Redacción
Viernes, 16 de Septiembre de 2022
HABLEMOS

La paradoja liberal

Carlos Domínguez

[Img #69658]   Quizá resulte ya poco menos que imposible recuperar la democracia y las libertades, por la vía clásica de un liberalismo capaz de fortalecer el Estado de derecho y sus garantías. Los cambios ocurridos en Occidente a lo largo del último siglo probablemente impidan la práctica de una fórmula asociada al protagonismo del individuo y la sociedad civil, frente al intervencionismo del Estado incluso bajo ropaje parlamentario de una democracia formal. Actualmente el mundo pertenece al número y la masa, a lo social gregario condicionando la acción política al margen de siglas o etiquetas ideológicas.

 

   Digo esto porque sorprende el programa que Ayuso ha desgranado recientemente en la Asamblea madrileña, donde anunció medidas encaminadas a proteger al ciudadano de la voracidad del poder público, buscando aligerar una tributación que alcanza extremos confiscatorios. Sin embargo, dentro de las actuaciones contempladas se advierte un sesgo estatista no exento de intención clientelar, sin duda con la mira puesta en las no tan lejanas elecciones autonómicas. Bien está el ahorro de cualquier Administración, aquí la madrileña, en beneficio de las clases activas y propietarias, cuyo patrimonio es hoy esquilmado sin medida para satisfacer a subsidiados y paniaguados de toda clase. Pero el hecho es que, junto a la rebaja de impuestos, el programa de Ayuso, alguien que se ha convertido en abanderada de unas siempre erráticas filas liberales con sus voceros mediáticos, contempla la subvención, la ayuda, el gasto en favor de sectores supuestamente vulnerables conforme al puro arbitrismo burocrático, junto a la subida discrecional de las nóminas del funcionariado, curiosamente aquel que, atrincherado en la educación y la sanidad, tiene más capacidad de movilización a la hora de hacer valer sus intereses corporativos.

 

   Ayuso, que representa tanto por los dichos como por los hechos la defensa del ciudadano frente a la injerencia estatal, acaso no disponga de margen de maniobra para llevar adelante un programa libre de la lacra presupuestaria, asimismo ideológica en cuanto a valores, exigida como peaje político por la realidad ya y siempre prevalente de lo social, basada en la fuerza, la capacidad de presión de una masa que reclama de lo público la satisfacción gratuita de sus necesidades, haciendo dejación de toda iniciativa y responsabilidad individual. En definitiva, bienestar, Estado, gestión y partitocracia, como modelo de una democracia que ha dejado de serlo, degenerando en socialburocracia. Auténtica paradoja, o en chascarrillo conocido más bien parajoda liberal, que difícilmente tiene solución en la sociedad de nuestro tiempo. A lo que parece, y ya es decepción, con Ayuso o sin ella.

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