Los medios de comunicación dejan fuera a los pueblos pequeños de Zamora

Hemos escuchado en innumerables ocasiones la expresión “España vaciada” en alusión a territorios que han venido perdiendo progresivamente población hasta el punto de contar con pocos habitantes, en su mayoría ya mayores, lo que ha propiciado que desaparezcan servicios básicos antes en uso: escuelas, consultorio médico, farmacia, cura….

Mi pueblo, Castronuevo de los Arcos, es uno de ellos, afectado por dicha denominación. En sus calles no juegan niños ni transitan adolescentes, porque se fueron de allí con sus familias a buscar mejores condiciones de vida. Del mesón y los tres bares del pueblo, apenas queda uno; si antes había dos tiendas de ultramarinos donde llenar la despensa, ahora únicamente un comercio disputa la venta de sus productos con las furgonetas ambulantes que los traen de la ciudad. Los jóvenes que continúan labrando las tierras de sus padres y abuelos son pocos y valientes, porque no han tirado la toalla y permanecen allí, aislados, sin posibilidades de ocio, porque en el pueblo literalmente no hay nada que hacer para distraerse una vez terminan su labor en el campo.

La situación sería preocupante si no fuera porque algunos de esos jóvenes que aman la tierra y gozan mirando el misceláneo cielo rural de cada día, se juntaron un día para hacer algo importante: recuperar tradiciones. Se pusieron a la tarea recreando las condiciones de vida de sus padres y sus abuelos, fabricaron aperos de labranza en miniatura, recrearon las casas que sucumbieron a la ruina, las calles del pueblo, el vestuario de antaño hecho a mano, edificios emblemáticos como el antiguo frontón, la iglesia, la laguna o el puente romano… y así nació la “Asociación Cabra de Oro”.

Ayer, día ocho de octubre, el pueblo se engalanó para inaugurar el nuevo ayuntamiento, construido a partir de las ruinas del antiguo, en el mismo solar que aquel. Acudieron insignes políticos de Zamora que hicieron brillar el acto con su presencia, ante un alcalde que ha luchado como un jabato para dotar al pueblo de servicios, sacándolo literalmente de las tinieblas, alumbrando sus calles, asfaltando el pavimento, ampliando el camposanto, instalando una depuradora y mil cosas más que han mejorado considerablemente las urgentes necesidades que tenía Castronuevo desde que comenzó su andadura como edil del pueblo.

Y se preguntarán: ¿qué tienen en común estos cuatro párrafos que he escrito, aparentemente con temática variada? Pues no, los tres tienen un punto común y es el siguiente:

No se puede seguir hablando de unos pueblos vaciados a los que no se les otorga protagonismo ni se les da luz pública, porque seguirán siendo inexistentes para la mayoría de la gente que no los conoce. Ocurre otro tanto con las iniciativas de estos jóvenes o con las actividades que se llevan a cabo en el mundo rural si no aparecen reflejados en los medios de comunicación para que se conozcan más allá de los límites de la villa donde tienen lugar.

No comprendo por qué en la inauguración del nuevo Ayuntamiento no apareció ningún medio de comunicación: prensa, radio o televisión para constatar ese acto y darle la importancia que merece. ¿Acaso forma parte de una siniestra estrategia el seguir callando para que los pueblos pequeños no tengan difusión y, de ese modo, continúen aislados, fuera de cobertura e inexistentes?

Resulta indignante que nos quejemos y no pongamos solución, que hablemos y no sepamos escuchar, que sigamos permitiendo que Castronuevo y otros muchos pueblos no estén en el candelero ni siquiera en ocasiones tan importantes como es la inauguración de un Ayuntamiento; mientras famosillos de diversa catadura, programas de ínfimo valor y noticias intranscendentes nos ahogan a cada momento al abrir un periódico o encender la televisión. ¿Acaso ellos lo merecen más? Yo creo que no.

Mª Soledad Martín Turiño