COSAS MÍAS
Zamora10: el regreso de ideas y proyectos
En mis artículos suelo apellidar a nuestra capital como la ciudad-pretérita. Sencillo de deducir. Esta ciudad y su provincia transitaron de la dictadura a la democracia sin solución de continuidad.
No ha cambiado la mentalidad colectiva del zamorano. Hay instituciones que parecen democráticas, pero vienen funcionando igual desde hace siglos. En esencia, a Zamora, esta democracia de cartón-piedra no le sentó nada bien ni en lo económico ni en lo social. Pongo ejemplos: las dos grandes fábricas ubicadas en la capital de la provincia, Reglero y San Ildefonso daban trabajo a unas 700 personas. Ambas forman ya parte de la historia industrial de nuestra ciudad. Las grandes firmas del comercio local, como García-Casado, La Rosa de Oro, Bazar J, El Candado, Roncero desaparecieron o no emplean a tantos trabajadores. El Mercado de Abastos perdió su pujanza. Cientos de pequeños comercios de barrio ya no existen.
Alrededor de mil ferroviarios que vivían y trabajaban en la estación del ferrocarril, al cerrar líneas férreas, o se jubilaron o los trasladaron a otras capitales. El Regimiento Toledo, porque así lo quiso el PSOE, se nos fue a Salamanca. Y más y más negocios que murieron en este siglo. Dese un paseo por San Torcuato e incluso la mismísima Santa Clara. Y, cuando hay bares que cierran, algo se muere en el corazón de la economía zamorana.
Pero esta semana mi realismo antropológico se transformó en optimismo personal. ¿Por qué? Empresarios y profesionales volverán a colocarse peto y espaldar para trabajar por el desarrollo de nuestra tierra. Habrá nuevas ideas y proyectos para que Zamora regrese del pasado y se modernice. Advierto que dentro ya puede haber felones, una quinta columna, dispuestos a todo.
Por E. J. de Ávila.
En mis artículos suelo apellidar a nuestra capital como la ciudad-pretérita. Sencillo de deducir. Esta ciudad y su provincia transitaron de la dictadura a la democracia sin solución de continuidad.
No ha cambiado la mentalidad colectiva del zamorano. Hay instituciones que parecen democráticas, pero vienen funcionando igual desde hace siglos. En esencia, a Zamora, esta democracia de cartón-piedra no le sentó nada bien ni en lo económico ni en lo social. Pongo ejemplos: las dos grandes fábricas ubicadas en la capital de la provincia, Reglero y San Ildefonso daban trabajo a unas 700 personas. Ambas forman ya parte de la historia industrial de nuestra ciudad. Las grandes firmas del comercio local, como García-Casado, La Rosa de Oro, Bazar J, El Candado, Roncero desaparecieron o no emplean a tantos trabajadores. El Mercado de Abastos perdió su pujanza. Cientos de pequeños comercios de barrio ya no existen.
Alrededor de mil ferroviarios que vivían y trabajaban en la estación del ferrocarril, al cerrar líneas férreas, o se jubilaron o los trasladaron a otras capitales. El Regimiento Toledo, porque así lo quiso el PSOE, se nos fue a Salamanca. Y más y más negocios que murieron en este siglo. Dese un paseo por San Torcuato e incluso la mismísima Santa Clara. Y, cuando hay bares que cierran, algo se muere en el corazón de la economía zamorana.
Pero esta semana mi realismo antropológico se transformó en optimismo personal. ¿Por qué? Empresarios y profesionales volverán a colocarse peto y espaldar para trabajar por el desarrollo de nuestra tierra. Habrá nuevas ideas y proyectos para que Zamora regrese del pasado y se modernice. Advierto que dentro ya puede haber felones, una quinta columna, dispuestos a todo.
Por E. J. de Ávila.




















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