HABLEMOS
La UE=gran lobby de la izquierda totalitaria
Carlos Domínguez
Incluso como Mercado Común nacido con los tratados de Roma, la Europa que acabó por imponerse a la soberanía de las naciones fundadoras de nuestra tradición junto a su espacio de libertad y derechos, no dejó de ser un cambalache oportunista, encaminado a garantizar el statu quo entre Alemania y Francia como salvaguarda de la paz frente a lo sucedido en los dos últimos siglos, conflictos mundiales de por medio. Pero semejante lastre originario, visible todavía hoy conforme a los vergonzosos manejos de la eurocracia bruselense, nunca dejó de ser asunto menor, comparado con el designio totalitario que, bajo capa de falso europeísmo, se instaura desde la bastardía moral y política de Maastricht, poniendo en manos del híbrido socialdemócrata, oficiante último del proyecto comunista, el futuro de un continente al que se condena a depender de un engendro supranacional y su poder desmedido.
Más allá de lo que se concibió como Mercado Común, la Unión Europea con sus mastodónticos e insaciables aparatos se ha convertido, impostura tras impostura, en una especie de Leviatán al servicio de la izquierda socialista y comunista, dominante en lo fundamental, al margen de la partitocracia y sus facciones, atentas al privilegio grupal de infinidad de apparatchiks. La Europa que dicta, impone, ordena cual nuevo Reich Protektor a los ciudadanos aquello que deben producir, consumir y en último extremo pensar, dejó hace tiempo de servir a intereses reales, como el de la estabilidad económica en base a una sana disciplina monetaria, que saltó por los aires bajo la égida doblemente infausta de Merkel y Draghi. En la actualidad, la UE es un lobby a gran escala de las agendas socialistas y comunistas, contraria al individualismo, el Estado de derecho y las libertades civiles, en especial la propiedad privada. Y como no podía ser de otro modo, al alimón con los extremistas de izquierda, por aquí PSOE y sucursal podemita, ha hecho saber su último diktat. Abrir las puertas a una subvención masiva e indiscriminada, engañoso y mal llamado mínimo vital, no ya como práctica del Estado nacional en beneficio de sus ciudadanos, sino como prebenda de la población en general, incluida una inmigración por millones, destinada a convertir Europa y sus pueblos en una sociedad multirracial, sin personalidad ni identidad. O si se prefiere, masa fácilmente manipulable gracias al saqueo fiscal de las clases activas y propietarias, unido a un ilimitado gasto público, a distribuir con criterios clientelares por burocracias ajenas al sentir real de la ciudadanía. Europa tal cual, a merced del tinglado socialdemócrata.
Incluso como Mercado Común nacido con los tratados de Roma, la Europa que acabó por imponerse a la soberanía de las naciones fundadoras de nuestra tradición junto a su espacio de libertad y derechos, no dejó de ser un cambalache oportunista, encaminado a garantizar el statu quo entre Alemania y Francia como salvaguarda de la paz frente a lo sucedido en los dos últimos siglos, conflictos mundiales de por medio. Pero semejante lastre originario, visible todavía hoy conforme a los vergonzosos manejos de la eurocracia bruselense, nunca dejó de ser asunto menor, comparado con el designio totalitario que, bajo capa de falso europeísmo, se instaura desde la bastardía moral y política de Maastricht, poniendo en manos del híbrido socialdemócrata, oficiante último del proyecto comunista, el futuro de un continente al que se condena a depender de un engendro supranacional y su poder desmedido.
Más allá de lo que se concibió como Mercado Común, la Unión Europea con sus mastodónticos e insaciables aparatos se ha convertido, impostura tras impostura, en una especie de Leviatán al servicio de la izquierda socialista y comunista, dominante en lo fundamental, al margen de la partitocracia y sus facciones, atentas al privilegio grupal de infinidad de apparatchiks. La Europa que dicta, impone, ordena cual nuevo Reich Protektor a los ciudadanos aquello que deben producir, consumir y en último extremo pensar, dejó hace tiempo de servir a intereses reales, como el de la estabilidad económica en base a una sana disciplina monetaria, que saltó por los aires bajo la égida doblemente infausta de Merkel y Draghi. En la actualidad, la UE es un lobby a gran escala de las agendas socialistas y comunistas, contraria al individualismo, el Estado de derecho y las libertades civiles, en especial la propiedad privada. Y como no podía ser de otro modo, al alimón con los extremistas de izquierda, por aquí PSOE y sucursal podemita, ha hecho saber su último diktat. Abrir las puertas a una subvención masiva e indiscriminada, engañoso y mal llamado mínimo vital, no ya como práctica del Estado nacional en beneficio de sus ciudadanos, sino como prebenda de la población en general, incluida una inmigración por millones, destinada a convertir Europa y sus pueblos en una sociedad multirracial, sin personalidad ni identidad. O si se prefiere, masa fácilmente manipulable gracias al saqueo fiscal de las clases activas y propietarias, unido a un ilimitado gasto público, a distribuir con criterios clientelares por burocracias ajenas al sentir real de la ciudadanía. Europa tal cual, a merced del tinglado socialdemócrata.





















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