DESPEDIDAS
La muerte no sabe de despedidas
La verdad es que a todos nos gusta decir que priorizamos ciertas cosas, cosas que en el fondo creemos que son importantes y urgentes, pero ¿cuántos de nosotros estructuramos nuestra vida diaria para reflejar esas prioridades?
Todos sabemos, en un nivel profundo, qué cosas son realmente importantes para nosotros al final del día, y qué cosas nos iluminan por dentro. También somos muy buenos para derivar en los peores escenarios y permitir que nuestros temores nos mantengan estancados, haciendo que cada año lo pasemos en piloto automático hasta que un día, una situación inesperada te devuelve a tu eje y te obliga a reflexionar sobre tus prioridades. A veces, es el accidente de un conocido, en ocasiones, una enfermedad terminal de un amigo, o simplemente una vecina con la que hacía escasas horas disfrutabas de una suculenta cena, y que se despidió de ti con un “hasta mañana, amiga” antes de irse a dormir, y ya no despertó.
La muerte, debería ser como una despedida en el andén de un tren. Ahí donde disponer de un breve intervalo de tiempo donde tener esa última conversación, donde ofrecer un largo abrazo y dejar ir con un hasta luego sosegado, teniendo plena confianza de que todo va a ir bien. Sabemos que cada uno de nosotros no somos más que breves pasajeros en este mundo caprichoso, maravilloso y, a instantes, terriblemente cruel. Todo lo que dábamos por sentado puede caerse a bajo como un castillo de naipes de un día para otro. Por ello, debemos aprender a priorizar sobre qué es importante y qué es mejor postergar o incluso dejar ir.
Si lográsemos tomar perspectiva respecto a aquello que nos ocurre comprenderíamos que la vida es una auténtica aventura. Tenemos un planeta por explorar, un rico mundo emocional por experimentar y un sinfín de posibilidades. Si algo es seguro es que todos vamos a morir; entonces, ¿por qué no exprimir al máximo este tiempo que se nos ha regalado? Ama, ríe, llora, siente, fascínate, ilusiónate, escribe para tu historia un guion que merezca ser recordado. Es innegable que hay aspectos que no están bajo nuestro control y que más de una vez veremos cómo nuestra capacidad para tolerar la frustración se pone a prueba.
Anne Morrow Lindberg, célebre escritora y aviadora de principios del siglo XX, explicaba en su biografía que el dolor, al contrario de lo que piensan muchos, no es universal. El sufrimiento es algo tan personal, profundo y descarnado que solo uno mismo puede entenderlo para iniciar, poco a poco, un lento proceso de reconstrucción interior. Porque la muerte no sabe de despedidas y eso es algo que debemos asumir tarde o temprano.
Emilia Casas Fernández
La verdad es que a todos nos gusta decir que priorizamos ciertas cosas, cosas que en el fondo creemos que son importantes y urgentes, pero ¿cuántos de nosotros estructuramos nuestra vida diaria para reflejar esas prioridades?
Todos sabemos, en un nivel profundo, qué cosas son realmente importantes para nosotros al final del día, y qué cosas nos iluminan por dentro. También somos muy buenos para derivar en los peores escenarios y permitir que nuestros temores nos mantengan estancados, haciendo que cada año lo pasemos en piloto automático hasta que un día, una situación inesperada te devuelve a tu eje y te obliga a reflexionar sobre tus prioridades. A veces, es el accidente de un conocido, en ocasiones, una enfermedad terminal de un amigo, o simplemente una vecina con la que hacía escasas horas disfrutabas de una suculenta cena, y que se despidió de ti con un “hasta mañana, amiga” antes de irse a dormir, y ya no despertó.
La muerte, debería ser como una despedida en el andén de un tren. Ahí donde disponer de un breve intervalo de tiempo donde tener esa última conversación, donde ofrecer un largo abrazo y dejar ir con un hasta luego sosegado, teniendo plena confianza de que todo va a ir bien. Sabemos que cada uno de nosotros no somos más que breves pasajeros en este mundo caprichoso, maravilloso y, a instantes, terriblemente cruel. Todo lo que dábamos por sentado puede caerse a bajo como un castillo de naipes de un día para otro. Por ello, debemos aprender a priorizar sobre qué es importante y qué es mejor postergar o incluso dejar ir.
Si lográsemos tomar perspectiva respecto a aquello que nos ocurre comprenderíamos que la vida es una auténtica aventura. Tenemos un planeta por explorar, un rico mundo emocional por experimentar y un sinfín de posibilidades. Si algo es seguro es que todos vamos a morir; entonces, ¿por qué no exprimir al máximo este tiempo que se nos ha regalado? Ama, ríe, llora, siente, fascínate, ilusiónate, escribe para tu historia un guion que merezca ser recordado. Es innegable que hay aspectos que no están bajo nuestro control y que más de una vez veremos cómo nuestra capacidad para tolerar la frustración se pone a prueba.
Anne Morrow Lindberg, célebre escritora y aviadora de principios del siglo XX, explicaba en su biografía que el dolor, al contrario de lo que piensan muchos, no es universal. El sufrimiento es algo tan personal, profundo y descarnado que solo uno mismo puede entenderlo para iniciar, poco a poco, un lento proceso de reconstrucción interior. Porque la muerte no sabe de despedidas y eso es algo que debemos asumir tarde o temprano.
Emilia Casas Fernández



















Normas de participación
Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.
La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad
Normas de Participación
Política de privacidad
Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.122