Sheridan Le Fanu

Siempre se ha dicho que el personaje de la novela “Drácula”, (de Bram Stoker) está basado en Vlad Tepes, el Empalador, (un señor de la guerra rumano famoso por su extrema crueldad y sanguinaria furia), pero dado que éste no tenía por costumbre beber la sangre de sus víctimas se ha establecido más recientemente que su inspiración la encontró en otro manuscrito escrito 25 años antes, “Carmilla”, (novela corta escrita por Sheridan Le Fanu). La historia transcurre en los Cárpatos, cerca de la Transilvania que Bram Stoker transformaría en la legendaria tierra del conde Drácula. 

 Entre las demoníacas criaturas de Sheridan Le Fanu y Stoker se tiende un puente de sangre, el que une o separa, según se mire, sus sangrientos castillos de ficción con las penumbrosas luces de la fantasía. Ambos monstruos proceden de antiguas y nobles familias, extinguidas tiempo atrás en medio de confusos acontecimientos, entre los que no faltarían las apariciones, los fenómenos inexplicables, cadáveres insepultos o sepulcros profanados… 'Carmilla' despertaría a su vida inmortal antes que El Conde Drácula, siendo por eso por lo que Le Fanu ganaría en el tiempo la carrera vampírica, aunque la monumental novela de Stoker acabara imponiéndose en el imaginario de los lectores. 

 Le Fanu, fue un gran precursor y buen conocedor de la literatura «científica» de la época acerca de los vampiros. Muchas de las obras escritas por el monje benedictino Dom Antoine Augustin Calmet, (un gran experto en el tema del vampirismo), le sirvieron de inspiración y, a través de ellas, supo establecer las principales características del no-muerto, utilizadas más adelante por Stoker y prácticamente por todos cuantos hemos tocado el género: las costumbres nocturnas del vampiro, su sujeción al sepulcro, su capacidad para transformarse en bestia, la palidez, el carácter epidémico del fenómeno, etc. Incluso crea la figura del experto cazador de vampiros. No obstante, (y siempre según sus biógrafos), para crear a su principal personaje en “Carmilla”, vampirizó la biografía real de la condesa húngara Elizabeth Bathory. Una mujer que sembró el pánico a finales del siglo XVI en las frías estepas húngaras. Esposa del Conde de Transilvania, apodado el “Caballero Negro de Hungría” por su fiereza y costumbre de empalar a sus prisioneros, y conocida como la condesa Sangrienta. Báthory, dio tortura y muerte a más de 600 jóvenes. Cuando sus crímenes habían alcanzado incluso a las hijas de la nobleza local (que es por lo que realmente se la juzgó), fue condenada a ser emparedada en su propio castillo, donde moriría, sin ver más la luz del sol. 

 Carmilla, de J. Sheridan Le Fanu, fue escrita y publicada hace 150 años. No es una novela particularmente conocida, como lo fuese el Drácula de Stoker (publicado 25 años después). Tampoco ha sido estudiada como una obra maestra de la literatura. No sé si por condensar no solo las primeras bases sobre las que se sustenta el mito de los vampiros y recoger las supersticiones del lugar, o porque su autor exploró dos temas tabúes que sacudieron y escandalizaron por igual a la sociedad del momento: la sexualidad de la mujer y el lesbianismo, y fue condenado al olvido durante mucho tiempo. Su obra, fue recuperada para el público lector gracias al escritor M. R. James, a finales del siglo XX, tras reivindicarla como una de sus principales influencias. 

Emilia Casas Fernández