IRENE MONTERO
¿Ministra de pederastas?
Gritan, denuncian a la ministra, Irene Montero, que promueve la nueva ley del aborto y la otra educación sexual en las escuelas, al haber declarado que los niños pueden tener relaciones sexuales con quienes les dé la gana... Como si nuestros miembros reproductivos fueran un juguete similar a un muñeco de peluche, que se puede intercambiar inocentemente, y más entre quienes todavía carecen de madurez para decidir sobre sus vidas, porque no saben apenas ni quiénes son... La edad es algo importante. Inés Arrimadas, presidenta de Ciudadanos, lo consideró un chiste, añadiendo que "alguien así no debería ser ministra del gobierno", mientras dicha ministra no se desmiente por ello, aunque el código penal castigue con cárcel las relaciones sexuales con niños, esos tiernos seres, influenciables, moldeables y frágiles que tienen de tres a dieciséis años.
Hay edades tiernas que conviene mimar sin adelantar ni fomentar lo que la naturaleza por sí solo hará. Lo que hay que enseñar más bien es a dominarse y no esclavizarse a los impulsos del deseo, propios o ajenos. Tales declaraciones pueden conducir a un pansexualismo frustrante, según sufre nuestra juventud.
Antes se les decía Excelentísimo Señor Ministro, también en femenino, pero a ciertas personas, como a Irene Montero, parece que les viene grande el título; nada que extrañar. Un gobierno que tiene por ministro de Cultura a un personaje que ni siquiera fue capaz de terminar los estudios universitarios, pero que sabe bailar; una ministra de Sanidad que estudió Derecho, algo torcido, según se ve, en vez de tomar a un médico experimentado o alguien que tenga experiencia en la dirección de hospitales o, en general, en la sanidad... Y así sigue el panorama desolador de unos bárbaros instaurados en las más altas esferas del poder de España, no podemos extrañarnos de que se produzcan desajustes, de que se descomponga el aparato estatal, de que disputen entre ellos, al igual que pelean entre sí las bandas de rufianes.
Querían llegar al poder y echar a la casta política, pero vemos que para fundar una nueva casta, la de sus camaradas, que han colocado con suculentos sueldos a sus compinches en mil y un puestos. Los partidos ahora en el poder -con la oposición del PP y Vox- se suben los sueldos, lo suben a los miembros sentados en el Congreso de los Diputados; los senadores también se suben el sueldo, y colocan a ineptos y amiguetes en los puestos más relevantes que dirigen nuestras sociedades, mientras todos se empobrecen por el alza enloquecida de los precios... Algunos pasaron de proletarios, de okupas, de jóvenes en paro o de cajera de supermercado, como Irene Montero, a los grandes estipendios correspondientes a los más altos dignatarios de un país como España. Carreras meteóricas de indocumentados, necios e ineptos que de nuestros destinos cuidan.
ILIA GALAN DIEZ
Gritan, denuncian a la ministra, Irene Montero, que promueve la nueva ley del aborto y la otra educación sexual en las escuelas, al haber declarado que los niños pueden tener relaciones sexuales con quienes les dé la gana... Como si nuestros miembros reproductivos fueran un juguete similar a un muñeco de peluche, que se puede intercambiar inocentemente, y más entre quienes todavía carecen de madurez para decidir sobre sus vidas, porque no saben apenas ni quiénes son... La edad es algo importante. Inés Arrimadas, presidenta de Ciudadanos, lo consideró un chiste, añadiendo que "alguien así no debería ser ministra del gobierno", mientras dicha ministra no se desmiente por ello, aunque el código penal castigue con cárcel las relaciones sexuales con niños, esos tiernos seres, influenciables, moldeables y frágiles que tienen de tres a dieciséis años.
Hay edades tiernas que conviene mimar sin adelantar ni fomentar lo que la naturaleza por sí solo hará. Lo que hay que enseñar más bien es a dominarse y no esclavizarse a los impulsos del deseo, propios o ajenos. Tales declaraciones pueden conducir a un pansexualismo frustrante, según sufre nuestra juventud.
Antes se les decía Excelentísimo Señor Ministro, también en femenino, pero a ciertas personas, como a Irene Montero, parece que les viene grande el título; nada que extrañar. Un gobierno que tiene por ministro de Cultura a un personaje que ni siquiera fue capaz de terminar los estudios universitarios, pero que sabe bailar; una ministra de Sanidad que estudió Derecho, algo torcido, según se ve, en vez de tomar a un médico experimentado o alguien que tenga experiencia en la dirección de hospitales o, en general, en la sanidad... Y así sigue el panorama desolador de unos bárbaros instaurados en las más altas esferas del poder de España, no podemos extrañarnos de que se produzcan desajustes, de que se descomponga el aparato estatal, de que disputen entre ellos, al igual que pelean entre sí las bandas de rufianes.
Querían llegar al poder y echar a la casta política, pero vemos que para fundar una nueva casta, la de sus camaradas, que han colocado con suculentos sueldos a sus compinches en mil y un puestos. Los partidos ahora en el poder -con la oposición del PP y Vox- se suben los sueldos, lo suben a los miembros sentados en el Congreso de los Diputados; los senadores también se suben el sueldo, y colocan a ineptos y amiguetes en los puestos más relevantes que dirigen nuestras sociedades, mientras todos se empobrecen por el alza enloquecida de los precios... Algunos pasaron de proletarios, de okupas, de jóvenes en paro o de cajera de supermercado, como Irene Montero, a los grandes estipendios correspondientes a los más altos dignatarios de un país como España. Carreras meteóricas de indocumentados, necios e ineptos que de nuestros destinos cuidan.
ILIA GALAN DIEZ
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