ME QUEDA LA PALABRA
De las izquierdas y los conservadores
“Ser de la izquierda es, como ser de la derecha, una de las infinitas maneras que el hombre puede elegir para ser un imbécil: ambas, en efecto, son formas de la hemiplejía moral”. Reflexión de Ortega y Gasset, el filósofo más importante de España del siglo XX y el más loado en Europa. Un servidor fue de izquierdas, y radical. Tiempos periclitados. Cuando se es joven y habitas en una nación, administrada por una dictadura, lo lógico consiste en combatir contra el régimen. Y si Franco era conservador, yo, de ultraizquierda, una mezcla de ácrata y rockero.
Cuando te vas curando de la enfermedad juvenil, estudias, lees, experimentas, caes en la cuenta que tu forma de pensar formaba parte de ideologías anacrónicas, vencidas por la historia y la realidad. Lo he escrito. Si Marx tuviera hoy 40 o 50 años no sería marxista. Pero hoy las izquierdas -lo fueron siempre- son religiones. En dictaduras marxistas, el enemigo está en el propio Estado, por esa razón, se producen purgas cada cierto tiempo. Ahí está la historia. URSS, China, Cuba, Corea del Norte, Nicaragua conocieron periodos convulsos en los héroes en otro tiempo terminaron ahorcados o fusilados. En toda religión, hay herejes.
Hay siete izquierdas, al decir de otro genio, Gustavo Bueno. En España las izquierdas se definen, esencialmente, por ser antiespañolas. Como son comunistas, se consideran ciudadanos del mundo mundial. Odian, como los seguidores del Barça al Real Madrid, a la derecha. Incluso, si pudieran, les prohibirían votar y tener representación política.
La derecha española nunca fue fascista y siempre destacó por ser pusilánime y acomplejada ante las izquierdas. Los comunistas consideraron, desde Stalin, aquel monstruo de hambrunas y genocidios, solcialfascistas a los socialistas. Tenía razón. El fascismo no deja de ser un socialismo radical patriótico. El comunismo, creado por un judío converso, y puesto en práctica por askenazíes, como los principales líderes bolcheviques, tiene carácter internacionalista. El judío no tiene patria. El comunismo, tampoco.
García-Trevijano, un sabio, republicano, definió a Podemos, en 2017, como formación falangista, la de la revolución pendiente. Los dirigentes comunistas proceden siempre de la burguesía desclasada. Lenin, Trotsky, Castro. Si exceptuamos a Stalin, único hijo de clase baja, su padre zapatero y alcohólico, y su madre, ama de casa, el resto de la clase dirigente bolchevique procedía de clases acomodadas e incluso aristocráticas. El propio Bakunin, genio del anarquismo, fue un príncipe ruso.
La derecha española realiza una labor de sastre: remienda el traje apolillado que le deja el PSOE, que siempre perdió elecciones por sus horribles gestiones económicas. Los conservadores españoles, más tecnócratas que políticos, levantan lo que el PSOE desmoronó. Empírico. Acude el lector a los datos sobre el desempleo en España cuando perdieron elecciones Felipe González y Zapatero. Y le sucederá también a Sánchez.
El PSOE, cuando toma el poder, se comporta como el nuevo rico: gasta y gasta e intenta disimular haciendo caridad con los pobres, con el pueblo, con la gente. Pero todos estos líderes socialistas y podemitas poseen una enorme querencia por vivir como burgueses.
Lo dicho, como no soy un imbécil, ni puedo ser ni de izquierdas ni de derechas, ni sufro de hemiplejia moral, escribo en libertad, aunque siempre habrá gente de izquierdas, que ignoran que son de derechas, que me censuren y critiquen.
Pongo fin a este artículo con otra frase de un genio, Jardiel Poncela: “El que no se atreve a ser inteligente, se hace político”.
Y, aunque el autor madrileño murió ha mucho tiempo, el análisis de aquella sociedad, en plena dictadura, sigue siendo valido para esta España resquebrajada ética, política y económicamente: “En la sociedad actual todo el mundo está bajo sospecha. Si uno va con una mujer es un cornudo, si uno va con un hombre es homosexual y si va solo es un onanista”.
Eugenio-Jesús de Ávila
“Ser de la izquierda es, como ser de la derecha, una de las infinitas maneras que el hombre puede elegir para ser un imbécil: ambas, en efecto, son formas de la hemiplejía moral”. Reflexión de Ortega y Gasset, el filósofo más importante de España del siglo XX y el más loado en Europa. Un servidor fue de izquierdas, y radical. Tiempos periclitados. Cuando se es joven y habitas en una nación, administrada por una dictadura, lo lógico consiste en combatir contra el régimen. Y si Franco era conservador, yo, de ultraizquierda, una mezcla de ácrata y rockero.
Cuando te vas curando de la enfermedad juvenil, estudias, lees, experimentas, caes en la cuenta que tu forma de pensar formaba parte de ideologías anacrónicas, vencidas por la historia y la realidad. Lo he escrito. Si Marx tuviera hoy 40 o 50 años no sería marxista. Pero hoy las izquierdas -lo fueron siempre- son religiones. En dictaduras marxistas, el enemigo está en el propio Estado, por esa razón, se producen purgas cada cierto tiempo. Ahí está la historia. URSS, China, Cuba, Corea del Norte, Nicaragua conocieron periodos convulsos en los héroes en otro tiempo terminaron ahorcados o fusilados. En toda religión, hay herejes.
Hay siete izquierdas, al decir de otro genio, Gustavo Bueno. En España las izquierdas se definen, esencialmente, por ser antiespañolas. Como son comunistas, se consideran ciudadanos del mundo mundial. Odian, como los seguidores del Barça al Real Madrid, a la derecha. Incluso, si pudieran, les prohibirían votar y tener representación política.
La derecha española nunca fue fascista y siempre destacó por ser pusilánime y acomplejada ante las izquierdas. Los comunistas consideraron, desde Stalin, aquel monstruo de hambrunas y genocidios, solcialfascistas a los socialistas. Tenía razón. El fascismo no deja de ser un socialismo radical patriótico. El comunismo, creado por un judío converso, y puesto en práctica por askenazíes, como los principales líderes bolcheviques, tiene carácter internacionalista. El judío no tiene patria. El comunismo, tampoco.
García-Trevijano, un sabio, republicano, definió a Podemos, en 2017, como formación falangista, la de la revolución pendiente. Los dirigentes comunistas proceden siempre de la burguesía desclasada. Lenin, Trotsky, Castro. Si exceptuamos a Stalin, único hijo de clase baja, su padre zapatero y alcohólico, y su madre, ama de casa, el resto de la clase dirigente bolchevique procedía de clases acomodadas e incluso aristocráticas. El propio Bakunin, genio del anarquismo, fue un príncipe ruso.
La derecha española realiza una labor de sastre: remienda el traje apolillado que le deja el PSOE, que siempre perdió elecciones por sus horribles gestiones económicas. Los conservadores españoles, más tecnócratas que políticos, levantan lo que el PSOE desmoronó. Empírico. Acude el lector a los datos sobre el desempleo en España cuando perdieron elecciones Felipe González y Zapatero. Y le sucederá también a Sánchez.
El PSOE, cuando toma el poder, se comporta como el nuevo rico: gasta y gasta e intenta disimular haciendo caridad con los pobres, con el pueblo, con la gente. Pero todos estos líderes socialistas y podemitas poseen una enorme querencia por vivir como burgueses.
Lo dicho, como no soy un imbécil, ni puedo ser ni de izquierdas ni de derechas, ni sufro de hemiplejia moral, escribo en libertad, aunque siempre habrá gente de izquierdas, que ignoran que son de derechas, que me censuren y critiquen.
Pongo fin a este artículo con otra frase de un genio, Jardiel Poncela: “El que no se atreve a ser inteligente, se hace político”.
Y, aunque el autor madrileño murió ha mucho tiempo, el análisis de aquella sociedad, en plena dictadura, sigue siendo valido para esta España resquebrajada ética, política y económicamente: “En la sociedad actual todo el mundo está bajo sospecha. Si uno va con una mujer es un cornudo, si uno va con un hombre es homosexual y si va solo es un onanista”.
Eugenio-Jesús de Ávila
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