfavorecidas de la sociedad. La izquierda, reducida al sexo de los ángeles o los demonios, en medio de sutiles disputas que apenas interesan a unos pocos, ha abandonado un proyecto social común y equilibrado, concentrándose en un ideal de sociedad plural que no es fácil de gestionar: inmigración que habría que saber organizar y controlar, mientras se persigue a la policía y libera a delincuentes... La libertad dejó de ser su ideal: cada vez hay más normas que regulan nuestra vida cotidiana. Que se lo digan a las farmacias, pues quieren obligarlas a repartir la píldora del día después que en algunos casos podría considerarse abortiva, sin atender a la objeción de conciencia. El gobierno decide; nosotros, no.
Granizo de leyes y revueltas nos espera.
Ilia Galán
























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