Miércoles, 22 de Octubre de 2025

Emilia Casas Fernández
Martes, 27 de Septiembre de 2022
LITERATURA

La cantinela de siempre

[Img #70090]Hace 20 años las energías renovables se instalaron en los pueblos de la España vaciada con la esperanza de que ayudaran a repoblar. Desde entonces, la Unión Europea continúa promoviendo la obtención de energía de fuentes renovables (eólica, solar, hidráulica, mareomotriz, geotérmica y a partir de biocarburantes), incluida la biomasa forestal. El tiempo ha pasado y el problema no se ha solucionado, pero el campo se ha llenado de molinos y placas solares. Basar el asunto de recuperación en macroproyectos de este tipo no ha servido, porque son pocos los empleos que se crean. Y, aunque conlleven una rentabilidad económica para los municipios, el problema de que el territorio siga despoblado no depende de que tenga dinero, sino de que no hay una estructura para vivir. No hay escuelas, ni bancos, ni sanidad ni nada. Los proyectos de energías renovables (posiblemente) en tramitación llenen la provincia de placas solares, molinos aerogeneradores y líneas eléctricas que, a mi entender, harán mucho daño al paisaje, o lo que nos quede de él después de tantos incendios y, evidentemente, a la biodiversidad y quien sabe si no agravarán el desempleo y la despoblación. Pero esto es solo mi opinión. 

 Según he leído en el Boletín Oficial de Castilla y León (Bocyl) y la web de Energía y Minería de la administración autonómica, el año pasado la Junta estaba diseñando un mapa con zonas vetadas y especialmente protegidas para este tipo de macroproyectos renovables, en el cual, no se podrían poner eólicos ni placas solares en Picos de Europa, parte de la Montaña de Riaño y Mampodre, Babia y Luna y zonas de Omaña y Laciana y una región del Bierzo entre Las Médulas y Cabrera, y se revisaría con lupa que se vieran afectados Bienes de Interés Cultural, patrimonio mundial o zonas de modernización de regadíos y concentraciones parcelarias. 

 Algo chocante, cuanto menos para mí es que a principios de 2018, un manifiesto firmado por 800 científicos, incluidos dos premios Nobel, presentado al Parlamento Europeo con el objetivo de presionar para que la nueva directiva (RED II) permitiera que la industria energética empleara los objetivos climáticos como excusa para talar y quemar árboles, es que esa misma directiva considera a la biomasa neutra en carbono a la hora de contar emisiones (el manifiesto puede leerse en Google, en inglés, claro). De ahí que los Gobiernos puedan incluirla en su mix de renovables (España, entre ellos). La directiva europea no pone límites al tipo de madera que los estados miembros pueden utilizar para generar energía ‘renovable’. Tampoco su procedencia, por lo que el uso de troncos y árboles enteros no es ilegal. 

 Con este panorama en el horizonte, yo me pregunto: ¿hay biomasa residual suficiente en nuestro país para abastecer a la industria? Porque la gran mayoría de nosotros somos conscientes de la crisis energética que se ha producido a raíz de la guerra en Ucrania y sinceramente, el cambio climático no puede justificar absolutamente el problema de los incendios que estamos padeciendo.  Al igual que veo cómo determinados políticos insisten en la urgencia de acelerar la transición ecológica y apostar por las energías renovables como alternativa al gas y otras fuentes fósiles, no sólo porque sean "más limpias" y "más eficientes en costes” sino "para romper con la dependencia energética de Rusia", todo esto hace que me replantee ciertas cosas que están ocurriendo mucho más cerca de mí. 

 Es evidente que con todo lo que está ocurriendo con la guerra de Ucrania, Europa afronta la prueba de fuego para sus ambiciosos planes de transición verde (los gobiernos han aprobado aproximadamente cuatro veces más energía eólica de la que se está construyendo, según la empresa de investigación Energy Monitor). Y estos grandes proyectos eólicos, solares e hidroeléctricos se topan con la resistencia de los vecinos a las construcciones, además de que requieren un espacio considerable (algo que puede ser difícil de conseguir en un continente como el nuestro, que también tiene miles de años de historia cultural). Entiendo que cuanto más rápido pasemos a las energías renovables y al hidrógeno, combinado con una mayor eficiencia energética, más rápido seremos realmente independientes y dominaremos nuestro sistema energético, pero ¿a qué precio?  

 Emilia Casas Fernández

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