DENUNCIAS
950 aniversario del Cerco y el entorno del Portillo de la Lealtad, sumido en la desidia
Un lado totalmente a oscuras, el otro con sus dos pequeños focos fundidos, la valla de madera desaparecida y el firme del camino intransitable
Acercándonos. Quedan pocos días para la efeméride más importante de nuestra historia, en la que un valiente consiguió mediante la utilización de una estratagema liberar a la ciudad de las tropas del codicioso Sancho, nada se ha hecho por embellecer el entorno del Portillo de la Lealtad, por donde accedió el héroe tras culminar la hazaña que permitió que nuestros antepasados zamoranos siguieran con vida y, hoy seamos su descendientes.
No nos referimos en la crítica, a que se engalane el entorno para el aniversario, bien que se podía incluso se debería, porque no es una fecha cualquiera, el siete de Octubre habrán pasado 950 años de aquel día. No han sido capaces, tampoco de acondicionar el entorno del acceso en la muralla. Para empezar, pobre desde el último acondicionamiento de la parte ajardinada del castillo, pero a ambos lados se le colocó sendos focos para una iluminación ornamental, que, aunque no venga a cuento, para aquellos desconocedores de la vida de esta ciudad, se tiñeron de color por poco tiempo, al extenderse hasta este punto el bosque encantado de San Martín.
Hoy ni siquiera se encienden, no por explicables razones de ahorro, llevan fundidos mucho tiempo. Pero cruzando el arco la cosa empeora, porque la luz es nula, solo la que aporta la única farola situada al final de la zona empedrada de las escaleras, no mejorando con los puntos de luz, en el resto del camino hasta llegar al inicio junto al sillón de la Reina.
Para descender hay que pisar los peldaños, grandes y espaciosos, lo de cómodos puede quedar sujeto a criterios, pero con cuidado, porque si bien en la parte superior, se optó por acoplar en los laterales una losas de piedra de gran tamaño que sirven de barandilla, para la parte menos alta, quedando para la parte inferior un vallado de madera, que el tiempo ha hecho desaparecer, no exenta de peligro de caídas desde cierta altura, para quien deambule por la zona.
Termina la escalera de piedra, pero comienza el camino ¡y, que camino! Aunque las condiciones del punto, requería de una senda que pudiera integrarse con el entorno, lo que hay es un firme de tierra, con adornos en ladrillo, que la escorrentía de lluvia ha degradado, quedando en la parte superficial, las capas que en principio eran inferiores y no diseñadas para caminar por ellas. En Zamora ya se sabe, que hay que ir pendientes del suelo, pero los turistas por vivir en ciudades no mejor, pero sí más cuidadas que la nuestra lo desconocen.
Manuel Herrero Alonso
Acercándonos. Quedan pocos días para la efeméride más importante de nuestra historia, en la que un valiente consiguió mediante la utilización de una estratagema liberar a la ciudad de las tropas del codicioso Sancho, nada se ha hecho por embellecer el entorno del Portillo de la Lealtad, por donde accedió el héroe tras culminar la hazaña que permitió que nuestros antepasados zamoranos siguieran con vida y, hoy seamos su descendientes.
No nos referimos en la crítica, a que se engalane el entorno para el aniversario, bien que se podía incluso se debería, porque no es una fecha cualquiera, el siete de Octubre habrán pasado 950 años de aquel día. No han sido capaces, tampoco de acondicionar el entorno del acceso en la muralla. Para empezar, pobre desde el último acondicionamiento de la parte ajardinada del castillo, pero a ambos lados se le colocó sendos focos para una iluminación ornamental, que, aunque no venga a cuento, para aquellos desconocedores de la vida de esta ciudad, se tiñeron de color por poco tiempo, al extenderse hasta este punto el bosque encantado de San Martín.
Hoy ni siquiera se encienden, no por explicables razones de ahorro, llevan fundidos mucho tiempo. Pero cruzando el arco la cosa empeora, porque la luz es nula, solo la que aporta la única farola situada al final de la zona empedrada de las escaleras, no mejorando con los puntos de luz, en el resto del camino hasta llegar al inicio junto al sillón de la Reina.
Para descender hay que pisar los peldaños, grandes y espaciosos, lo de cómodos puede quedar sujeto a criterios, pero con cuidado, porque si bien en la parte superior, se optó por acoplar en los laterales una losas de piedra de gran tamaño que sirven de barandilla, para la parte menos alta, quedando para la parte inferior un vallado de madera, que el tiempo ha hecho desaparecer, no exenta de peligro de caídas desde cierta altura, para quien deambule por la zona.
Termina la escalera de piedra, pero comienza el camino ¡y, que camino! Aunque las condiciones del punto, requería de una senda que pudiera integrarse con el entorno, lo que hay es un firme de tierra, con adornos en ladrillo, que la escorrentía de lluvia ha degradado, quedando en la parte superficial, las capas que en principio eran inferiores y no diseñadas para caminar por ellas. En Zamora ya se sabe, que hay que ir pendientes del suelo, pero los turistas por vivir en ciudades no mejor, pero sí más cuidadas que la nuestra lo desconocen.
Manuel Herrero Alonso
Normas de participación
Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.
La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad
Normas de Participación
Política de privacidad
Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.35