Aquel amor que pudo ser…

Entre mis defectos, o virtudes, mi despiste. No me suele fijar en nada. Solo me convierto en águila cuando capto belleza: arte o mujer. Desde el primer día que la conocí, en un espacio cerrado, entre otras personas, la miré fijamente. Lo notó.

A partir de aquel día, cada vez que aparecía en mi labor, la atravesaba con mi mirada. Me gustaba. Me atraía muchísimo. No me atrevía a susurrárselo al oído. Pero se lo decía con mis ojos. Hubo un momento en el que también ella se ponía nerviosa cuando aparecía yo. Reparaba en que se sentía inquieta, excitada.  Me estaba enamorando de esa mujer.

Ella, cuando nadie se fijaba en sus gestos, me robaba una mirada. Ambos sabíamos que, de estar ambos solos en esa misma sala, nos hubiéramos abrazado y besador y habría empezado una historia de amor.

 Fue una ucronía erótica en mi vida.  Desconozco aún por qué me detuve, por qué no intenté intimar con esa mujer, por qué solo se quedó en un amor que pudo ser y no fue…todavía.

Sé que a ella no le fue del todo bien. A mí, tampoco. C’est la vie.

Eugenio-Jesús de Ávila