NOCTURNOS
Los feos y el amor

Quizá no tenga derecho a que me quieran, solo a amar. Los que somos feos, casi grotescos, a veces, seducimos a mujeres muy guapas. Les daremos pena. Las damas hermosas siempre eligen. Soy un hombre invisible para el que no tienen ojos las señoritas. Los políticos deberían legislar a favor de que los poco agraciados tuviéramos derechos sobre el amor, una cierta discriminación positiva para querernos como si fuéramos varones elegantes, atractivos, guapos.
Se pasa la vida y no recuerdo ni un beso en las mejillas de alguna niña bonita. Solo mi mamá me acariciaba y besaba. Crecí sin gustar a nadie. Solo me elogiaban las mamás de mis amigos. Y así me hice mayor, sin saber lo que era amar y ser amado. Ahora ya no espero nada de nadie. Quizá, cuando decida entrar en una residencia para mayores alguna ancianita desee que la bese en la frente.
Los feos sabemos amar, pero nadie se enamora de nosotros. Nos morimos ahítos de tanta pasión. Si acaso fuéramos ricos…Pero yo tampoco lo fui, más bien escaso de fortuna. Eso sí, como me despreciaron tantas féminas, escribí muchos versos de desamor. Así Cronos aprovechó las arrugas de mi piel para sembrarme la semilla de la vejez. Sucede que, cuando sumas tantos años, disimulas tu fealdad como si en la juventud hubiera sido el Príncipe de Beckelar. Ser feo es lo que tiene.

Quizá no tenga derecho a que me quieran, solo a amar. Los que somos feos, casi grotescos, a veces, seducimos a mujeres muy guapas. Les daremos pena. Las damas hermosas siempre eligen. Soy un hombre invisible para el que no tienen ojos las señoritas. Los políticos deberían legislar a favor de que los poco agraciados tuviéramos derechos sobre el amor, una cierta discriminación positiva para querernos como si fuéramos varones elegantes, atractivos, guapos.
Se pasa la vida y no recuerdo ni un beso en las mejillas de alguna niña bonita. Solo mi mamá me acariciaba y besaba. Crecí sin gustar a nadie. Solo me elogiaban las mamás de mis amigos. Y así me hice mayor, sin saber lo que era amar y ser amado. Ahora ya no espero nada de nadie. Quizá, cuando decida entrar en una residencia para mayores alguna ancianita desee que la bese en la frente.
Los feos sabemos amar, pero nadie se enamora de nosotros. Nos morimos ahítos de tanta pasión. Si acaso fuéramos ricos…Pero yo tampoco lo fui, más bien escaso de fortuna. Eso sí, como me despreciaron tantas féminas, escribí muchos versos de desamor. Así Cronos aprovechó las arrugas de mi piel para sembrarme la semilla de la vejez. Sucede que, cuando sumas tantos años, disimulas tu fealdad como si en la juventud hubiera sido el Príncipe de Beckelar. Ser feo es lo que tiene.


















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